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Antonio Flores: 30 años sin el genio rebelde que transitó entre el éxito y las sombras

Antonio Flores: 30 años sin una figura esencial de la música española
ALBERTO LEÓN

Miembro de una de las familias de artistas más genuinas de nuestro país, compositor e intérprete reconocido y genio rebelde que transitó en la delgada línea entre el malditismo y el éxito, Antonio Flores murió demasiado pronto, a los 33 años de vida, el 30 de mayo de 1995, hace ahora 30 años.

Aunque en última etapa se convirtió en una referencia de la música española, durante mucho tiempo Antonio Flores fue mirado con lupa y considerado poco más que el 'hijo de' Lola Flores, posiblemente la artista más carismática que ha dado España. Aunque la afirmación es arriesgada, es cierto que Lola marcó por completo la vida de Antonio: tanto que el fallecimiento de la 'Faraona', el 16 de mayo de 1995, precedió en solo dos semanas al de su hijo, quien nunca renegó de sus orígenes.

"Nunca lo he sentido como una carga porque ya nací con ello. Nada más salir por la vagina de mi madre ya me hicieron una foto, he vivido con ello y sé por dónde me muevo", declaraba el cantautor en TVE en 1994.

Informe semanal - Antonio Flores: morir de soledad

Hijo y hermano de artistas

Antonio González Flores nació en Madrid el 14 de noviembre de 1961, hijo de la cantante y bailaora Lola Flores y del guitarrista Antonio González 'El Pescaílla' y hermano de las cantantes Lolita y Rosario. Se crió en un ambiente "completamente libre": "A mis padres lo que les importaba era que comiera, les daba igual si encima o debajo de la mesa", recordaba en una entrevista realizaba pocos días antes de su muerte.

Antonio aseguraba que otros niños envidiaban el espíritu de libertad que se vivía en el domicilio familiar de los González Flores: "Éramos gitanos, aunque mi madre había conseguido ganar un dinero para establecerse en un plano social de ricos. Pero, dentro, seguíamos siendo gitanos", afirmaba en la entrevista.

Como a sus hermanas, ese ambiente familiar le llevó a interesarse muy pronto por el arte y, especialmente, por la música. 'El Pescaílla', considerado uno de los padres de la rumba catalana, le enseñó a tocar la guitarra y en casa pudo aprender de primera mano del arte de mitos como La Paquera o Camarón de la Isla, habituales de las fiestas que organizaban en casa los González Flores.

Pero aquellas influencias flamencas se mezclaron con el rock que le llegaba de sus amigos 'payos': Led Zeppelin, Lou Reed, Queen, Lynyrd Skynyrd, Deep Purlple y otros grandes nombres del hard-rock de los setenta que decantaron a Antonio Flores por ese camino.

Aplauso - Antonio Flores interpreta 'Libre' y 'No dudaría'

Primeros éxitos y problemas con las drogas

Siendo un adolescente, cantó en una fiesta familiar ante un directivo de la compañía CBS el primer tema que había compuesto, "No dudaría", lo que facilitó su primer contrato discográfico gracias al cual publicó su debut, Antonio (1980). Aquel mismo año realizó en el programa de TVE Aplauso su primera actuación. Apenas era mayor de edad y aquel debut, con el enorme éxito de "No dudaría". parecía el inicio de una carrera imparable.

Pero no fue así. En 1981 editó su segundo trabajo, Al caer el sol, que no tuvo la repercusión de su predecesor, pese a contar con una versión del tema de Joaquín Sabina "Pongamos que hablo de Madrid" que tuvo cierto éxito en las radios musicales.

A ello se sumó que Antonio Flores tuvo que cumplir con el servicio militar, algo que, según aseguraría posteriormente, no solo truncó su carrera, sino que supuso su inicio en el mundo de la droga. "Me dediqué a no preocuparme por mí ni por mi salud y a vivir la noche", señalaba el músico en 1988 en una entrevista en TVE.

Antonio Flores, durante su última actuación el 26 de mayo de 1995

Antonio Flores, durante su última actuación el 26 de mayo de 1995 JESUS DIGES

Un regreso sin repercusión

A principios de los ochenta, Flores también hizo sus pinitos en el mundo del cine, otra de sus grandes aficiones, aunque no pudo consolidarse en la gran pantalla. Debutó en Colegas (1982), de Eloy de la Iglesia, y también interpretó papeles en cintas como El balcón abierto (1984), de Jaime Camino, o Sangre y arena (1989), de Javier Elorrieta.

