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Irse de 'au pair', una oportunidad "inolvidable" que puede acabar en explotación laboral

  • Suelen ser chicas de entre 18 y 30 años que viajan al extranjero para cuidar de niños a cambio de pensión completa y una ayuda
  • Mientras que algunas jóvenes relatan haber vivido una experiencia única, otras denuncian explotación laboral

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Una chica joven cuidando de dos niñas
Una chica joven cuidando de dos niñas

Llega el verano, y con los estudios recién acabados, muchos jóvenes deciden marcharse al extranjero. Una forma de vivir esta aventura es irse de au pair, es decir, hospedarse con una familia a cambio de cuidar de sus hijos a media jornada y recibiendo una paga por ello. Alicia (nombre ficticio) pensó que era una buena opción y, aunque había escuchado críticas de todo tipo, “cualquier cosa era mejor que estar en paro”. Peroconoció realmente las luces y las sombras de ser au pair cuando pasó seis largos meses en Estados Unidos. Tuvo que salir del país antes de tiempo, cuenta, porque sus anfitriones le hicieron la vida imposible. “Durante la última semana mi pareja me enviaba comida desde España porque no me dejaban entrar en la cocina”, recuerda.

Me hicieron trabajar con un esguince y con fiebre

Se sintió explotada, infravalorada y fuera de lugar. Ella había ido a disfrutar de un intercambio cultural, pero se encontró encargándose de los niños y de tareas de la casa que no le correspondían hasta 50 horas a la semana por unos 186 euros. “Me hicieron trabajar con un esguince y con fiebre”, asegura. Sin embargo, también reconoce que no todas las au pair, que en su mayoría son chicas, pasan por estas situaciones. De hecho, afirma que repetiría la experiencia con algunos cambios: depende mucho de en qué casa termine.

Andrea Ramos, por ejemplo, habla de su experiencia en Irlanda durante nueve meses como "fantástica" e "inolvidable". En su caso, se dedicaba casi exclusivamente a cuidar de un menor de tres años y se sintió parte de su familia de acogida durante todo momento. "Una vez tuve que ir al médico y la madre me llevó a las cuatro de la mañana", rememora emocionada.

Lo cierto es que las au pair tienen derechos reconocidos, como el de una habitación propia y todas las comidas, y unas obligaciones establecidas que no pueden propasarse. Además, cada país estipula la retribución mínima y las horas máximas de trabajo y existen agencias dedicadas a esta actividad que disponen contratos y exigen incluso múltiples requisitos a las jóvenes. Si esto se cumple o no, es responsabilidad de las familias, según cuentan algunas jóvenes entrevistadas por RTVE.es, que ofrecen también consejos para evitar vivencias desagradables.

Qué es ser au pair, según la teoría: requisitos, derechos y tareas

La palabra au pair puede traducirse desde el francés como “a la par” o “a partes iguales” y hace referencia a la relación entre una familia de acogida y el extranjero al que dan hogar a cambio del cuidado de menores. Son normalmente mujeres jóvenes de entre 18 y 30 años, suelen pasar entre seis y 12 meses en la casa y reciben una paga semanal, señala en su web la Asociación Internacional de Au pair. El objetivo es proporcionar “una increíble oportunidad para aprender” y conocer en profundidad un país mientras se consigue, incluso, una ayuda económica. Por ello, se establecen una serie de derechos y tareas máximas, así como unos requisitos que dejen tranquilas a las familias.

Hay varias formas de convertirse en au pair, sin embargo, la más segura es posiblemente a través de las agencias. Según la fundadora de Au Pair First, Susana Álvarez, contar con la ayuda de profesionales es indispensable para evitar las malas experiencias. Son las agencias las encargadas de elaborar contratos que garanticen el intercambio cultural y no la explotación laboral. Igualmente, les corresponde a ellas comprobar que las jóvenes pasen un control médico y otras condiciones, como un mínimo de horas previas trabajadas con niños.

Mamás y papás - Au Pair: la hermana mayor que vino del extranjero - 14/02/21 - Escuchar ahora

Entre las tareas que pueden demandarse a las jóvenes se encuentran ayudar a vestir a los niños, prepararles el desayuno y pequeñas comidas, ordenar su habitación y llevarlos y recogerlos del colegio. Adicionalmente, es posible que sean requeridas para hacer algunas tareas ligeras del hogar, como pasar la aspiradora, cocinar, planchar la ropa de los niños o hacer las camas, aunque sin que recaiga en ellas todo el peso del hogar.

Y, pese a que se les pide cierta flexibilidad para imprevistos cotidianos, el acuerdo europeo sobre la colocación au pair firmado en Estrasburgo en 1969, y ratificado por España en 1988, establece un límite de cinco horas al día. Otros de los derechos que señala el texto son un día libre a la semana, pensión completa y tiempo suficiente para asistir a cursos de idiomas.

El programa AuPair permite a jóvenes de diferentes partes del mundo vivir con una familia de otro país durante una temporada

Por su parte, la ayuda económica varía en función de las horas, las tareas y el país, pero suele rondar entre los 80 y los 150 euros a la semana. Unos importes que, junto a los derechos antes mencionados, animan a las jóvenes a embarcarse en la aventura. El problema es que la realidad puede distar mucho de estas promesas, denuncian algunas au pair a RTVE.es.

