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Sofía Casanova, la española que relató las guerras del siglo XX antes que nadie

  • Fue la primera corresponsal de guerra llegando a cubrir las dos guerras mundiales y la Revolución rusa
  • Además, fue poetisa, dramaturga y ensayista e incluso estuvo nominada al Nobel de Literatura de 1925
Retrato antiguo en blanco y negro de una mujer sentada, con vestido oscuro y cabello corto.  El ambiente es hogareño, con muebles y flores visibles.

Su nombre no llena páginas en los libros de historia. Las enciclopedias apenan las mencionan, parecen haberse olvidado de ella. Y, sin embargo, su legado está más presente y vivo que nunca. Se encuentra intacto. Porque Sofía Casanova (Alemiras, La Coruña, 1861 - Poznán, Polonia, 1958) no solo fue testigo de las dos Guerras Mundiales, la caída de una Corte Imperial, una Revolución rusa, la proclamación de un República y una Guerra Civil, sino que también las contó. Y fue la primera en hacerlo.

En un tiempo en el que formar parte de la profesión no era una opción para una mujer, ella se convirtió en la primera española corresponsal de guerra. Aunque no "solo" fue periodista. Sofía Casanova fue más, mucho más. Como recuerdan en el programa Memoria de delfín emitido el pasado 11 de septiembre, a la coruñesa el término "pionera" pronto se le quedó pequeño.

Reportaje: Sofía Casanova, primera española corresponsal de guerra

Poetisa, novelista, cronista, ensayista, dramaturga y políglota –hablaba seis idiomas–, ejerció incluso como enfermera voluntaria para la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial. También llegó a estar nominada al Nobel de Literatura en 1925 y recibió la Gran Cruz de Alfonso XII. Pero, ninguno de estos títulos fue su mayor logro.

Su verdadera hazaña fue abrir camino sin saberlo, desafiar una época que no estaba preparada para ella y romper un techo de cristal que ni siquiera se había inventado. Sin pretenderlo, Sofía Casanova encabezó su propio 8M. Porque detrás de ella y gracias a su labor, vinieron más mujeres.

Monárquica y conservadora, aunque también, como ella misma confesaba, humilde obrera de pensamiento, antes de relatar los horrores del conflicto armado, brilló como poetisa. A los 15 años se publicaron sus primeros poemas, con tal talento que los terminó recitando al mismo rey Alfonso XII en audiencia privada.

"La contrataron por la fama y el prestigio social que tenía ya como escritora. Empezó como poeta de la mano de Ramón de Campoamor", explica la autora Amelia Serraller. "Consiguió recitar en los salones literarios madrileños y ser socia del Ateneo de la Academia de Poesía", y también agradar a la crítica, a intelectuales y escritores de prestigio. Algo impensable para una mujer. "Su obra de teatro La madeja (1913) fue representada en el Teatro Español y alabada por su director, Benito Pérez Galdós", señala Seraller.

Fue en estos círculos donde Casanova conoció a su marido, el filósofo y diplomático polaco Wincenty Lutosławski por quien lo dejó todo. Ahí empezó su gran cambio. Se casaron en 1887, se trasladaron a Polonia y tuvieron 4 hijas: María, Izabela, Yadwiga –fallecida muy joven de disentería– y Halina.

Todo era perfecto, hasta que dejó de serlo. La falta de un heredero varón fue el detonante del rechazo de su esposo, quien terminó repudiándola. El matrimonio se fue distanciando, rompiéndose por completo en 1905.

Sobreponerse a un divorcio en el siglo XX siendo mujer

Superar un divorcio en pleno siglo XX, siendo mujer, era una tarea titánica. Pero Sofía se sobrepuso. Gracias a esa unión la coruñesa aprendió seis idiomas y conoció a grandes ilustres de la época. También, adquirió una visión de la vida muy distinta a la de aquella España en la que se instaló, y alcanzó unos conocimientos muy superiores a los de entonces.

De hecho, su casa se convirtió en un espacio de encuentros literarios por el que pasaron personajes del prestigio de Ramón y Cajal, Alberto Insúa o Alfredo Vicenti. Aunque Casanova no era una persona de quedarse quieta. Pasaba bastante tiempo fuera, viajando y visitando a sus hijas en Polonia.

Justamente fue en uno de esos desplazamientos cuando la Historia llamó a su puerta: en el verano de 1914 le sorprendió en Polonia el inicio de la Primera Guerra Mundial y, de ser enfermera voluntaria, pasó a escribir para el periódico ABC.

"Su primera crónica se publicó el 15 de noviembre de 1914. Se tituló "Impresiones de Varsovia". En realidad, era una carta para su hermano cuando estalló la Guerra y que él le mandó a Torcuato Luca de Tena, director de ABC", relata la biógrafa Rosario Martínez. "A partir de ese momento –añade –Sofía Casanova va a ser contratada como corresponsal y empieza a hacer reportajes y crónicas".

Porque no solo fue una cuestión de estar en el momento indicado en el lugar exacto, no. "Sofía Casanova contaba con unas cualidades que no todos poseían. Conocía muy bien la región, dominaba el idioma y tenía buenas fuentes de información", destaca Martínez. De lo contrario, de no haber reunido ni demostrado ese alto nivel, no hubiera cubierto ni la Primera Guerra Mundial ni el resto de conflictos que narró.

Entre su legado, casi 1.000 artículos, 800 publicados en ABC entre 1915 y 1944, con el pacifismo por bandera y momentos culminantes como su entrevista a Trotsky de 1918.

"El conflicto que más le marcó fue la Segunda Guerra Mundial por la extrema dureza de la ocupación nazi de Varsovia" y toda la barbarie que se produjo después en los campos de concentración. Algo que denunció, que le afectó directamente a ella y a su familia y que, además, como recuerda Martínez, "le cerró la posibilidad de seguir enviando crónicas porque no eran cómodas para la situación política en España".