Enlaces accesibilidad
Música

El legado rural y campesino de la música castellano-manchega

  • Javier Cuéllar, músico tradicional e investigador, colecciona más de 100 instrumentos campesinos
  • Seguidillas, jotas, fandangos… La región posee un folclore rico y variado

Por

Javier Cuéllar y su colección de instrumentos medievales
Javier Cuéllar y su colección de instrumentos medievales

La gran extensión de Castilla-La Mancha hace que también lo sean sus gentes, sus tradiciones y su folclore. Por eso, la música castellano-manchega es rica y variada. Jotas, manchegas, fandangos, seguidillas… Música tradicional que procede, en su gran mayoría, del mundo rural y campesino. Ahondar en estos orígenes es precisamente el objetivo del investigador Javier Cuéllar.

La percusión doméstica era la más generalizada

Castilla-La Mancha ha sido y es tierra de agricultura. Por eso, no es de extrañar que el origen y la base de muchos de sus estilos musicales sean el laboreo y la vida rural. Javier Cuéllar, natural de Iniesta (Cuenca), colecciona más de 100 instrumentos medievales de las cuatro familias musicales: rabeles, cítaras, salterios, flautas de tres agujeros… Pero también otros tan comunes como las cucharas, las cántaras, las sartenes o las tapaderas.

“Hay un grupo de objetos que no son instrumentos musicales, que son utensilios de cocina”, explica Javier. “Con ellos se hacía música en Castilla-La Mancha. Por ejemplo, si tú tenías una cántara en casa, sabiendo utilizar simplemente ritmos básicos, podrías cantar y contar historias”.

Preservar el folclore castellano-manchego

Otro instrumento que el investigador tiene en gran estima es la huesera. “Un instrumento pastoril compuesto por huesos de animales en forma de lo que actualmente conocemos como un xilófono”, detalla.

Muchos de ellos ya están en desuso. Se utilizan precisamente para lo que yo hago: para mostrarlos

Son artilugios que con el paso del tiempo pierden su uso y quedan en la memoria. “Muchos de ellos ya están en desuso. Se utilizan precisamente para lo que yo hago: para mostrarlos”. Y es que con el objetivo de que no caigan en el olvido, Javier organiza exposiciones y conciertos didácticos. “Recorro colegios, teatros, centros culturales… Allá donde me llamen. Muchas personas, sobre todo mayores, se sorprenden y recuerdan con cariño momentos de su infancia”.

El último pitero de Iniesta

Pero la región también cuenta, por supuesto, con instrumentos musicales propiamente dichos. Es el caso del guitarrillo manchego o la dulzaina, también conocida como “pita” en el sur de La Mancha. La pita es un instrumento de viento con un sonido agudo muy intenso que acompaña a algunas danzas de la cultura popular.

Precisamente, Javier Cuéllar es el último pitero de su comarca: La Manchuela Conquense. “Aún se mantienen algunas fiestas en la región que van acompañadas de dulzainas, pero piteros ya no hay”, se lamenta el músico. “Yo tengo la suerte de que toco la pita en las fiestas de mi pueblo, Iniesta, también en el Corpus de Atalaya del Cañabate o en la fiesta del Cristo de Sisante”.

Letras que narran el día a día en el campo

Amante de la música, Cuéllar también se ha interesado por otras disciplinas vinculadas a ella. “Si después de comer vamos a cantar, pues la comida también me interesa; si vamos a bailar, pues los bailes también me interesan; si vamos a cantar, pues el lenguaje también”. Por ello, ya ha escrito 18 libros de temáticas variadas: antropología, gastronomía, lingüística…

Sobre este último aspecto, destaca, “no es de extrañar que, si la música emanaba de utensilios rurales, las letras también giraran en torno a él”. Así, las letras de las canciones populares de Castilla-La Mancha “hablan de la labranza, del azafrán, de la mujer… Y también utilizaban muchas coplillas picantes”. En definitiva, “así es la música de nuestra región: sencilla, campesina, humana… Compuesta ante todo para disfrutar”.