Horas de más, maltrato y sin desconexión: las quejas de algunas jóvenes

Antes de irse de au pair, la mayoría ha investigado al respecto y conoce múltiples experiencias, ya sea a través de amigas y conocidas o de portales de Internet. Las jóvenes entrevistadas cuentan que muchas son negativas, sobre todo respecto al incumplimiento del límite horario, pero también hay algunas realmente positivas que aseguran haber vivido una etapa inolvidable. Sin embargo, a Alicia le trataban "como a una empleada doméstica" y, además, "de una manera muy denigrante".

La joven cuenta que su familia de acogida la explotaba laboralmente y le encargaba tareas como limpiar la cocina o hacerle la cama y la colada a los padres constantemente. La situación se volvió insostenible meses más tarde. Durante la última semana en su familia de acogida, Alicia tenía prohibido entrar en la cocina y casi salir de su habitación. "El 31 de diciembre lo pasé sola encerrada", recuerda. De esa casa se marchó a los seis meses y tuvo una mejor experiencia en otro hogar estadounidense, pero al llegar a España le diagnosticaron ansiedad y depresión en consecuencia.

Me trataban como a una chacha

Paula (nombre ficticio) estuvo un mes y medio de au pair. Las constantes discusiones, los gritos entre los padres y la explotación laboral hicieron que su aventura terminase mucho antes de lo previsto: "Me trataban como a una chacha". Se embarcó sin agencia y sin contrato, algo de lo que se arrepiente, y terminó encargándose de muchísimas más cosas de las acordadas, como pasear al perro "hasta paseaba al perro tres o cuatro veces al día". Acabó trabajando 50 o 60 horas a la semana y vivió peculiares situaciones que nunca se le olvidarán. "A veces cuando usaban una sartén para cocinar y yo estaba en la habitación me mandaban una foto por WhatsApp para que bajase a limpiarla", asegura a RTVE.es.

Aprender un idioma en una familia extranjera mientras se ayuda cinco horas al día cuidando a los más pequeños. Esta es la esencia de lo que se denomina experiencia `au pair¿. Los expertos recomiendan que siempre haya un organismo solvente detrás de estos viajes de manera que pueda mediar en caso de problemas y evitar posibles fraudes.

"Aunque te lo vendan como un intercambio cultural, trabajas muchísimo", explica también Daniela desde Países Bajos, donde lleva 11 meses de au pair. Ella se considera una afortunada porque apenas realiza tareas del hogar: solo cocina dos o tres días a la semana para la madre. El resto del tiempo, lo pasa haciéndose cargo de los niños, el verdadero objetivo de las au pair. No obstante, lamenta sobrepasar las horas estipuladas y se queja de la imposibilidad de desconectar al vivir en el mismo lugar en el que se trabaja.

El lado positivo y los consejos de las au pairs antes de viajar

Aún más positivo es el testimonio de Andrea Ramos. Sus anfitriones, dice, respetaban escrupulosamente su contrato, la tenía en cuenta como un miembro más del hogar y pudo mejorar considerablemente su nivel de inglés durante los nueve meses que vivió en Irlanda. Entre otros beneficios, cuenta que la experiencia como au pair le ayudó a ser más independiente, a trazar "amistades mucho más profundas" y "a ganar una familia".

Para la fundadora de Au Pair First, Susana Álvarez, el relato de Ramos no es extraño; asegura que la mayoría de las jóvenes que acuden a agencias responsables "no tienen ningún problema con las familias escogidas", y, de haberlo, se les facilita un cambio rápidamente. El problema, explica, llega cuando las au pair viajan sin contratos, sin apoyo profesional o con la ayuda de agencias que tienen escaso trato humano. "Algunas son como una aplicación de citas", bromea, y no reaccionan adecuadamente ante los conflictos que puedan surgir. Por eso, tanto ella como las au pair confían en que, con algunos consejos, puedan evitarse los malos ratos.

"Puede valer mucho la pena, pero hay que tener mucho cuidado con las personas para las que vas a trabajar", es la principal recomendación que ofrece, por su parte, Alicia. En ese sentido, anima a hablar con todas las au pair que hayan estado previamente con la familia, y no solo con la inmediatamente anterior.

"Yo le hubiese preguntado absolutamente todo a las otras au pair", dice también Paula. Desde la hora a la que se levantaba y las tareas que tenía que hacer diariamente hasta la relación que tenían los padres. Por eso, aconseja pedir a las chicas que ya hayan pasado por la casa que cuenten su experiencia real "y dejando las cosas muy claras", pues es lo que a ella le habría ayudado escuchar.

Igual tienes que volverte a casa y no pasa nada

Asimismo, las jóvenes recomiendan poner límites desde el principio e incluso antes de coger el avión, así como ir con la mente abierta a la posibilidad de que "no sabes lo que te vas a encontrar, igual tienes que volverte a casa y no pasa nada". Al fin y al cabo, saben que, aunque las precauciones ayudan, en todas las familias se cuecen habas y es quizás más una cuestión de suerte. Lo más importante, explican, es no tener miedo a cambiar.