La mitad de las empleadas domésticas son migrantes: "Solo pedimos que nos respeten como trabajadoras"
- El 98% de las trabajadoras domésticas en España son mujeres. De ellas, casi la mitad son extranjeras
- Los largos plazos para homologar títulos obligan a muchas inmigrantes a aceptar empleos precarios
- Los colectivos piden el reconocimiento de las enfermedades laborales y el acceso a una jubilación digna
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Lo más difícil para muchas mujeres migrantes que vienen a España no acaba al llegar. Huir de diversas violencias, escapar de determinados regímenes políticos o, simplemente, buscar una vida mejor se mezcla después con una situación de vulnerabilidad administrativa y laboral.
Esto se traduce en datos como que el 78% de las mujeres latinoamericanas ocupadas trabajan en los sectores con salarios más bajos (hostelería, restauración y servicios personales), según desvela un estudio de UGT de este mismo año.
Si nos fijamos exclusivamente en el trabajo doméstico, encontramos que casi la mitad de las empleadas son extranjeras.
“Tenemos la visión estereotipada de una mujer migrante que accede a trabajos precarizados porque no tiene la capacidad de realizar otros y esto está muy lejos de de la realidad“
Una realidad más allá de los prejuicios
“Muchas veces tenemos la visión estereotipada de una mujer migrante que accede a trabajos precarizados porque no tiene la capacidad de realizar otros y esto está muy lejos de la realidad”, dice Elis Schettino, portavoz de Convive CEPAIM, refiriéndose al largo proceso que tienen que llevar a cabo las personas inmigrantes para homologar sus títulos.
Este fue el caso de Marga Martínez, que llegó a España desde Ecuador en el año 2000. Veinticinco años después, sigue trabajando como limpiadora porque no ha podido ejercer su profesión de peluquera. “No podía esperar años para homologar mis papeles. Mientras tanto, tenía que sobrevivir y también mandar dinero para que sobrevivieran los que había dejado en Ecuador”, nos cuenta.
“Tengo compañeras que son internas y trabajan ochenta horas a la semana sin descanso. Es la esclavitud del siglo XXI“
Marga, como muchas otras mujeres, tuvo que aceptar trabajos domésticos sin contrato hasta que pudo desenredar todas las trabas administrativas. El 86% de las mujeres inmigrantes considera aceptar trabajos en la economía sumergida. La necesidad económica les obliga a coger empleos que las sitúan en posiciones vulnerables, sin inspecciones, seguridad social o finiquito en caso de que prescindan de ellas.
Para reclamar unas condiciones dignas, Marga Martínez defiende la importancia de organizarse, por eso pertenece al colectivo Territorio Doméstico. Allí, dice, luchan por las que no pueden hacerlo: "Tengo compañeras que son internas y trabajan ochenta horas a la semana sin descanso. Es la esclavitud del siglo XXI".
“El gran porcentaje de mujeres migrantes llegan a cuidar a los hijos de otras mujeres, por lo que también es un tema de sororidad“
Lo que piden: que se valore su trabajo y unas condiciones dignas
La principal demanda de las asociaciones es que se conciencie más sobre la importancia del trabajo doméstico. Elizabeth Sánchez, coordinadora del Área de Género de Rumiñahui, pide que se reconozca la aportación de las trabajadoras domésticas a la sociedad y, en concreto, del trabajo de las mujeres migrantes.
Asegura que estas dan a la economía española hasta cuando están en proceso de regularización. Además, sentencia que se trata de justicia social e igualdad: "El gran porcentaje de mujeres migrantes llegan a cuidar a los hijos de otras mujeres, por lo que también es un tema de sororidad. La igualdad es para todas y todos. No puede ser que unas mujeres lo tengamos todo y otras, nada".
“Las enfermedades que tenemos son propias del trabajo que realizamos. Acabamos con los cuerpos rotos“
Actualmente, hay mujeres inmigrantes que ya llevan décadas trabajando en España. Están en edad de jubilarse, pero muchas no pueden hacerlo porque su cotización no es suficiente, por eso los colectivos ponen ahora el acento en el reconocimiento de las enfermedades de las trabajadoras de hogar. “Las enfermedades que tenemos son propias del trabajo que realizamos. Los movimientos repetitivos que hacemos a lo largo plazo nos provocan enfermedades que son muy complicadas de sobrellevar. Acabamos con los cuerpos rotos”, asegura Rafaela Pimentel, portavoz de Territorio doméstico y una de las pioneras en la lucha por salvaguardar los derechos de las trabajadoras domésticas.
A nivel legislativo, celebran la reducción de tres a dos años para regularizar la situación en España que introduce la reforma de la Ley de Extranjería. Sin embargo, sostienen en que es insuficiente para reducir la vulnerabilidad administrativa a la que se enfrentan. Piden más facilidades para regular su estancia en España, entre ellas que se aplique de forma efectiva el Convenio 189 de Organización Internacional del Trabajo que garantiza unos derechos laborales mínimos.
Fue ratificado por España en 2023, pero, manifiestan, son muchos los casos en los que no se materializa.
Objetivo Igualdad