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Los españoles enviados a "las puertas del infierno" de Mauthausen: "Entraban por la puerta y salían por la chimenea"

  • Fue el campo nazi con mayor número de prisioneros españoles, más de 7.500
  • El III Reich preguntó a Franco en múltiples ocasiones qué debía hacer con ellos y la dictadura se desentendió
Fotografías de algunos de los miles de españoles deportados en Mauthausen
Fotografías de algunos de los miles de españoles deportados en Mauthausen RTVE / Deportados.es
SERGIO SERRANO

Una pancarta se exhibe a las puertas del campo de concentración de Mauthausen un 5 de mayo de 1945. "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras", reza. En el centro de este improvisado cartel se han esbozado fraternalmente unidas la bandera soviética, la norteamericana y la británica. Desde abajo, decenas de prisioneros saludan con entusiasmo y el puño en alto a los soldados estadounidenses que acaban de poner fin a su cautiverio.

Es la fotografía más icónica que inmortaliza el momento de la liberación de Mauthausen, en el norte de Austria, hace justo 80 años este 2025. Se estima que llegó a albergar cerca de 200.000 prisioneros, de los cuales alrededor de 7.500 eran españoles, convirtiéndose en el campo de concentración nazi con el mayor número de cautivos de esta nacionalidad.

Su último superviviente vivo fue Juan Romero, quien falleció en octubre de 2020 con 101 años en Francia, llevándose consigo los recuerdos de aquella agonía. Sin embargo, todavía un español puede acreditar haber sido testigo de la cruel carnicería en la que su padre fue asesinado.

Liberación de presos en el campo de concentración austriaco de Mauthausen

Liberación de presos en el campo de concentración austriaco de Mauthausen Ejército de EE:UU.

Refugiados en Angulema, deportados a Mauthausen

Eufemio García logró esquivar la muerte en el verano de 1940. Se quedó "a las puertas del infierno" levantado en Mauthausen con el trabajo esclavo de los propios prisioneros. Era tan solo un niño cuando atravesó los Pirineos desde Cataluña junto a otros muchos republicanos en lo que pasaría a la historia como "La Retirada". "Mi padre nos trajo a Barcelona, y cuando Francia nos dio libertad para pasar, cruzamos", cuenta a RTVE.

Se cuentan por miles los españoles que partieron al exilio durante la Guerra Civil. Muchos de ellos lo hicieron ante el miedo a posibles represalias políticas. Otros como Eufemio simplemente escapaban del terror y la miseria que dejaba a su paso la fratricida contienda.

"Mi padre no quería saber nada de la guerra y nos fuimos huyendo", relata, y evoca los pocos recuerdos nítidos que a la edad de 90 años todavía conserva sobre aquellos trágicos años. El informe 'Valière' cifró en 440.000 el número de refugiados españoles en el sur de Francia, de los cuales 170.000 eran mujeres, ancianos y niños. Pero allí donde esperaban ser acogidos, su suerte se tornó en pesadilla.

El Gobierno francés les trasladó al campo de refugiados de Les Alliers, cerca de la ciudad francesa de Angulema. En el verano de 1940 la localidad pasó a estar bajo control del III Reich tras la invasión de Francia a manos de las tropas alemanas de Adolf Hitler. El 24 de agosto de ese año, Eufemio, sus padres y su tía fueron deportados a Mauthausen en el que pasaría a la historia como el "convoy de los 927".

Deportados como ganado en el "convoy de los 927"

La mayoría de españoles enviados a los campos nazis fueron "combatientes del fascismo en la Guerra Civil o jóvenes de familias republicanas", explica el periodista Carlos Hernández.

No fue el caso de los refugiados en Angulema, civiles exiliados como Eufemio y cargados como ganado en el "convoy de los 927", el primero con deportados de Europa occidental a campos nazis. El suyo fue un caso "anómalo" de deportados puesto que "no hablamos de combatientes", sino que la mayor parte eran republicanos exiliados.

"Nos llevaron a Mauthausen y allí hicieron bajar a todos los varones a partir de 13 años. Yo tenía seis". La corta edad de Eufemio le salvó la vida en un momento en el que dicho campo no estaba preparado para acoger a niños y a mujeres. Debió existir "algún tipo de descoordinación", explica Carlos Hernández, que permitió regresar a España a cerca de 500 de ellos. Lo hicieron cruzando la frontera por Irún y posteriormente fueron entregados a las autoridades franquistas, recibiendo un trato "pésimo" en centros de detención, explica Hernández.

Pero el resto no corrió la misma suerte. "Ya no volví a ver más a mi padre", lamenta Eufemio. Los alemanes les separaron en aquel andén donde sus miradas se cruzaron por última vez. Un año más tarde murió asesinado y fue incinerado en un horno crematorio el 19 de diciembre de 1941. "A Mauthausen se entraba por la puerta de la fortaleza y se salía por la chimenea del crematorio en forma de cenizas", explica a RTVE el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Alberto Sabio.

