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El concierto inédito de Thelonious Monk que unió a negros y blancos en un instituto de Palo Alto

  • El adolescente que organizó aquella cita y el hijo del mítico pianista relatan la historia en una entrevista con RTVE.es
  • La grabación ha permanecido inédita durante 52 años y sale a la luz en forma de álbum el próximo 31 de julio

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La historia detrás de un concierto inédito de Thelonious Monk que unió a blancos y negros en Palo Alto

Fue en 1968 cuando Danny Scher, un adolescente judío de Palo Alto, California, se propuso cumplir un sueño: organizar un concierto en su instituto con Thelonious Monk como cabeza de cartel. Parecía imposible que uno de los músicos de jazz más influyentes aceptara la proposición de un chaval blanco en un contexto de máxima tensión racial, pero no había frenos ni barreras en la cabeza de aquel joven melómano.

“Los conflictos en la zona nunca calaron en mi mente porque yo era, aún lo soy, ciego frente al color de la música”, subraya Scher en una entrevista con RTVE.es en la que revela todos los detalles de un concierto que ha permanecido inédito durante 52 años y que verá la luz en forma de álbum el próximo 31 de julio.

La historia que relata Scher tiene como epicentro el otoño de 1968, que llegó precedido por un verano convulso. El brutal asesinato de Martin Luther King en abril provocó una oleada de protestas en al menos 126 ciudades y pueblos, incluído Palo Alto Este, una comunidad pobre en la que mayoritariamente vivían afroamericanos.

A pocos kilómetros y separada únicamente por una autopista se encontraba Palo Alto, ciudad que hoy acoge a algunas de las grandes empresas tecnológicas y en la que entonces vivían los “blancos acomodados”.

Es en esa segunda zona donde nació y creció Scher, un judío pelirrojo que ansiaba convertirse en promotor musical y que ya había logrado que Vince Guaraldi, Jon Hendricks y Cal Tjader tocaran en su instituto en el marco de unos conciertos benéficos con los que recaudaba fondos para iniciativas sociales, como la construcción de escuelas en Kenia y Perú.

Por eso todos lo conocían en 'Palo Alto High School', donde además cada miércoles, a la hora del almuerzo, hacía sonar discos de jazz para disfrute de sus compañeros.

Cuando Thelonius Monk fue a tocar a un instituto de blancos en plenos disturbios raciales

“Nadie creyó que Monk daría un concierto en un instituto de blancos”

Duke Ellington y Thelonious Monk eran los dos grandes ídolos del chico, pero fue el segundo quien se convirtió en el centro de su obsesión. Quería que el pianista, quizá el más original y complejo de cuantos forman parte de la historia del jazz, acudiera a uno de sus conciertos.

Su profundo conocimiento del género y su temprana experiencia en la industria musical le valieron para conseguir el teléfono del manager de Thelonious Monk, Jules Columby, que llevaba poco tiempo en ese puesto y no dominaba aún las gestiones. El acuerdo llegó rápido: 500 dólares de caché para que el cuarteto tocase en el instituto.

“Puse las entradas a dos dólares, que era barato incluso para aquella época, pero aún así no se estaban vendiendo bien. Me fui hasta Palo Alto Este y empecé a poner carteles para promocionarlo. Entonces recuerdo que vinieron varios agentes de policía y me dijeron: eh niño --aunque entre líneas quería decir ‘eh, tú, niño blanco y judío'-- vete de aquí porque no estás en un lugar seguro”, revela.

Meses antes, varios activistas locales inspirados en la independencia africana y motivados por un creciente nacionalismo habían impulsado un referéndum para renombrar ese barrio como 'Nairobi', en alusión a la capital de Kenia, así que en las mismas paredes en las que Scher colgaba los posters de su concierto se podían leer otros carteles que instaban a los residentes de esa comunidad afroamericana a votar 'sí' al cambio de nombre.

Scher hizo caso omiso de la advertencia policial y siguió haciendo publicidad del evento porque no le importaban "las razas" y porque necesitaba llenar el auditorio.

El póster del concierto.

“Nadie creyó que Monk fuese a dar un concierto en un instituto de blancos, así que les dije: no compréis todavía ninguna entrada. El concierto es a las dos de la tarde. Id hasta allí y cuando lo veáis aparecer junto a su banda, comprad los tickets”, cuenta.