En 1988 regresó con un nuevo disco, Gran Vía, en el que el cantautor tenía depositadas grandes esperanzas, ya que la mayoría de las composiciones eran de su puño y letra. Casado con Ana Villa y padre reciente de una niña, la hoy actriz Alba Flores, Antonio mostraba un trabajo de mayor calidad que sus predecesores pero que, para su desgracia, tuvo escasa repercusión, lo que parecía incidir en esa imagen de maldito con la que siempre tuvo que lidiar.

"La historia de maldito la tengo por las compañías y la verdad es que no me fastidia nada tener esa imagen. Porque realmente lo que ha pasado es que yo me he peleado con todas las compañías porque en un principio no creían en el Antonio músico, sino en el Antonio con el apellido Flores", aseguraba.

Sin embargo, en la década de los noventa su carrera profesional dio un giro radical, sobre todo tras la publicación del disco De ley (1992) de Rosario Flores, compuesto en su mayoría por canciones de Antonio. Un enorme éxito al que siguió un año después Siento, un nuevo trabajo de la menor de la saga de los Flores con temas de su hermano.

No es un día cualquiera - Perfil sonoro de Antonio Flores con su voz

Consagración y caída

Ese triunfo como compositor en la sombra propició por fin el momento de Antonio Flores, que en 1994 grabó Cosas mías, el disco que le consagraría definitivamente como una de las grandes voces de la música española. En aquel trabajo, el cantautor mostraba sin complejos todas sus influencias, transitando del rock clásico a la rumba, pasando por el pop, el blues, la bossa nova o el reggae.

En sus letras, sencillas y personales, componía retratos de su entorno familiar ("Alba", "Juan el Golosina", "Cuerpo de mujer") y también se abría sin prejuicios a su vida interior, que mostraba desde su lado más oscuro en cortes como "Una espina" (tú sabes cuál es mi dolor / por favor dame calor), "Siete vidas" (siete vidas tiene un gato / seis vidas ya he quemado / y esta última la quiero vivir a tu lado) o "Mi habitación" (mi salvación o mi muerte, mi vida o mi suerte, así lo veo yo / eso es todo lo que encuentro en mi habitación).

Cosas mías fue lo que todo el mundo esperaba, la confirmación de un gran artista que, esta vez sí, enterraba el prejuicio de ser solo "el hijo de" y arrasaba en ventas en una época en la que los discos aún se despachaba a millares.

Pero Antonio Flores apenas pudo disfrutar de aquel éxito. El 16 de mayo de 1995 murió Lola Flores, tras más de dos décadas luchando contra el cáncer. Una muerte que golpeó a toda la familia pero, especialmente, a Antonio, muy unido a su madre. Tanto que ni siquiera tuvo fuerzas para ir al entierro.

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Diez días después, el 26 de mayo, el cantautor reapareció —con un evidente deterioro físico y una mano escayolada— en una rueda de prensa en Pamplona, donde ese mismo día ofreció un concierto. "Lloré con Camarón porque se murió un genio y ahora he llorado porque ha muerto un genio y ha muerto mi madre. Pero la vida sigue y mi madre lo que quiere es verme en el escenario y triunfando", declaró ante los medios.

Horas después, sobre las tablas del pabellón Anaitasuna de la capital navarra, aseguró estar "cansado, a falta de sueño y muy emocionado" y dedicó la actuación a su madre. Fue su último show.

El 30 de mayo de 1995, el músico fue hallado muerto en la casa familiar de 'El Lerele', en Alcobendas, Madrid. La autopsia reveló que el fallecimiento se debió a una sobredosis de alcohol y barbitúricos, aunque se desconoce si hubo o no voluntariedad en la ingesta. Al día siguiente, fue enterrado junto a su madre.

Antonio Flores se fue cuando su carrera comenzaba a emerger. Su muerte convirtió su último trabajo en el disco más vendido de 1995, una joya de la música en castellano que no tuvo continuidad pero con un alcance tal que nos permite seguir recordando su figura tres décadas después de su fallecimiento.