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Elecciones en Francia

El hundimiento de la izquierda francesa: debilitada, dividida y con un único candidato con opciones

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Yannick Jadot (Grupo Los Verdes / Alianza Libre Europea), Anne Hidalgo (Partido Socialista) y Jean-Luc Mélenchon (La Francia Insumisa) 
Yannick Jadot (Grupo Los Verdes / Alianza Libre Europea), Anne Hidalgo (Partido Socialista) y Jean-Luc Mélenchon (La Francia Insumisa) 

Francia elige a su próximo presidente este domingo en unas elecciones en las que, si se cumple lo que pronostican las encuestas, la izquierda se encamina hacia una debacle histórica. Ninguno de los cinco candidatos del bloque, seis si se incluye al del partido de los ecologistas, parece convencer a un electorado mucho menos movilizado que el de la derecha en unos comicios que, según los sondeos, cosecharán un porcentaje de abstención récord.

El Partido Socialista, que hace tan solo cinco años presidía la República, se ha desplomado hasta un 2% en intención de voto para su candidata en estas presidenciales, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Entre el resto del bloque, únicamente destaca Jean-Luc Mélenchon, candidato de La Francia Insumisa, el único que supera las dos cifras en las encuestas con un promedio del 14,7%, un resultado que estaría cinco puntos por debajo del que obtuvo en las presidenciales de 2017.

¿Qué le pasa a la izquierda francesa? “Ellos mismos se hacen esta pregunta desde hace unas cuantas elecciones”, expone a RTVE.es la profesora de Ciencia Política de la URJC Irene Sánchez Vitores. Por un lado, menciona la evidente fragmentación del bloque, ya que “la división no suele ser una buena carta de presentación de cara a unas elecciones”, pero también la imposibilidad de la izquierda para encontrar un proyecto político que pueda defender en un contexto actual. “Le falta un mensaje que pueda funcionar bien, porque algunos temas para la izquierda son claramente incómodos y la inmigración es uno de ellos. Para la izquierda en general y la izquierda francesa en particular”, añade.

"Acumulan reivindicaciones, pero no saben ni cómo darles respuesta, ni cuáles deberían ser las prioridades", puntualiza el investigador Héctor Sánchez Margalef en una nota de CIDOB. Además, señala la falta de un liderazgo lo suficientemente carismático y transversal en una izquierda que "no ha sabido dibujar un futuro" donde integrar a un electorado cada vez más diverso con problemas y prioridades distintas.

Jorge Tamames, investigador del Real Instituto Elcano apunta a una “derechización” de la sociedad francesa que se refleja en los resultados de las encuestas de opinión de los últimos años. “La cuestión es hasta qué punto esto tiene que ver con las preferencias políticas de la gente o con los temas de los debates”, expone a RTVE.es. En las campañas electorales francesas la identidad nacional, las cuestiones de seguridad e inmigración y la inflación son recurrentes. Lo están siendo también en estas elecciones y suscitan “un marco de debate que favorece a las posiciones de la derecha y sobre todo de la derecha radical”.

También hay que tener en cuenta quiénes son ahora los votantes del bloque y el hecho de que la ultraderecha francesa esté atrayendo parte de un electorado tradicionalmente de izquierdas. Ocurre, por ejemplo, en regiones del norte del país azotadas por la desindustrialización, donde el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, ha conseguido atraer a las clases populares. "No es que siempre la extrema derecha atraiga a los votantes trabajadores, sino que Le Pen ha hecho una apuesta explícita de defender medidas con cierto carácter obrerista", algo que ha fracturado también parte de la base electoral de la izquierda.

Un apoyo insuficiente más allá de la fragmentación

El bloque de izquierdas llega a estos comicios fuertemente dividido. De nada sirvieron las primarias populares organizadas por activistas independientes a principios de año con el objetivo de elegir a un aspirante que aunara el apoyo de las distintas fuerzas. Ninguno de los principales candidatos y partidos se comprometieron con el proceso, y al alzarse victoriosa la exministra socialista Chistine Taubira, que no estaba adscrita a ninguna formación, se acabó creando una candidatura más entre las ya existentes que finalmente no logró los apoyos necesarios para entrar en la carrera hacia el Elíseo.

