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El viaje de la vacuna

Vanuatu: el último kilómetro

  • La pequeña Joy Nowai es la primera niña del mundo que ha recibido una vacuna transportada en dron
  • Especial El viaje de la vacuna, un recorrido virtual por los cinco continentes

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Vanuatu: el último kilómetro

Un zumbido lejano anuncia la llegada del extraño visitante. Decenas de personas se han congregado en un claro del bosque para recibirlo. Los niños se agolpan en primera fila, con sus curiosos ojos muy abiertos, dispuestos a no perderse ni un detalle de lo que va a suceder en apenas unos minutos.

En mitad del cielo, sobre los árboles, aparece un artefacto volador, una mezcla de helicóptero y de avioneta en miniatura que se detiene sobre sus cabezas y comienza a descender lentamente, ante la atenta mirada de todos. Cuando por fin se posa en el suelo, un grupo de hombres y mujeres se acerca y golpea con ramas la tierra que hay a su alrededor, para espantar a los espíritus malignos. Después, la enfermera Miriam Nampil se acerca y, con todo el cuidado del mundo, extrae una nevera de su interior, en medio del aplauso de todos.

La enfermera Miriam Nampil extrae las vacunas del interior del dron.

La enfermera Miriam Nampil extrae las vacunas del interior del dron. JASON CHUTE / UNICEF

En total, trece niños y cinco mujeres embarazadas van a ser los destinatarios de su valioso cargamento. Nos encontramos en la remota isla de Erromango, perteneciente a Vanuatu, un país situado al sur del océano Pacífico. La pequeña Joy Nowai, de tan solo un mes de edad, se convertirá en la primera niña del mundo que reciba una vacuna transportada en dron.

La aeronave despegó de la Bahía de Dillon, al oeste de la isla, y ha recorrido 40 kilómetros por encima de espesas selvas y escarpadas barreras montañosas, antes de aterrizar en la Bahía de Cook. Las vacunas han viajado en un compartimento especial, protegidas dentro de una caja de poliestireno con hielo. Un indicador electrónico ha controlado en todo momento la temperatura, garantizando que se encontraba en ese rango de entre dos y ocho grados centígrados, imprescindible para preservar la eficacia del fármaco.

La pieza final del rompecabezas

La distribución de las vacunas, desde que salen del laboratorio hasta que son administradas, constituye un inmenso rompecabezas cuya pieza final puede ser también la más complicada. Es lo que se conoce como “el último kilómetro”. En lugares donde las infraestructuras son inexistentes, este último peldaño solo consigue salvarse haciendo uso de todos los recursos disponibles, lo que incluye desde las últimas tecnologías, como drones; hasta los medios más tradicionales, como burros, canoas o bicicletas.

La pequeña comunidad que habita en la Bahía de Cook carece de servicios tan básicos como instalaciones eléctricas o un centro de salud. Sin ninguna carretera que llegue hasta allí, mantener la cadena de frío es un reto que obliga a agudizar el ingenio. De esta manera, Vanuatu se ha convertido en el primer país donde se ha experimentado la entrega de vacunas con drones. Un banco de pruebas que puede servir no solo para el resto de naciones oceánicas, cuyas características son muy similares, sino para multitud de rincones del mundo que se caracterizan por su difícil acceso.

Una niña de Vanuatu recibe una dosis vacunal en la isla de Epi.

Una niña de Vanuatu recibe una dosis vacunal en la isla de Epi. JASON CHUTE / UNICEF

“La distribución de vacunas en las islas del Pacífico conlleva importantes desafíos logísticos, ya que se trata de los lugares más remotos que existen”, expone Ignacio Giménez, especialista en compras relacionadas con vacunación de UNICEF. Englobadas genéricamente en tres grandes grupos -Polinesia, Micronesia y Melanesia-, las islas habitadas del Pacífico Sur se cuentan por centenares. Su población combinada suma más de tres millones de habitantes, dispersos geográficamente en un área de aproximadamente el 15% de la superficie terrestre.

“Llegar a los niños que viven en zonas de difícil acceso es uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos día a día en el Pacífico, y el uso de drones y otras tecnologías, en colaboración con el sector privado, puede ser la clave para hacerlo”, prosigue este trabajador humanitario.

Uno de cada cinco niños, sin vacunar

La dispersión geográfica de la población, sumada al aislamiento y a la falta de infraestructuras, han provocado que Vanuatu padezca una cobertura sanitaria insuficiente. Y su clima cálido tampoco ayuda. El país se compone de 80 islas montañosas repartidas a lo largo de 1.300 kilómetros, y eso hace que la distribución de medicamentos resulte especialmente difícil. Como resultado, casi el 20% de los niños no reciben las vacunas esenciales durante la infancia. Esta es la razón por la que el país está considerando integrar la entrega de vacunas con drones como parte de su programa de inmunización.

Niños de Vanuatu jugando en la playa.

Niños de Vanuatu jugando en la playa. JASON CHUTE / UNICEF

El transporte de vacunas se realiza habitualmente por medio de vuelos comerciales. En el caso de las islas del Pacífico, las dosis llegan desde distintas partes del mundo, directamente de los laboratorios que las producen. Se consolidan en Fiji, en un almacén regional, y posteriormente se reparten entre las principales islas de nuevo en las bodegas de aviones comerciales.

Las restricciones y el cierre de fronteras provocados por la pandemia de COVID-19 han supuesto un mazazo para este sistema. “La falta de vuelos ha hecho muy difícil enviar vacunas a los países de Oceanía, sin embargo, hemos estado trabajando desde el principio, y continuamos haciéndolo, con transportistas, aerolíneas, donantes y otras agencias multilaterales para priorizar el envío y el suministro a aquellos niños que más las necesitan”, explica Giménez.

25 minutos frente a varias horas

Ejemplos como el de la Bahía de Cook, en la isla de Erromango, evidencian esas dificultades añadidas que pueden darse en el tramo final, en ese "último kilómetro". Las vacunas se transportan en cajas o termos, lo que permite que puedan llegar a las comunidades remotas donde se administrarán. Pero para un recorrido en el que un dron emplea apenas 25 minutos de vuelo, un trabajador sanitario tiene que invertir varias horas caminando a través de selvas, montañas y ríos, con la nevera al hombro.

El enfermero Dominic, del Melsisi Mini Hospital, tiene que caminar durante horas para poder vacunar a los niños.

El enfermero Dominic, del Melsisi Mini Hospital, tiene que caminar durante horas para poder vacunar a los niños. JASON CHUTE / UNICEF

“Es extremadamente difícil llevar refrigeradores para mantener las vacunas frías mientras uno camina bajo la lluvia, a través de los ríos, las montañas y las cornisas rocosas. Por ello dependo de las embarcaciones, pero muchas veces tienen que cancelar las operaciones debido al mal tiempo”, asegura Miriam Nampil, la enfermera encargada de administrar la vacuna a la pequeña Joy Nowai.

“Como el viaje es largo y difícil, solo puedo ir una vez al mes para vacunar a los niños. Pero ahora, con estos drones, esperamos llegar a muchos más niños en las zonas más remotas de la isla”, añade con entusiasmo.