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Fotolibros, el arte de expresar una visión con imágenes

  • Del 23 al 25 de septiembre la feria Fiebre Photobook abrirá sus puertas en CentroCentro, en Madrid
  • Aunque algunos optan por la autopublicación, su creación suele ser un proceso muy colectivo

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Diseño de Jaime Narváez en 'Like Stains of Red Dirt' (2020)
Diseño de Jaime Narváez en 'Like Stains of Red Dirt' (2020)

“Se trata de libros que expresan la visión de un fotógrafo o una fotógrafa acerca de un tema”. Así define un fotolibro Sonia Berger, editora de Dalpine. El formato parece que está experimentando cierto auge en los últimos años y prueba de ello es la feria Fiebre PhotoBook, que cada año recibe más propuestas y una mayor asistencia en su evento. Su objetivo es crear un punto de reunión para dar a conocer el trabajo de este sector y abrir una ventana para que más gente conozca este género.

“Es una narración hecha a través de fotografías que tiene obviamente un sentido a nivel fotográfico, estilístico y narrativo”, indica a RTVE.es sobre el fotolibro Fabiana Pilieci, editora de Gimmefive. Este soporte engloba todo tipo de detalles que configuran un objeto final, desde el orden fotográfico y su disposición hasta el tipo de papel para la impresión.

Para Miren Pastor, co-directora de Fiebre Photobook, hay dos puntos importantes del formato a tener en cuenta: "La conjugación del espacio, que lo genera la puesta en páginas, y el tiempo que va marcado por el ritmo al pasar esas páginas que forma la secuencia".

Todo ese universo está configurado junto a un diseño editorial que marca su identidad. “El diseño tiene que ir muy acorde a todo el contenido, tiene que acompañar y estar justificado por la fotografía”, comenta Pilieci.

Las imágenes enmarcadas conforme a un diseño deben ir en consonancia con el concepto de la publicación. “La función del diseño es construir el canal para volcar el contenido y a veces requiere de soluciones gráficas, que deben reforzar los mensajes que se proyecten, para que lleguen con más velocidad y claridad”, explica Jaime Narváez, diseñador editorial especializado en libros de arte y profesor de la Universidad UCLM e IED.

Diseño de Jaime Narváez en 'Un lugar de La Mancha' (2020)

Diseño de Jaime Narváez en 'Un lugar de La Mancha' (2020) Juan Valbuena

“Si empiezas a añadir recursos gráficos, pueden distorsionar los significados que tiene el trabajo”, alerta. Lo complicado y lo más importante es encontrar un equilibrio.

Todo tiene un significado dentro del objeto

Tanto el diseño, como el tipo de papel, la encuadernación o la secuencia de fotos son determinantes en el resultado final. “Todo influye porque todo tiene un significado dentro del objeto”, destaca Pilieci. Pese a ser un trabajo con muchos detalles y menos conocido que una exposición de fotos, para Jaime Narvaez "el formato editorial es el mejor medio para la fotografía".

La creación: desde la autopublicación hasta un proceso colectivo

“No es una tarea solitaria de un autor, sino que suele haber un equipo”, comenta Miren Pastor. La mayoría coincide en que hacer un fotolibro se parece a realizar un proyecto cinematográfico. “El autor acude a profesionales que le ayudan a ejecutar la película y a tomar decisiones sobre cómo se cuenta, pues lo mismo ocurre con el libro. Y todo siempre dentro de un contexto económico”, explica Jaime Narváez.

"Hay una conceptualización de una idea, por lo que hay un editor detrás. Suele haber diferentes tomas de decisiones a la hora de editar y secuenciar las fotos, elegir materiales, entonces también hay muchos diseñadores especializados", añade Pastor.

Antes de conocer el fotolibro, Sonia Berger ya se encontraba en el mundo editorial literario, pero su interés por este nuevo formato surgido a raíz de la escuela de fotografía Blank Paper, le impulsaron a crear junto a más compañeros la editorial Dalpine en 2010. “Publicamos libros de fotógrafos con los que ya tenemos relación, intentamos continuar sus trabajos y, por otro lado, llegan nuevas propuestas”, indica.

El trabajo que desarrolla la editorial es muy colectivo y hay un diálogo constante con el autor. “Revisamos lo que el fotógrafo ha seleccionado, pero muchas veces volvemos a atrás, al archivo y rescatamos imágenes”, señala Berger.

La editorial Gimmefive se compone por cinco mujeres que desempeñan todo tipo de tareas. "Nos dividimos el trabajo muchas veces, pero al final todas somos editoras, subimos contenido a Instagram o hacemos pruebas de impresión", comenta Fabiana Pilieci.

"Discutimos y debatimos todas las ideas porque al final es un proceso complejo y muy enriquecedor", apunta. Todo el trabajo pasa por un consenso y aprobación colectiva.

'Bidean' (2018)

'Bidean' (2018) Miren Pastor

Aunque la autopublicación también es una de las vías por la que optan algunos autores. A Miren Pastor le surgió la oportunidad de sacar su primer fotolibro, Bidean, a raíz de una exposición en Gijón, entonces al contar con un tiempo muy limitado optó por la autoedición. “Con la propia venta financié la publicación de la segunda y así también un poco la tercera”, explica sobre Bidean, un "proyecto río", formado de momento por tres fotolibros, del que espera seguir creando nuevas publicaciones.

Su fabricación no siempre significa un coste elevado

“Son productos de arte, con decisiones y con detalles de producción de bastante calidad”, revela Sonia Berger. El trabajo colectivo, junto con la impresión y elección de materiales, son los dos principales factores que afectan a que el precio del fotolibro pueda ser alto.

