Un paseo por Belmonte de San José, la 'Tierra baja' que ha conquistado a Aitana Sánchez-Gijón
- La cinta presenta a Carmen (Sánchez-Gijón), una guionista que se va a vivir a un pueblo
- La actriz recibirá este sábado en Granada su Goya de Honor
Los almendros han florecido antes de tiempo en los alrededores de Belmonte de San José, en Teruel. A finales de enero, las manchas blancas ya pintan aquí y allá la naturaleza del Bajo Aragón. Este es el paisaje ‘materno’ del director de cine y guionista Miguel Santesmases, la Tierra baja de su última cinta.
“Yo tenía la idea de hacer una película aquí, porque es un lugar al que estoy unido sentimentalmente. Mi abuela tenía una casa que hemos heredado sus nietos”, explica Santesmases en las calles de un pueblo que apenas alcanza el centenar de vecinos en invierno.
Hacía tiempo que la historia le rondaba la cabeza: “Una mujer que se va a vivir a un pueblo”. Carmen, la protagonista, está encarnada por Aitana Sánchez-Gijón, que el próximo ocho de febrero recogerá en Granada su Goya de Honor. “Es una mujer que deja su vida de urbanita, de guionista, y que se lía la manta a la cabeza y decide iniciar una nueva vida en esa tierra baja”, resume la actriz.
“Fue la primera persona en la que pensé”, confiesa el director. “El hecho de que el personaje esté interpretado por Aitana Sánchez-Gijón le da una fuerza inmensa. Y luego ella tenía la edad del personaje. Cuando una actriz llega a un rodaje, trae con ella todas las películas que ha hecho. Los personajes que ha interpretado saltan de una película a otra, como si se mezclaran”.
Belmonte de San José, el contexto
En el escenario de los veranos de su niñez, Santesmases encontró el contexto para la protagonista: “Fueron saliendo personajes que están inspirados en personas que yo he conocido aquí, con su forma de hablar, con su acento, con su manera de estar en el mundo. Me parecía que todo esto traía mucha verdad a la película”.
La verdad es que Belmonte es precioso. Tiene un bar que sale en el film y que ahora es como la plaza del pueblo, donde se reúnen los trabajadores del Ayuntamiento para tomarse el café en esta mañana sorprendentemente templada. “Vivir el rodaje fue muy emocionante. La gente estaba pendiente de las calles donde grababan, intentaban ver a los actores para hacerse fotos…”, recuerda María José Rebullida, la camarera del bar.
Imagen del Parador de Alcañiz RTVE
El equipo de la película, apenas 50 personas y netamente aragonés, desplegó su magia en la comarca en el verano de 2023. “Era un día de mucho calor. Estaban rodando aquí, en el arco, y les ofrecimos a Aitana Sánchez-Gijón e Itziar Miranda que se metieran un ratico dentro del patio a descansar, porque es muy fresco”, recuerda Angelines Soler, vecina de Belmonte.
Para Aitana Sánchez-Gijón fue “uno de los rodajes donde más feliz he sido en mi vida profesional; un rodaje muy pequeñito, en la masía del director. Se producían esos momentos mágicos de intimidad, en los que se oía el canto de los pájaros, no había nada que interfiriera. Normalmente en los rodajes somos como elefantes en una cacharrería y encontrar ese silencio para momentos delicados realmente es muy difícil. Aquí no había que hacer nada. Era estar en ese entorno y dejarse empapar por esa naturaleza y esa pureza del lugar. La conexión con la naturaleza era fundamental”, ha contado la actriz en la promoción de la película.
“Normalmente en los rodajes somos como elefantes en una cacharrería y encontrar ese silencio para momentos delicados realmente es muy difícil. Aquí no había que hacer nada.“
La masía de la abuela
A la masía de la abuela de Miguel Santesmases, se llega por carreteras secundarias. Al final del camino, el campo despliega un manto de flores entre los olivos. Sin apenas cobertura de móvil, es una atalaya en medio de la nada, con la tierra baja a sus pies.
Santesmases se para junto a una charca, justo donde empieza la película. “Tierra baja está apoyada en el lugar en el que ocurre. Yo quería hablar de esa dureza, de existir aquí. Me acordaba de mi abuela, que peleaba por sacar esto adelante”. Y habla de ese zarpazo de la despoblación que atraviesa, como uno de los temas, la película: “Para mí el gran problema va a ser el de las tierras sin cultivar. Algún día estas masías serán heredadas y los que vengan se darán cuenta de que no tiene sentido perder dinero todos los años por mantener unos olivos o sembrar trigo". "¿Qué pasará entonces: vamos a vivir del turismo, de los molinos de viento?, se pregunta.
El director de la película "La tierra baja", Miguel Santesmases RTVE
Tierra baja habla de eso, de existir en la España despoblada, del cine dentro del cine, pero también cuenta una historia de amor. “Estos paisajes me parecían un espacio estupendo para contar un cuento casi fantástico: el viaje de un hombre desde el pasado que reaparece en su vida para decirle que nunca la olvidó. Una historia resuena en la otra y se amplifican mutuamente”, explica el director sentando en el mismo poyo de la masía donde se reencuentran los personajes.
Eduardo Llanos (interpretado por Pere Arquillué) tiene una escena en la ermita de San José en la que, precisamente, el paisaje es protagonista. Allí, en un alto del Barranco del Mezquín, busca consuelo el personaje a la sombra de un pino de 10 metros de altura y ramas enroscadas. El árbol sobrevivió a la caída de un rayo en 1923.
El parador de Alcañiz
La ciudad de Alcañiz es otro de los escenarios de Tierra Baja. Para Santesmases, es muy importante en la película, porque “es el lugar donde discuten los protagonistas”, en esa envolvente Plaza de España renacentista que es el corazón de la ciudad.
Durante las seis semanas del rodaje, Aitana Sánchez-Gijón se alojó en su castillo calatravo, el Parador de Alcañiz desde los años 60. En el claustro, iluminado ahora a trozos por el atardecer, “los amantes de Alcañiz” (bromea el director haciendo referencia a los amantes de Teruel) se preguntan: ¿Qué hubiera pasado si me hubiera quedado aquel día de hace 20 años? El pasado siempre vuelve.