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Cómic

'Siempre tendremos 20 años', un apasionante retrato de la juventud de los 80

  • Jaime Martín cierra la trilogía sobre su familia con este esperado cómic autobiográfico
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Detalle de la portada de 'Siempre tendremos 20 años'
Detalle de la portada de 'Siempre tendremos 20 años'

Durante los últimos años Jaime Martín (L'Hospitalet, Barcelona,1966) ha resumido la historia de España, desde la Guerra Civil hasta la presente década, en tres álbumes imprescindibles centrados en su familia: Jamás tendré 20 años (la historia de sus abuelos maternos en la Guerra Civil y la posguerra), Las Guerras silenciosas (donde contaba la vida de sus padres en la dictadura) y Siempre tendré 20 años (centrado en su juventud en el extrarradio de Barcelona, en los 80 y 90, y sus inicios como dibujante de cómics). Un libro que acaba de publicar Norma Editorial.

“Con este tercer álbum -asegura Jaime- quería concluir una historia familiar de tres generaciones que hemos vivido en el mismo piso. Y en cuanto al título, quería iniciar y cerrar el círculo con esa paradoja: mis abuelos empezaron a disfrutar de su juventud con 20 años y justo les pilló el inicio de la Guerra Civil, de forma que su generación tuvo claro de nunca iban a disfrutar de su juventud. Por eso el título de Jamás tendré 20 años”.

“Algo que choca con el punto de vista de la generación de los 80 en Siempre tendremos 20 años -continúa-, porque nosotros vinimos a este mundo con casi todo hecho, lo que había que pelear ya lo hicieron nuestros abuelos y nuestros padres en la Guerra y la dictadura. Y teníamos la sensación de que siempre íbamos a tener 20 años y a poder disfrutar de los conciertos, los cómics, los canutos, la fiesta, la movida… era como un mundo perfecto, entre comillas, que iba a durar toda la vida. De ahí el contrapunto entre una juventud perdida y otra eterna, que me parecía interesante”.

Aunque fue un espejismo -comenta Jaime-, desde la transición hasta los años 80 fue un periodo a trompicones. Desde pequeño, en los 70, oía hablar a mis padres de la crisis del petróleo; en los 80 vino la reconversión industrial y el paro, los 90 fueron todavía peores… por eso, cuando llegó la crisis financiera de 2008 los de la generación de los 80 ya teníamos el culo pelado”.

Viñeta de 'Siempre tendremos 20 años'

Una trilogía de “la memoria”

Una trilogía que Jaime Martín denomina como de “la memoria”: “Desde siempre quise dibujar las historias de mis padres y mis abuelos. Así que, llegado el momento me puse con ello con la clara decisión de recuperar esas historias escuchadas desde niño. Y sobre todo porque me parecía fundamental que la historia de mi abuela no se perdiera”.

El cómic comienza con la muerte de Franco y con las ilusiones por la Democracia que, finalmente, no sería lo que los españoles habíamos imaginado. “Llevaba tanto tiempo oyendo a mis padres y a mis tías expresar ese deseo de llegar a formar parte de Europa, de recuperar la modernidad perdida, de subirse al tren de la Democracia, de dejar atrás ese período oscuro… que cuando llegó la Democracia, nos dimos cuenta de que tampoco era un campo de flores”.

“Creo que la evolución de Europa no ha sido tan modélica como me hubiera gustado –añade-. Veo al sistema europeo como una mala copia del ultra-liberalismo de Estados Unidos. Eso para mí se constata con la crisis financiera de 2008 cuando se enfrentan la Troika y el Gobierno de Grecia y cuando todos fuimos conscientes de que Europa estaba gobernada por la Banca, que eligió salvar a las empresas antes que a las personas. Eso nos dejó claro que esto no es el paraíso democrático que creíamos. Creo que, desgraciadamente, Europa cada vez se parece más a Estados Unidos”.

Página de 'Siempre tendremos 20 años'

Beber, fumar canutos y probar el LSD

La pandilla de Jaime estaba formada por hijos de la clase obrera de L'Hospitalet, que se conformaban con vivir el día a día. “Yo quería ser dibujante de cómics desde los 14 años -confiesa- pero entre mis amigos no recuerdo que ninguno tuviera una perspectiva de futuro cercana o a medio plazo. Sólo nos preocupábamos de vivir al día, deseando que llegase el fin de semana para salir de nuestras casas, recorrer la ciudad y descubrir un mundo que acaba de empezar. A salir del barrio para patearnos Barcelona y descubrir todos los bares y garitos de música rock”.

