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Día del Libro

Diseñando la identidad de los libros: "La portada se ha convertido en un espectáculo"

  • "Hay una tendencia de buscar nuevas fórmulas y diseños más trabajados", explica una diseñadora
  • Las grandes editoriales buscan cierta estabilidad en sus estilos y los pequeños arriesgan más

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'Marranadas', de Marie Darrieussecq (Tránsito), 'Lolita', de Vladimir Nabokov (Anagrama) y 'Ceniza en la boca', de Brenda Navarro (Sexto Piso)
'Marranadas', de Marie Darrieussecq (Tránsito), 'Lolita', de Vladimir Nabokov (Anagrama) y 'Ceniza en la boca', de Brenda Navarro (Sexto Piso)

Las editoriales siempre han intentado sorprender al lector con las portadas de sus libros. A través de colores vivos, dibujos enigmáticos o formatos originales, la cubierta es una carta de presentación que guarda las intenciones del relato que hay entre sus páginas y, además, es clave en las estrategias comerciales. En general, las grandes empresas buscan una imagen estable y las pequeñas intentan llamar la atención.

En España, la industria sigue el estilo de la tradición editorial europea continental, tienen un diseño muy marcado en el que intentan plasmar su huella. "En Italia y en Francia las colecciones literarias están muy marcadas por la editorial", comenta Silvia Sesé, directora de Anagrama. Una técnica con la que “se pretende que el lector reconozca" la marca para fidelizar, señala José Hamad, editor de Sexto Piso.

En cambio, otras casas más comerciales siguen la corriente anglosajona buscando que cada libro sea único por sí mismo. “Hacen como en Inglaterra, muchas veces no ponen el logotipo ni su nombre en la portada”, añade Hamad.

Marcar un estilo de diseño: la importancia de la identidad

Cada editorial acostumbra a plantear un tipo de diseño que proporcione una identidad a cada colección. "Realmente hay una convicción de que cada una debe tener una dirección", afirma Silvia Sesé.

'Las madres no', de Katixa Agirre

'Las madres no', de Katixa Agirre Tránsito

Un ejemplo es la independiente Tránsito, que siempre tuvo claro que quería que el estilo minimalista fuera una "marca de la casa". Sus libros se caracterizan por tener un color mate de fondo con una pequeña imagen en el lado derecho, debajo del título y la autora.

"Tener un estilo tan marcado hace que los libros sean muy reconocibles, que las lectoras y lectores entiendan en cuestión de segundos que lo que está viendo es un libro de Tránsito", comenta su diseñadora Donna Salama.

En Anagrama, entre sus colecciones más clásicas se encuentran Panorama de narrativas y Narrativas Hispánicas, que siguen el mismo diseño de sus comienzos, y propicia a que los lectores descubran nuevos autores. "Es una forma de decirle al lector que un autor desconocido está en una colección que sí ha leído anteriormente", explica Sesé.

También hay lugar para saltarse las pautas establecidas. "A veces rompemos el cuadrado típico de la imagen y la ilustración salta de ese cuadrado", indica Sesé. Así que se aprovecha más espacio del cuadro, incluso el color del fondo, como ocurre con Tiempo curvo en Krems, de Claudio Magris, de la colección Panorama de Narrativas.

Portadas de 'Tiempo curvo en Krems' y 'Dos damas muy serias', de Anagrama, y la de 'Ceniza en la boca', de Sexto Piso

Aunque esta innovación ha estado desde el primer momento en la editorial. "En el número uno de Panorama de Narrativas, en Dos damas muy serias, de Jane Bowles, ya hay como una salida del cuadrado", incide la directora editorial.

'Vida de Barbara Loden', de Nathalie Léger

'Vida de Barbara Loden', de Nathalie Léger Sexto Piso

La colección Narrativa de Sexto Piso ha creado su identidad a través de una franja rectangular, que contiene el nombre del autor/a y el título, con la que pretenden un diseño "discreto y reconocible".