Horno crematorio en el campo de concentración de Mauthausen

Horno crematorio en el campo de concentración de Mauthausen EFE Archivo

El recuerdo de vidas destrozadas

La cifra de españoles recluidos en campos nazis supera los 9.300, de los cuales 7.500 fueron encerrados entre las murallas de granito de Mauthausen. La mayoría de ellos eran prisioneros de guerra, unos enrolados en el Ejército francés durante la II Guerra Mundial y otros miembros de la clandestina Resistencia.

Entre estos últimos consta Juan Marchante López, asesinado en junio de 1942 en el subcampo de Gusen, dependiente de Mauthausen. "En 1936 se fue a Francia huyendo de la represión y se unió a la lucha contra los nazis. Luego averiguamos que había muerto en Mauthausen". Lo cuenta a RTVE su sobrino, Carlos Serrano.

"Mi tía no se atrevía a decir que le habían matado los fascistas, así que nos dijo que había muerto en un horno... como si fuera algo accidental", recuerda. Su testimonio refleja los años de silencio y angustia que vivieron familiares y supervivientes, "olvidados en su país tras 40 años de dictadura y muy tardíamente reintegrados simbólicamente a la vida pública en democracia", aclara Alberto Sabio.

Mi tía no se atrevía a decir que le habían matado los fascistas, así que nos dijo que había muerto en un horno... como si fuera algo accidental

"Mi tía decía: 'Tanto hemos sufrido que para qué recordar'. A mi hermana la llamas como a mí y no te contesta...", rememora Eufemio. Su padre era secretario general de las Fuerzas de Orden Público en el Madrid republicano. En su casa trabajaba una empleada doméstica y una secretaria.

Pero cuando fue repatriado a España le separaron de los brazos de su madre en Irún, poco después de cruzar la frontera. Unas tías asumieron su custodia, cambiaron su nombre por "Jaime" en unos años repletos de "calamidades" y malos tratos. No sería hasta 12 años después que volvería a ver a su madre. "Cuando me reencontré con ella en Aranjuez, vivíamos en la pobreza y la mendicidad". Décadas de absoluto silencio, fruto de una tragedia que truncaría sus vidas para siempre.

La "complicidad" del Gobierno franquista

En el campo de Mauhtausen, la mayoría de los reclusos fueron víctimas de un "cóctel de tres ingredientes", explica Carlos Hernández: el hambre, el brutal trabajo que desempeñaban y la falta de asistencia sanitaria y condiciones de salubridad. También fue lugar mortuorio la cámara de gas habilitada en 1941. Pero a los responsables de los campos, oficiales de las temidas SS, les sobraba imaginación para someter a los indefensos prisioneros: "Ahorcamientos, fusilamientos y perros para lanzarlos contra los prisioneros y que los destrozaran", agrega el periodista.

La embajada de Alemania en Madrid se puso en contacto en multitud de ocasiones con el Ministerio de Asuntos Exteriores franquista, preguntando qué hacer con los "rojos españoles internados en Angulema". De esa petición constan las reiteradas cartas enviadas por el Reich al ministro Serrano Suñer.

Correspondencia entre el III Reich y el Ministerio de Asuntos Exteriores franquista

Correspondencia entre el III Reich y el Ministerio de Asuntos Exteriores franquista RTVE / CARLOS HERNÁNDEZ

"La respuesta no la tenemos, pero sabemos el resultado", señala Carlos Hernández. La joven dictadura franquista se desentendió del asunto, demostrando su "complicidad" con el destino fatal de miles de españoles. A juicio de Hernández, Franco expresó con su indiferencia su deseo expreso para que Hitler le hiciera "el trabajo sucio".

De los cerca de 5.000 españoles que murieron en los campos de concentración nazis, más de 4.800 lo hicieron en Mauthausen. Pero, tras ser liberados, los supervivientes de esta nacionalidad no abandonarían la fortaleza hasta un mes después, puesto que en ese momento "no tienen donde volver y nadie les quiere acoger", indica Hernández.

Sus nombres han quedado impresos en la historia de este país. Eduardo, Lázaro, Esteban, Francisco, Antonio, Vicente... El triángulo cosido en la camisa de rayas con la letra "S" (Spanier) fue su seña de identidad, "gente que sólo tenía nombre para sus familiares y compañeros", agrega Alberto Sabio.

Hoy miles de placas retratan su trágica historia en las calles de toda España. El 104 de la madrileña Francos Rodríguez tiene la suya dedicada a Eufemio García. La Roda (Albacete) tiene la suya propia para Juan Marchante. Una generación de españoles sin patria que nunca jamás volvió a poner un pie en su país.