“Y de vez en cuando -añade- salir al campo con una tienda de campaña y tener un poco de contacto con la naturaleza, además de fumar canutos, beber y probar el LSD. Eran aspiraciones muy básicas. Simplemente experimentábamos con la música, las drogas y descubrir rincones de la ciudad de los que habíamos hablar a chavales mayores. No deja de ser un ritual que se repite generación tras generación y ahora creo que hacen lo mismo, aunque se desplacen en monopatín eléctrico y usen bluetooth en vez de aquellos radiocasetes enormes”.

Pero Jaime asegura que esta generación de jóvenes también lo va a tener difícil: “Los chavales de ahora pueden tener ese síndrome de Peter Pan, de vivir una juventud eterna en la que van a ser felices, pero para ellos tampoco va a ser un camino de rosas porque los padres de esta generación tienen la certeza, por primera vez, de que sus hijos van a vivir peor que ellos, cuando nunca ha sido así. Vivimos un momento incierto en el que no sabemos hacia dónde van a evolucionar las cosas”.

Viñeta de 'Siempre tendremos 20 años'

Volviendo al barrio

Para Jaime Martín esta obra supone el regreso al barrio que ya dibujó en la obra que lo dio a conocer: Sangre de Barrio (1989) “Cuando dibuje Sangre de barrio la visión que tenía de esos años era la de un adolescente, era maravillosa. Nuestro plan perfecto era hacer el idiota, colocarnos e ir a conciertos. Además ese jolgorio adolescente, esas vivencias, me sirvieron en mi trabajo, porque las filtraba y las convertía en aventuras para críos en la revista Bichos, de monstruos y humor infantil. Y más tarde para El Víbora”.

“Ahora veo esa época con cariño, aunque hay cosas que me parecen muy locas -añade-. A pesar de eso no soy de los que echan de menos en el pasado, me gusta vivir el presente, aunque tenga sus cosas negativas, como todas las épocas. Por eso no me gustaría que se viera a Siempre tendremos 20 años como un ejercicio nostálgico, porque no me gusta recrearme en épocas pasadas”.

En el cómic vemos cómo Jaime descubrió a Moebius y a los autores de El Víbora, que le cambiaron la vida. “Era lo único que quería hacer en la vida. Lo tuve clarísimo desde los 14 años. Mi madre siempre nos daba su apoyo para cualquier cosa y cuando le dije que quería dibujar historietas le pareció perfecto pero me dijo que acabara el bachillerato y empezara la Carrera de Bellas Artes. Al igual que a mi hermano, que quería ser guitarrista, lo puso a estudiar solfeo”.

“Nunca ví otra opción que esa –añade- Aunque luego dejé Bellas Artes en el primer curso para centrarme en el cómic. La única vez que he trabajado por cuenta ajena fue para una empresa de videojuegos, durante año y medio. Quitando eso siempre he hecho cómic y diseño gráfico. Creo que incluso siempre tuve la impresión de que nunca iba a llevar bien estar a las órdenes de nadie”.

“Por eso -continúa-, como se ve en el cómic, cuando tuve que hacer el servicio militar estuve dudando qué hacer hasta el último momento, porque no había una ley de Objeción de Conciencia. Y cuando decidí hacerme objetor, milagrosamente se aprobó la ley en el último momento. Siempre he querido ir por libre, desde pequeño”.

Página de 'Siempre tendremos 20 años'

Llegó al cómic justo antes de la crisis de los 90

Como se ve en el cómic, la vida de Jaime cambió cuando conoció al dibujante, guionista y editor Josep Maria Beà, que le publicó sus primeros trabajos en las revistas de su editorial. Aunque el joven autor se hizo famoso con Sangre de Barrio (1989), justo antes de la crisis. “Creo que la crisis llegó en 1992, con la Guerra del Golfo y esa especie de psicosis de la 3ª Guerra Mundial –asegura-. Y a partir de ahí tuve que combinar trabajos de dibujante de cómics con otros como ilustración para prensa, diseñador gráfico… recuerdo hasta haber hecho páginas web cuando todavía se escribían con código. Hice todo tipo de trabajos relacionados con el cómic para sobrevivir”.