Ceniza en la boca, de Brenda Navarro, es la prueba de este estilo. Además, han conseguido una cubierta "atractiva y muy enigmática", apunta Hamad.

Aunque a veces varían los diseños de esta colección en los libros más cortos, como por ejemplo con Vida de Bárbara Loden, de Nathalie Léger. "Se respeta la misma tipografía y no tienen la franja de arriba, pero tratamos de seguir siendo reconocibles", indica Hamad.

Cubiertas sin ilustraciones

Algunas editoriales en determinadas colecciones omiten cualquier tipo de imagen en sus portadas para encontrar una identidad distinta y diferenciar un género literario.

'La responsabilidad de los intelectuales', de Noam Chomsky

'La responsabilidad de los intelectuales', de Noam Chomsky Ensayo (Sexto Piso)

En Sexto Piso este estilo es común en el conjunto Ensayos, que habitualmente es "tipográfico por completo". Además, suelen hacerse con otro tipo de papel "más especial".

"El diseñador Joaquín Gallego tiene toda libertad y ha hecho cubiertas fantásticas y muy interesantes en cuanto a su concepción gráfica, solo con tipografía", comenta Hamad.

'Filosofía Felina. Los gatos y el sentido de la vida', de John Gray

'Filosofía Felina. Los gatos y el sentido de la vida', de John Gray Ensayo (Sexto Piso)

Aunque siempre hay lugar para las excepciones, en algunos casos han incluido imagen, como ha ocurrido recientemente con la publicación de Filosofía Felina. Los gatos y el sentido de la vida. Se trata de un ensayo con un gato ilustrado, aunque la tipografía sigue teniendo protagonismo.

En el mismo tipo de género literario, Anagrama tiene un conjunto de ensayos en los que tampoco hay imagen en sus cubiertas. Se trata de Nuevos Cuadernos Anagrama, que rescata la colección antigua Cuadernos Anagrama de los años 60 y 70.

"Eran del mismo tamaño y también se hacían de distintos colores", señala Sesé. Con estos libros pretendían hacer un "guiño al formato y los colores de la primera colección y renovarla", añade.

'Los enemigos', de Kiko Amat, 'Monstruas y Centauras', de Marta Sanza y 'Ofendiditos', de Lucía Lijtmaer

'Los enemigos', de Kiko Amat, 'Monstruas y Centauras', de Marta Sanza y 'Ofendiditos', de Lucía Lijtmaer Nuevos Cuadernos Anagrama

Las imágenes: la gran identidad del relato

La mayoría de las veces, las ilustraciones, los dibujos o las fotografías suelen determinar el diseño al ocupar una parte importante de la cubierta. En Sexto Piso, por ejemplo, la imagen ocupa alrededor de un 70% de la portada con la que intentan "reflejar el espíritu de cada libro" entre el editor y el diseñador de forma conjunta.

'Los nombres propios', de Marta Jiménez Serrano

'Los nombres propios', de Marta Jiménez Serrano Narrativa (Sexto Piso)

Para ello se basan en el contenido y en el tipo de libro: "A veces necesita una imagen más clásica, y se elige una pintura o una obra de arte clásica, otras puede ser una ilustración y a veces buscamos una fotografía que cuadra con el espíritu de la obra", explica Hamad.

En ocasiones también llaman a algún ilustrador por su estilo, como ocurrió con Los nombres propios, de Marta Jiménez Serrano. La ilustradora Lara Lars hizo un collage que tuvo "muy una buena acogida y fue muy llamativo para el público", indica Hamad.

El collage ofrece un sinfín de posibilidades

En Tránsito, apuestan también por esta técnica: "la editora Sol Salama y yo somos amantes de la fotografía, pero estuvimos de acuerdo en que el collage ofrece un sinfín de posibilidades", comenta la diseñadora Donna Salama.

Composiciones con recortes de imágenes que permiten contar las "emociones profundas y viscerales" que marcan su línea narrativa. "El collage permite huir de lo literal y ser más sugerente y evocativo", señala Salama.