No es lo mismo hacer un pequeño fanzine con grapa que un libro de tapa dura de dimensiones grandes”, explica Miren Pastor. El tipo de material y su formato dependerán también del concepto que haya detrás. “A veces, si es un proyecto muy íntimo, se puede trasladar mejor esa idea en un formato pequeñito y con materiales menos costosos”, indica.

La inflación del mercado está suponiendo una subida en el precio de los materiales, pero aun así se intenta que sean asequibles. “Hay una cierta tendencia a que los libros no salgan muy caros de producción para que se puedan vender relativamente baratos”, afirma Jaime Narváez.

Fotos de 'Conjunto vacío' (2020)

Fotos de 'Conjunto vacío' (2020) Irene Davia / Gimmefive

Cada vez es más factible realizar una impresión menos costosa por todas las ofertas y posibilidades del mercado y por la búsqueda de alternativas entre los profesionales. Por ejemplo, uno de los sellos que marcan la identidad de la editorial Gimmefive es vender el fotolibro a cinco euros. "Llegamos a un público muy amplio porque al final estamos hablando de publicaciones que se venden a un precio irrisorio y, por otro lado, nos ayuda mucho a encontrar la creatividad", explica Pilieci.

De una limitación, nace una idea

Esta cantidad supone todo un reto para encontrar un marco de productos que se ajusten a un coste de producción inferior a ese precio, ya que eso implica en ocasiones "hacer un proceso de trabajo manual" para conseguir el resultado deseado. No obstante, desde la editorial valoran este método porque gracias a él consiguen llegar a resultados muy positivos por caminos distintos a los planteados. "De una limitación, nace una idea", confirma.

Fiebre Photobook: una oportunidad para los profesionales y para el público

A pesar de la pandemia y las restricciones que causaron la reformulación de muchos eventos, la feria Fiebre Photobook ha resistido y en su última edición fue capaz de sumar más de 4.000 asistentes.

“Es un placer poder recibir al año más de 100 propuestas de autores y autoras, que además tienen un corte internacional porque llegan más proyectos de fuera, casi que de España”, resalta Miren Pastor, codirectora de Fiebre.

Había una necesidad muy grande por generar un punto de encuentro

La creación de la feria se hizo por un interés colectivo de diversos sectores por el fotolibro: alumnos de las escuelas de fotografía y las editoriales y sellos independientes. “Había una necesidad muy grande por generar un punto de encuentro entre estas dos partes”, comenta.

Foto de la feria Fiebre Photobook (2021)

Foto de la feria Fiebre Photobook (2021) Fiebre Photobook

El festival ha ido creciendo y este año celebra su décima edición del 23 al 25 de septiembre en CentroCentro, situado en el Palacio de Cibeles, sede del ayuntamiento de Madrid. En el evento habrá un mercado de fotolibros, se realizaran presentaciones, charlas, mesas redondas y exposiciones. "Este año vamos a tener una muestra muy interesante en torno al fotolibro colombiano y que contará con más de 50 ejemplares", destaca.

“También hay exposiciones de maquetas que todavía no se han materializado y es una oportunidad muy buena para que sus autores reciban feedback”, añade.

'Alerta Mira-sol' (2021)

'Alerta Mira-sol' (2021) Blanca Munt / Dalpine

Lo que no podrá haber este año será formación, debido a que el Ministerio de Cultura ha denegado su apoyo institucional. Los años de atrás realizaban talleres y actividades para niños, jóvenes y profesionales, con el objetivo de acercar el formato a más gente.

Además, el festival da una oportunidad a aquellos que quieran materializar su idea mediante un concurso. El premio Dummy Award permite convertir la mejor maqueta de las propuestas en un fotolibro, editado por Dalpine. En 2021 la ganadora fue Blanca Munt por Alerta Mira-sol.

Objetivo: llegar a un público más general

Todos los profesionales coinciden en lo mismo: el fotolibro tiene que traspasar la barrera del público especializado y conseguir captar la atención de todo tipo de personas.

A veces son libros que hacen fotógrafos para que se los compren fotógrafos

El problema es que la compra de este tipo de formato muchas veces se reduce solo a la gente que está implicada en su circuito. "A veces son libros que hacen fotógrafos para que se los compren fotógrafos, es algo endogámico y no se consigue romper", manifiesta Narváez. "Si al final compramos libros solo los que los hacemos, no llegaremos muy lejos", coincide Pastor.

“La producción está muy atomizada en una constelación de pequeñas editoriales o de autoeditados, y por eso es fundamental que haya un circuito de ferias", afirma Sonia Berger. “El festival tiene esa necesidad de divulgar y de dar a conocer para llegar a nuevos públicos”, destaca Miren Pastor sobre Fiebre.

No obstante, el síntoma general es que el sector está en crecimiento. En opinión de Miren Pastor fue entre 2013 y 2014 cuando en España se notó un "boom" del fotolibro, con autores como Ricardo Cases, Óscar Monzón o Cristina de Middel. "Fueron embajadores de una generación de nuevos autores españoles", destaca.

“En este recorrido de diez años ha ido en aumento tanto la producción como la gente que se interesa por ello”, afirma Berger. "Es cierto que se va ampliando poco a poco el público, el fotolibro está en auge", considera Fabiana Pilieci.

"Desde mi punto de vista son libros que todo el mundo puede disfrutar. Expresan más o menos en otro código, pero pueden referirse igualmente a temas de actualidad o de historia, por ejemplo", señala Berger.

Nadie sabe que ocurrirá en un futuro, lo que sí es cierto es que hay pasión y mucho trabajo detrás de los fotolibros y los profesionales implicados seguirán luchando por dar voz a este formato.