'Okinawa', un manga que nos recuerda la crueldad y el absurdo de las guerras
- Un premiado cómic del japonés Susumu Higa, que repasa la historia de la isla desde la II Guerra Mundial
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Los japoneses siguen sin recuperarse del trauma los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki (1945), que significaron el final de la II Guerra Mundial y que los hicieron pasar de ser una de las culturas más guerreras a una de las más pacíficas. Desde entonces, los mangakas japoneses han escrito algunas de las obras antibélicas más desgarradoras de la historia del cómic como Pies descalzos. Una historia de Hiroshima (Distrito Manga), de Keiji Nakazawa (1939-2012), que homenajeaba a las víctimas de esos bombardeos, u Operación muerte (Astiberri), de Shigeru Mizuki (1922-2015),donde narraba su propia experiencia como soldado.
Y ahora llega a España una tercera joya del manga antibélico: Okinawa (Norma editorial), de Susumu Higa (Okinawa, 1953), ganador del Gran Premio de Artes Mediáticas de Japón en la categoría de manga y nominado al Premio Tezuka y al Premio FIBD Fauve d’Or al Mejor Álbum. Un manga que se publicó en Japón en 2010 y que por fin llega a España en una edición integral.
Un conmovedor relato basado en hechos reales, e incluso en la propia vida del autor, que desgrana los horrores de la guerra y sus consecuencias, que llegan hasta nuestros días. Además de los sueños de los habitantes de esa isla, que se enfrenta a un futuro incierto.
Antes de hablar sobre el cómic recordamos que La batalla de Okinawa, fue el mayor asalto anfibio en la guerra del Pacífico entre Japón y Estados Unidos. Los combates duraron 82 días, desde principios de abril hasta mediados de junio de 1945. Y también ha pasado a la historia como una de las batallas más sangrientas de la II Guerra Mundial, con más de 100.000 muertos en el bando japonés (muchos de ellos civiles) y unos 20.000 entre los aliados estadounidenses y británicos.
Página de 'Okinawa' (Norma editorial)
Un manga basado en hechos reales
Publicado por entregas en la revista Big Comics, el manga se dividió en dos partes (La espada de arena y Mabui), la primera gira alrededor de la guerra y la segunda habla del presente, con las bases estadounidenses presentes en la isla.
La historia comienza cuando tropas japoneses llegan a una pequeña isla de ese archipiélago (Maejima) y avisan a los pacíficos pescadores y agricultores de que la guerra con los americanos es inminente (comenzaría tras el bombardeo de Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941), y que van a establecer una guarnición, lo que acabará siendo un quebradero de cabeza para los lugareños que ven como los soldados requisan sus escasos víveres, hasta el punto de que casi prefieren que les ocupen los norteamericanos.
Esa es una constante en este manga, la autocrítica, ya que nos presenta a los soldados norteamericanos como personas muy civilizadas y que protegen en todo momento a la población japonesa, mientras que los soldados japoneses tienen algo de fanáticos y asesinan indiscriminadamente a cualquier lugareño que simpatice con el enemigo. También critica el fanatismo de los kamikazes japoneses de la Segunda Guerra mundial que preferían suicidarse (supuestamente por honor), antes que caer en manos del enemigo.
Página de 'Okinawa' (Norma editorial)
"Mi madre nos protegió a mis hermanos y a mí"
"Mis padres no hablaban sobre lo que vivieron durante la batalla de Okinawa... lo único que recuerdo es lo que decía mi madre: "La guerra es sucia", asegura el autor en el epílogo.
Y es que cuando el manga alcanza sus momentos más emocionantes y dramáticos es cuando el autor cuenta las vivencias de sus padres durante la guerra. El capítulo dedicado a su madre lo escribió con motivo de la muerte de esta y narra como la mujer tuvo que sobrevivir con cuatro hijos pequeños huyendo de los soldados norteamericanos pero también enfrentándose a sus propios compatriotas que amenazaban con matarla si los niños hacían ruido y eran sorprendidos por el enemigo. "Cuando mi madre hablaba sobre la guerra siempre lo hacía con el orgullo de haber podido protegernos a mis hermanos y a mí", asegura el autor.
En ese capítulo también nos encontramos a jóvenes estudiantes dispuestos a ponerse delante de los tanques americanos sin ninguna clase de armas, solo para retrasar su avance.
En el capítulo de su padre, cuenta como estuvo prisionero durante un año en Hawai y como los americanos tampoco lo trataron mal. Finalmente fue liberado y la familia puedo reunirse. También nos recuerda que de los aproximadamente 22.000 jóvenes llamados a filas en la isla, perdieron la vida unos 13.000, el 60%.
Viñeta de 'Okinawa' (Norma editorial)
En Okinawa permanecen el 75% por ciento de las bases estadounidenses
Okinawa quedó reducida a cenizas tras la guerra y los japoneses la reconstruyeron desde cero. Y además lo hicieron bajo la ocupación estadounidense, que duró desde 1945 a 1972, año en que los norteamericanos devolvieron el territorio a Japón.
El autor también insiste en las heridas que permanecen abiertas ochenta años después, en esas consecuencias de la guerra, a largo plazo, recordándonos que los norteamericanos mantienen en el archipiélago de Okinawa el 75% de sus bases militares en Japón. También nos cuenta la curiosa historia de los "cultivos tácitos", terrenos de cultivo de agricultores japoneses que los norteamericanos toleran dentro de sus bases.
Esta segunda parte del cómic también nos muestra el aprecio de los habitantes de Okinawa por sus tierras. Y los desafíos futuros a los que se enfrentan. Desafíos que el autor asegura que trascienden el contexto de estas islas, porque, en el fondo, son los mismos desafíos a los que se enfrenta toda la humanidad. Por ejemplo, acabar con los horrores de la guerra, que tan bien conocen los habitantes de Okinawa, y que, desgraciadamente siguen siendo noticia por los numerosos conflictos bélicos en marcha en todo el planeta, empezando por la guerra entre Ucrania y Rusia y siguiendo por el el conflicto en la franja de Gaza.
"Espero que haya ese elemento de humanidad compartida, de empatía por el otro", asegura Susumu Higa en el cómic. Algo que nos hace falta más que nunca.
Portada de 'Okinawa' (Norma editorial)