De esta forma, en la cubierta de Entre los rotos, de Alaíde Ventura Medina, se juega con una imagen rasgada porque la narradora hace un recorrido por su juventud a partir de las fotografías.

El recorrido creativo con cada libro es distinto. "Suelo hacer muchas notas mientras estoy leyendo y en muchas ocasiones a través de ellas nace la idea que acaba en la portada", destaca Salama.

'El pasajero', de Ulrich Alexander Boschwitz

'El pasajero', de Ulrich Alexander Boschwitz Narrativa (Sexto Piso)

El proceso de creación puede ser largo y complejo y no siempre se llega a estar de acuerdo con el resultado. Con el trabajo El pasajero, de Ulrich Alexander Boschwitz, el editor José Hamad y el ilustrador Riki Blanco se quedaron insatisfechos, así que no esperaban la acogida internacional que tuvo después.

"Recibimos propuestas de editoriales internacionales, como en Inglaterra y en Grecia, que querían usar la misma imagen, así que habíamos capturado el espíritu del libro seguramente mejor de lo que nos imaginábamos", señala Hamad.

En Anagrama se pretende que "el objeto represente estéticamente lo que dice el contenido", señala Sesé. Un claro ejemplo es Obra maestra, de Juan Tallón, que trata sobre la desaparición de una obra de arte del Museo Reina Sofía, que pesa 38 toneladas. "Es una portada vacía, solamente aparece la cartela de la obra de arte", indica Sesé.

'Obra maestra', de Juan Tallón

'Obra maestra', de Juan Tallón Narrativas Hispánicas (Anagrama)

Uno de sus últimos diseños de los que Donna Salama está más orgullosa es Marranadas, de Marie Darrieussecq, un libro que trata sobre la mercantilización y el consumo del cuerpo femenino. Lo considera como "un texto furioso pero amable y tierno a la vez", así que ha plasmado "la delicadeza y la rabia".

Para conseguir el contorno de la cabeza de cerdo, Salama se puso una careta y se hizo un autorretrato en la misma posición que tiene la mujer de la portada "para conseguir una buena composición" en el collage.

La importancia de las portadas para las librerías

El diseño de las cubiertas es un elemento que tiene mucho poder en las librerías tradicionales. “Hay una exhibición muy fuerte y es donde nos gusta que los clientes compren”, destaca Hamad. Al entrar el lector ve miles de portadas, así que es necesario despertar su interés. “El libro te entra por los ojos y se llama la atención del tipo de público con cada cubierta”, explica el editor.

'Marranadas', de Marie Darrieussecq

'Marranadas', de Marie Darrieussecq Tránsito

En cambio, en la compra digital el lector va con un objetivo claro. “Llega allí buscando por otro sitio, no por ojear varios libros”, comenta. Además, el avance de la digitalización en cierta medida ha puesto en peligro al libro físico.

“Más que el miedo a que el libro digital sustituya al papel, están las redes sociales, las series y el bombardeo continuo de estímulos al que estamos expuestos, y creo que esto supone una mayor amenaza”, señala Salama.

En las portadas hay más necesidad de sobresalir y distinguirse

Estas interacciones constantes llevan a que pueda haber más competencia, y “más necesidad de sobresalir y distinguirse”, apunta Hamad. “En cierto sentido, cada vez tendemos más hacia la portada como espectáculo”, añade.

Para competir en este mercado tan complicado, las editoriales independientes apuestan por diseños más llamativos. "Hay una tendencia de buscar nuevas fórmulas y diseños más trabajados, de dar más valor a la cubierta", confirma Salama.

Sorprender al lector y encontrar el diseño adecuado es un trabajo constante que las editoriales han hecho toda la vida. Silvia Sesé sostiene que el cuidado y la innovación han estado siempre y seguirán. "A la gente que hace libros, le gusta mucho cuidar los detalles", afirma.