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Cine

Así es el 'West Side Story' de Spielberg: todo bien, (casi) todo igual

  • El director respeta la película original como un diamante que apenas hay que tallar
  • Buena parte de los diálogos son en español y no se subtitularán en EE.UU.

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En el primer plano de la nueva West Side Story, unas escaleras de incendios abandonadas entre escombros parecen un aviso: olvida lo que has visto, vamos a reconstruir todo. Nada de eso. Durante dos horas y cuarenta minutos Steven Spielberg ha tratado la película original de 1961 como un diamante que apenas hay que tallar, sino más bien mimar con su inmenso talento narrativo. Nada podía fallar y nada ha fallado: su West Side Story es una joya que será una hermosa imitación o un bello regalo según sea el espectador neófito o veterano.

Spielberg abordando un clásico tenía los dispares referentes de la aceptable actualización de La Guerra de los Mundos y la fallida revisión de Peter Pan en Hook. Sin llegar al chiste de Gus Van Sant con Psicosis y su remake plano a plano, Spielberg ha mostrado un respeto total por la película de Robert Wise. También por las coreografías de Jerome Robbins y por la adaptación de Ernest Lehman Y evidentemente por la música de Leonard Bernstein y letras del recientemente fallecido Stephen Sondheim. ¿Para qué destruir hombros de gigantes?

Rachel Zegler brilla como María

Para los particulares Romeo y Julieta, Spielberg ha reclutado a dos intérpretes de formación musical. Ansel Elgort, protagonista de Baby driver, sucede a Richard Beymer como Tony. Elgort es más actor que Beymer y cumple, pero confirma que Tony es el personaje más soso de la obra.

Ansel Elgort como Tony y Rachel Zegler como María.

Ansel Elgort como Tony y Rachel Zegler como María. © 2021 20th Century Studios

Mayor era el reto para Rachel Zegler como sustituta de Natalie Wood (que no cantaba) y mayor ha sido el éxito. La cantante y actriz debutante de 20 años brilla y roba cada escena con su mirada y voz. Lo mismo puede aplicarse a los secundarios David Álvarez (Bernardo, hermano de María), Mike Faist (Riff) o Ariana DeBose (Anita).

La herencia hispana de Zegler es más remota (su madre tiene orígenes colombianos), pero es un aspecto que se ha cuidado frente al whistewashing del original, donde muchos Sharks tenían directamente el rostro coloreado.

Español sin subtítulos en una película bilingüe

“¡En inglés, por favor!” es seguramente uno de los diálogos más repetidos de la película. Sin duda la apuesta más valiente, y las más honesta, ha sido la gran presencia de diálogos en español de los personajes puertorriqueños, testimoniales en el original.

Al ganar el Oscar por Parásitos, Bong Joon-ho agradeció que se rompiera “el muro de los subtítulos”. Pero Spielberg ha ido más allá y los ha eliminado: el espectador angloparlante va a escuchar buena parte de la película estupefacto como los propios personajes blancos. En rueda de prensa, Spielberg defendió ayer así su propuesta: "No subtitulé los diálogos en español por una cuestión de respeto y por reconocer un contexto en el que se hablan los dos idiomas. Quiero que se congreguen espectadores angloparlantes e hispanohablantes y que durante la proyección se escuche la risa de grupos que entienden ciertas cosas en español".

También es un reconocimiento comercial a la realidad multilingüe de EE.UU. donde casi 60 millones de personas hablan español, el segundo idioma más estudiado en todos los niveles educativos del país y la segunda lengua materna en la mayoría de los estados.

No es la raza, es la pobreza

“No es la raza, es el territorio”, dice un personaje. La lucha entre americanos y puertorriqueños es una lucha entre desplazados de la sociedad que no han tenido oportunidades. El nuevo guion de Tony Kushner (Munich, Lincoln) lo explicita en el nuevo pasado de Tony, una de las modificaciones sobre el original de Arthur Laurents: es un exconvicto que pasó una temporada en prisión tras una pelea. La delincuencia juvenil de los blancos es el resultado de la falta de futuro y la lectura política conecta con la América polarizada de la actualidad, donde la era Trump agravó el enfrentamiento entre desfavorecidos avivando la xenofobia.

Ariana DeBose como Anita y David Álvarez como Bernardo.

Ariana DeBose como Anita y David Álvarez como Bernardo. Niko Tavernise

Escenario de posguerra

El gran cambio de escenografía y decorado es situar la acción en la construcción del Lincoln Center, en gran centro cultural neoyorquino situado al sur del Upper West Side. El derribo de las antiguas viviendas proporciona un escenario prácticamente de posguerra europea (ojo al guiño a Roma, ciudad abierta en la escena final).

Janusz Kaminski, habitual director de fotografía de Spielberg, aprovecha el decorado y convierte la película en un festival expresionista de flare (o destello de lente): prácticamente en cada plano hay un foco, una farola y cualquier otra fuente de luz que apunta a la cámara.

Rita Moreno: de Anita a Valentina

La inolvidable Anita de la versión original (y única persona viva que acumula el Emmy, Grammy, Oscar y Tony) es también productora ejecutiva de la nueva versión y la gran novedad del guion. Interpreta a Valentina, una mujer puertorriqueña, viuda de un estadounidense, que regenta el colmado en el que trabaja Tony.

Rita Moreno como Valentina y Ansel Elgort como Tony.

Rita Moreno como Valentina y Ansel Elgort como Tony. © 2021 20th Century Studios

Para Spielberg es más que un homenaje: le reserva cantar "Somewhere" y elevar así el canto de los amantes a otro más general, sobre la esperanza de un futuro de hermandad. También puede que sea el único resbalón de la película que, como en toda película de Spielberg, cuenta con una coda moral que subraya el mensaje. Un pequeño precio a pagar para tanta maestría.