Si sumamos los porcentajes de sus seis candidatos, el voto de izquierda representa en torno al 30% del total. Sin embargo, unir fuerzas no es tarea fácil en un bloque caracterizado por su heterogeneidad. “Hay sensibilidades distintas, incluso dentro de un mismo bloque, que van desde un centroizquierda reformista a una izquierda muy radical”, apunta Tamames. Muchos de esos votantes no están de acuerdo unos con otros y mientras unos se decantarían por una opción centrista como Macron, que ya captó votos de la izquierda en 2017, otros optarían por un candidato de izquierda radical, como Mèlenchon o Fabien Rousel.

Sin embargo, cabe recordar que la fragmentación no es una característica exclusiva de la izquierda y que la derecha francesa también está profundamente dividida. “La diferencia es que tiene a tres candidatos con posibilidades de superar el 10% según los sondeos”, expone a RTVE.es Andrés Santana, profesor y coordinador del departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid.

En algún momento, de todos ellos se ha barajado la posibilidad de que pudiera pasar a una segunda vuelta, algo que no ha ocurrido entre los aspirantes de la izquierda más allá de Mélenchon. “Lo que más importa es el bajo apoyo a la izquierda en su conjunto, y sobre todo al Partido Socialista, que protagoniza una debacle en las presidenciales”, argumenta Santana.

El electorado de izquierdas llega desmotivado a unas elecciones que estarán marcadas, según las encuestas, por una alta abstención en torno al 30%. Los partidos que optan a representarles no han sabido encontrar su espacio, ni proyectar un discurso identitario con el que marcar la diferencia. “Cuando hay vacío, la derecha domina”, expone a RNE Juan Branco, activista político francés. “Cuando no hay discurso político, dominan las fuerzas conservadoras que quieren preservar el sistema tal y como está”, añade.

El peor resultado del Partido Socialista francés

Los sondeos advierten que Francia no es París y que la candidata del Partido Socialista, Anne Hidalgo, que ganó las elecciones municipales de 2020 y fue reelegida como alcaldesa de la capital, no va a correr la misma suerte en las presidenciales. Las encuestan vaticinan un insignificante 2% en intención de voto que sitúa a la socialista por debajo de la apuesta del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel (3,5%) o del ecologista Yannick Jadot (6%). Hidalgo solo quedaría por delante de los dos candidatos de extrema izquierda, Nathalie Arthaud, de Lucha Obrera, y Philippe Poutou, del Nuevo Partido Anticapitalista.

Mientras, la formación sobrevive a nivel regional y municipal, no consigue remontar en unas presidenciales en las que Macron todavía parece acaparar el voto útil contra la ultraderecha. La divergencia entre unos comicios y otros se da porque estos partidos tradicionales, explica Tamames, "tienen una infraestructura que las nuevas formaciones no tienen, porque muchas veces son un movimiento en torno a una persona, como en el caso de Macron".

Además, en el caso francés, "la política territorial es mucho más personalista y los candidatos están muy vinculados a su territorio", expone Sánchez Vitores. Puede ocurrir, por lo tanto, que no necesariamente se vote a una marca política, sino al propio candidato. "Esto ha permitido que en algunos territorios, aunque la marca política estuviera devaluada, el partido sobreviviera".

Sin embargo, a nivel nacional la situación es muy distinta. El último presidente socialista anterior a la era Macron, François Hollande, perdió popularidad tras una serie de escándalos personales y políticas económicas con poca acogida entre la base electoral de izquierda. De hecho, el expresidente optó por no presentarse a una reelecciónque se antojaba improbable. "Se produjo un gran desencanto con la presidencia de Hollande y desde entonces el Partido Socialista no ha logrado levantar el vuelo", expone Santana.

El sistema de doble vuelta podría jugar su papel en el bajo porcentaje de votos del Partido Socialista. "De alguna manera privilegia a los candidatos con cierta posibilidad de competir en segunda vuelta, y al haber quedado por debajo de Mélenchon y muy por debajo de Macron en los sondeos, algunos pueden pensar que al único que merece la pena votar sea al candidato de La Francia Insumisa". Se convierte, dice el experto, en una especie de "profecía autocumplida".