“Pero siempre he hecho historietas porque era lo que quería hacer -añade-. Por eso cuando desapareció El Víbora, quise seguir haciendo cómics y no era fácil porque fue un momento complicado. Por eso me la jugué en el mercado francés, donde pude volver a vivir de las historietas y dejé de hacer otros trabajos alimenticios… y así sigo”.

Página de 'Siempre tendremos 20 años'

La trilogía ha triunfado en Francia

De hecho, está trilogía ha tenido un enorme éxito en Francia (tanto de crítica como de lectores), algo que sorprende al estar centrada en la historia de España. “Son más receptivos a estos temas históricos de lo que pensamos -asegura Jaime-. Hay un público muy abierto a aprender cosas y en las sesiones de firmas mucha gente me comenta que aprende cosas nuevas con mis álbumes. Y es algo que comparto con ellos, cuando abro un cómic quiero aprender, que tenga algo documental en el guion. Por ejemplo si un thriller va sobre una anestesista quiero saber cómo es su vida en el hospital”.

“Además -continúa- el hecho de tratar la Guerra Civil en Francia es muy importante porque hay muchos descendientes de republicanos españoles, que no conocieron mucho la historia de sus padres y consumen todo tipo de novelas, películas y cómics. He conocido a muchos hijos de republicanos a los que sus padres nunca les explicaron gran cosa. Es un tema importante para ellos, hasta el punto de que he dado varias charlas en escuelas”.

Página de 'Siempre tendremos 20 años'

“Lo más difícil ha sido dibujar la historia de mi abuela”

Sobre dibujar la historia de su familia, Jaime confiesa que: “No ha sido tan duro emocionalmente como por el hecho de decidir qué anécdotas salen en la historia y cuáles se quedan fuera, para que el relato funcione y esas anécdotas apoyen los hechos históricos narrados. Muchas coas han quedado fuera simplemente por no ser redundante”.

“Lo más duro fue dibujar la historia de mi abuela -añade-, concretamente el momento en que se encuentra muerta a su amiga Rosa. Recuerdo que estaba en el terrado de casa con una libreta, intentando afinar los diálogos. Y tratando de meterme en la cabeza de mi abuela cuando se encuentra a Rosa muerta en un camino polvoriento, junto al resto de sus amigos, asesinados por los falangistas en Melilla. Intento ponerme en su lugar y se me caían las lágrimas. Era una historia que mi abuela me había contado infinidad de veces, añadiendo detalles según crecíamos. Y aun así, a pesar de ser una historia aprendida, aquel momento me afectó como si lo hubiera vivido yo mismo”.

“Esas cosas han sido duras. También fue complicado de gestionar cuando me documenté sobre las barbaridades que habían ocurrido en la guerra, para el contexto de Jamás tendremos 20 años. Pero cada noche me iba a la cama con demasiada información trágica, dramática e incluso repugnante de las cosas horribles que suceden en la guerra. Acabé saturado de tanta barbarie” -concluye-.

Página de 'Siempre tendremos 20 años'

Un cómic con una gran banda sonora

Destacar que la banda sonora de Siempre tendremos 20 años (la música que escuchan los chavales protagonistas) incluye a grandes del rock de la época como Ramones, AC/DC, Motörhead, Los suaves

Pero Jaime se queda con uno de los temas: “Hay un momento que muchos me han dicho que es mítico, que es cuando los chavales se dirigen a la boca del metro y donde suena de fondo la canción “The boys are back in town”, de Thin Lizzy. Creo que es el tema del álbum”.

En cuanto a sus proyectos, Jaime asegura que: “No lo tengo claro. Sigo guardando y ampliando las historias familiares. De hecho grabo hasta a mis sobrinos, pero también me apetecen otras historias. Ahora tengo una carpeta abierta con unos nueve proyectos en los que trabajo de forma superficial. Desde historias que transcurren en el medio rural hasta las historias de infancia de mi padre en los 50. Pero también historias de ficción. También me interesa la mezcla del terror y la medicina, que ya traté en Lo que el viento trae. Como no me decido estoy trabajando un poco en cada una hasta ver por cuál me inclino”.

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