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Chile

Chile vota en un plebiscito histórico si dice adiós a la Constitución de Pinochet

  • El porcentaje de participación electoral, clave como factor de legitimación de la consulta
  • Hasta el estallido de las revueltas, Chile fue elogiado como uno de los más estables de América Latina

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Calma en Chile y largas filas en centros de votación en histórico plebiscito

Los colegios electorales han abierto este domingo a las 8 de la mañana en Chile para un plebiscito histórico sobre un cambio constitucional. Si en 1988 el plebiscito fue para pronunciarse por el sí o no a Pinochet, la cita de hoy es para votar "Apruebo" o "Rechazo" a una nueva constitución.

Más de 14 millones de chilenos están llamados a acudir a las urnas para decir si quieren reemplazar la Constitución actual, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y a la que se acusa ​​de promover las desigualdades sociales. Ante la inquietud por disturbios o actos de protesta, el Ministerio de Defensa ha asegurado que "la situación está en calma" y existen "todas las condiciones para ir a votar".

Los votantes responden a dos preguntas: "¿Quieres una nueva Constitución?" y "¿Qué organismo tendrá que redactar la nueva Constitución? Los colegios electorales estarán abiertos desde las 8 hora local (11.00 GMT) hasta las 20.00, dos horas más de lo habitual para evitar multitudes debido a la pandemia de coronavirus.

El porcentaje de participación, un factor de legitimación

El presidente Sebastián Piñera, que no ha revelado la intención de su voto, ha animado a acudir a las urnas con la esperanza de que "en esta elección voten más chilenos que los que votaron en las últimas elecciones municipales". En éstas, celebradas en 2016, la participación fue del 35,8%. Tampoco en las citas siguientes el voto consiguió alcanzar siquiera el 50%.

En la primera vuelta de las presidenciales de 2017 la participación fue del 46,6% -6,6 millones de un total de más de 14 millones de electores. En la segunda vuelta, que dio como ganador a Sebastián Piñera, votaron 7 millones de personas, el 49% del electorado. El porcentaje de participación se considera en este plebiscito un factor fundamental para su validez.

El plebiscito se celebra cuando se cumple un año del estallido de un levantamiento social sin precedentes que puso en tela de juicio el modelo económico ultraliberal acusado de beneficiar a los más ricos. "Cualquiera que sea el resultado esta noche no es el fin, -ha dicho el presidente Piñera después de depositar su voto- es el comienzo del futuro".

Un plebiscito como fórmula de reconciliación nacional

La pandemia, sin embargo, deja cierta incertidumbre sobre la participación. Chile cruzó el listón de los 500.000 infectados el sábado 24 de octubre (13.000 muertos), pero la curva de contagio parece haberse estabilizado. Fue también consecuencia de la pandemia el aplazamiento del plebiscito, inicialmente previsto para el 26 de abril, al 25 de octubre.

Tiene lugar, por lo tanto, un año después del histórico encuentro en la Plaza Italia, en el centro de Santiago, cuando 1,2 millones de personas se dieron cita en el epicentro de las manifestaciones, marcando un punto de inflexión en la protesta. Ni la derecha en el poder, ni el centro y la izquierda en la oposición, han logrado recuperar el enfado de las calles.

Los llamamientos a mítines durante la campaña del referéndum para ninguno de los bandos apenas han reunido a unos pocos cientos de personas.

Una constitución con el "pecado original" de la dictadura de Pinochet

Deshacerse de la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) fue una de las demandas de los manifestantes que tomaron las calles a partir del 18 de octubre de 2019 para reclamar una sociedad más justa. Podrán elegir entre una "Convención Constitucional Mixta" compuesta por ciudadanos electos y parlamentarios, y una "Convención Constituyente" compuesta íntegramente por ciudadanos.

Hasta esa fecha, ningún intento de reemplazar el texto básico había tenido éxito: la Constitución se redactó en 1980 para que los sectores conservadores de la sociedad pudieran permanecer en el poder, incluso después del fin de la dictadura.

Según el politólogo de la Universidad de Santiago Marcelo Mella, "el primer objetivo es salir de la sombra de la dictadura de Pinochet (...), para tener una nueva Constitución sin el pecado original de haber sido redactada bajo coacción". El segundo objetivo, agrega, es "resolver por vía política y pacífica los problemas estructurales y que paralizan el funcionamiento de la democracia chilena", como la desigualdad y la exclusión.

Chile, el falso "oasis" de Latinoamérica

Hasta el estallido de la crisis, Chile fue elogiado como uno de los más estables de América Latina, elogiado por su buen desempeño macroeconómico. El presidente conservador Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de Chile, incluso llamó a su país un "oasis" en la región, unos días antes del inicio de la rebelión social.

Desencadenada por un aumento del billete del metro en Santiago, la crisis se avivó por el enfado de la población provocado por la desconexión de las élites ante la difícil vida cotidiana de la mayor parte, y tomó por sorpresa a toda la clase política. Después de votar temprano en una zona acomodada de la capital, el mismo Piñera animó a "rechazar la violencia y tomar el camino de la unidad".

Según las últimas encuestas, el "Apruebo" ganaría con una puntuación entre el 60 y el 75% de los votos. Los primeros resultados del voto chileno en Nueva Zelanda apuntan una victoria de más del 90% para el "Apruebo". Los partidarios del "Rechazo" se agarran a la esperanza del voto sorpresa de quienes temen los desórdenes.

"Quiero la paz y por eso voto en contra", reza una pintada en los muros de la capital, Santiago, en alusión a la violencia que causó miles de heridos y 30 muertos, además de los saqueos. incendios de iglesias y la degradación que han salpicado regularmente las manifestaciones desde el inicio de la crisis.