Solo quedaba asegurarse de que el acuerdo seguía vigente y para ello no dudó en llamar al hotel en el que se encontraba el compositor.

“Hablé directamente con él y me dijo que no sabía de qué contrato le hablaba. Al final lo convencí diciéndole que mi hermano podía ir a recogerlos en coche y que los devolvería cuando terminase el concierto (...) También creo que se quedó sorprendido al ver todo lo que había preparado y saber que, incluso, había un programa en papel”, explica Scher.

La música logró lo que entonces parecía imposible

Llegó el 27 de octubre de 1968 y todo salió como el joven había planeado. Cuando el parking del instituto estaba repleto de ciudadanos procedentes de Palo Alto Este apareció la furgoneta blanca del hermano de Scher bajo la lluvia. El bajista del cuarteto, Larry Gales, asomó la cabeza por la ventanilla e inmediatamente se formó una larga cola para comprar entradas.

“Fue increíble. Todos estaban allí, unidos por la misma razón: escuchar buena música”, recuerda Scher, que con el tiempo llegó a convertirse en uno de los promotores de conciertos más exitosos de California.

La balada Ruby, My Dear abrió un concierto conciliador y "sin divisiones raciales" en el que también sonaron Wll, You Needn’t, Epistrophy --el single del nuevo álbum-- y la eterna Blue Monk.

Solo había música aquel momento y fue lo que consiguió unir a una comunidad dividida

"Unos días antes, el conserje del instituto me preguntó si podía grabar el directo. Me ofreció a cambio afinar el piano y yo le dije que sí. Al poco tiempo me dio una cinta que yo tuve durante años guardada en una caja", recuerda Scher, quien gracias a ese intercambio de favores ahora puede compartir con otros amantes del jazz una vivencia que jamás olvidará.

"Solo había música aquel momento y fue lo que consiguió unir a una comunidad dividida", subraya con emoción.

T.S. Monk: “A mi padre le habría gustado ver este disco”

T.S. Monk, hijo del pianista y también músico, escuchó hablar de aquel concierto por primera vez cuando pasaron dos décadas y su padre ya había fallecido. Un todavía joven Danny Sher apareció por su casa para contarle que tenía la grabación.

“Yo en aquel momento estaba muy centrado en mi carrera y no comprendí su relevancia. Mucha gente se acercaba a mí diciendo ‘tengo una cinta, tengo una cinta’. Pero, por suerte, lo retomamos más adelante, en 2017, cuando iban a cumplirse cien años del nacimiento de Thelonious”, explica el músico.

Ahora es plenamente consciente del enorme "valor" de una grabación que ha sido digitalizada y recogida de manera íntegra en Palo Alto, un disco que se publicará bajo el sello de Impulse! y que en su versión física incluirá el póster y el programa del concierto.

Portada del álbum que recoge la grabación inédita.

"Es una de las mejores actuaciones en vivo que he escuchado de él. Cuando oí por primera vez la cinta, desde el primer momento, supe que mi padre se sintió realmente bien allí (...) y creo que le habría gustado ver el disco", revela T.S. Monk.

Estaba previsto que el lanzamiento llegase antes, pero le añade trascendencia, dice, el hecho de que se produzca ahora, con un panorama social que recuerda al de 1968. Las protestas contra el racismo tras la muerte de George Floyd hacen ver, cree, que la sociedad "no ha cambiado tanto".

La historia que hay detrás del disco es absolutamente relevante para Estados Unidos en estos momentos

"Desgraciadamente, la historia que hay detrás del disco es absolutamente relevante para Estados Unidos en estos momentos", recalca Monk, convencido de la "capacidad" del jazz para conectar "a todo tipo de personas".

“No podemos olvidar que se inspira en todas las músicas del mundo. El jazz va sobre comunicación, inclusión, individualidad, trabajo en equipo… y eso Danny y Thelonious lo sabían”, añade.

Ambos -el niño y el genio- pudieron demostrar en 1968 algo que se confirma medio siglo después: el poder que tiene la música para unir a quienes se ven distintos y sin embargo son completamente iguales.