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Ciencia

La despoblación y reforestación de la Amazonia fue previa a la llegada de los europeos

  • Es la conclusión de un estudio cuyo objetivo era medir el alcance del impacto humano en la vida vegetal del planeta
  • La biodiversidad de las islas es la que más cambios ha sufrido con la llegada del hombre

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Imagen aérea del Amazonas
Imagen aérea del Amazonas

La pérdida de numerosas vidas indígenas que sufrió la Amazonia tras la llegada de los europeos en el siglo XV era considerada hasta ahora la principal causa de repoblación forestal que experimentó toda la cuenca del Amazonas. Sin embargo, los registros de polen fósil de la zona sugieren que la despoblación y la consiguiente repoblación forestal comenzaron siglos antes de la llegada de los europeos.

El investigador Mark Bush y sus colegas del Instituto de Tecnología de Florida, en Melbourne, Australia, han evaluado los registros de polen fósil de 39 lugares de la Amazonia, que muestran los cambios en la cubierta forestal durante los últimos 2.000 años. Los datos sugieren que, en muchos lugares, el abandono de la tierra y la repoblación forestal comenzaron entre 300 y 600 años antes de la llegada de los europeos.

La deforestación de la Amazonía avanza a pasos agigantados

Aunque los autores señalan que aún no se han identificado los mecanismos que impulsaron el abandono de tierras entre 950 y 1.500 años atrás, sugieren que los efectos en cascada del cambio ambiental, las pandemias preeuropeas y/o las luchas sociales podrían haber contribuido. Una situación muy distinta a la actual, con un bosque amazónico cada vez más deforestado.

El polen fosilizado destapa el impacto del ser humano en la vida vegetal

Esta investigación se enmarca en un trabajo internacional que ha estudiado el polen fosilizado de hace 5.000 años, que permite comprender la composición de la vegetación y cómo cambió desde las muestras de polen más antiguas hasta las más recientes.

Los resultados sugieren que el ritmo de cambio de la vida vegetal de un ecosistema aumenta de forma significativa durante los años posteriores al asentamiento humano.

El estudio, publicado este jueves en la revista Science, ha sido dirigido por la doctora Sandra Nogué, profesora de Ciencias Paleoambientales de la Universidad de Southampton (Reino Unido), y el profesor Manuel Steinbauer, de la Universidad de Bayreuth (Alemania) y la Universidad de Bergen (Noruega). Han participado investigadores de universidades e instituciones científicas de numerosos países y entre ellos expertos de las universidades Autónoma de Madrid, Alcalá de Henares, La Laguna (Canarias) o el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Cataluña (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Un cambio más acelerado en las islas

Han sido objeto del estudio 27 islas de todo el mundo, repartidas por todos los océanos, y entre ellas las de Gran Canaria, Tenerife y La Gomera, en España. La investigadora de la Universidad de La Laguna, Lea de Nascimento, ha explicado a Efe que los cambios que se producen en las islas son más rápidos que los que se registran en otros lugares, debido a su aislamiento y la limitación del espacio.

Los cambios fueron más acelerados en las islas de colonización más reciente, como las Galápagos, habitadas por primera vez en el siglo XVI. Las islas a las que llegaron los humanos hace más de 1.500 años, como Fiyi y Nueva Caledonia, experimentaron un ritmo de cambio más lento.

La doctora Nogué explica que "esta diferencia en el cambio podría significar que las islas pobladas antes fueron más resistentes a la llegada de los humanos, pero es más probable que las prácticas de uso de la tierra, la tecnología y las especies introducidas por los últimos pobladores fueran más transformadoras que las de los primeros".

Las alteraciones en los ecosistemas también pueden deberse a diversos factores naturales, como terremotos, erupciones volcánicas, condiciones meteorológicas extremas y cambios en el nivel del mar. Sin embargo, los investigadores han comprobado que las perturbaciones causadas por el hombre superan a todos estos fenómenos y el cambio suele ser irreversible.

¿Cómo reducir el impacto?

Lea de Nascimento ha advertido que "probablemente la resiliencia de los ecosistemas insulares no pueda mantenerse si la intensidad del impacto humano continúa a los niveles actuales".

"La degradación y pérdida de hábitats es tan intensa que algunas especies no van a poder recuperarse y acabarán por extinguirse en un futuro próximo, aunque no lo hayan hecho aún", ha precisado de Nascimento, quien ha insistido en que esto ocurre también a escala continental, pero que las estrategias de conservación deben tener en cuenta las particularidades de las especies y de los ecosistemas insulares.

La doctora Nogué espera que estos nuevos hallazgos puedan "ayudar a orientar los esfuerzos de restauración y proporcionar una mayor comprensión de la capacidad de respuesta de las islas al cambio".

La situación en Canarias

En el caso canario, donde el periodo de ocupación es "intermedio" -los aborígenes llegaron a las islas hace al menos unos 2.000 años- los patrones de respuesta de Tenerife y Gran Canaria han sido similares a los de otras islas del mundo, ha detallado de Nascimento, quien sí ha observado diferencias en La Gomera.

Allí, el impacto sobre la vegetación no ha sido tan notable, aunque la investigadora ha apuntado que se debe probablemente a la ubicación del sitio estudiado, una zona elevada con condiciones no tan favorables para el asentamiento de la población.

"La vegetación en Canarias ha sufrido transformaciones importantes desde periodos prehistóricos, con cambios en la composición de especies, incluyendo extinciones y extirpaciones, y reducciones en la distribución original de las principales comunidades vegetales, y estas transformaciones se han ido agravando con el tiempo", ha concluido la investigadora de la Universidad de La Laguna.