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Análisis

Merkel, la socialdemócrata de última hora

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La Canciller alemana, Ángela Mekel
La Canciller alemana, Ángela Mekel

¿Qué neurona se ha movido en la mente de la canciller para romper un tabú sobre la nueva modalidad de préstamos europeos? ¿Le ha convencido Macron en un momento de debilidad y angustia ante las catastróficas consecuencias en los PIB europeos de la pandemia? ¿Sacarán adelante la propuesta conjunta?

Merkel y Macron proponen un fondo de reconstrucción 500.000 millones de euros

De momento, lo que se ha formado ya es el Frente del No, encabezado por el canciller austríaco, Sebastian Kurz, y secundado inmediatamente por sus colegas de Holanda, Suecia y Dinamarca. El diario holandés De Telegraaf se pregunta hoy qué mosca le ha picado a Angela Merkel para haber cambiado de manera tan rápida su conducta tradicional de ama de casa ahorradora que piensa, sobre todo, en sus contribuyentes alemanes.

Las respuestas sólo pueden ser dos. Una: Angela Merkel deja la política en año y medio. Dos; esa idea que la primera ministra alemana utiliza una y otra vez cuando se refiere a cuestiones de futuro en la UE y que dice que “A Alemania ”.

Eurobonos: El "sólo por encima de mi cadáver" ya no vale

Sorprendentemente, y quizá no tanto, se diría que la canciller ha cerrado filas con sus socios socialdemócratas en el gobierno, encabezados por el ministro de Hacienda y vicecanciller, Olaf Scholz. “Esta propuesta- decía este martes Scholz en una comparecencia conjunta con su colega francés, Le Maire- es un buen mecanismo para salir juntos de la crisis, un buen instrumento no sólo para la economía, sino para Europa”.

Lo cierto es que, después de haber reiterado Merkel en los últimos años que no habrá “eurobonos” o “Ccoronabonos” excepto “pasando sobre mi cadáver”, ahora la Kanzlerin apuesta por un instrumento de deuda europea, unos préstamos o créditos a los Estados nacionales de los que responderán no esos países endeudados, sino la Unión Europea.

Un notición que en Alemania aún no han digerido esos ciudadanos que encuentran perfectamente normal e indiscutible que la República Federal haya sido y sea el país de la UE que más se ha visto beneficiada del euro y de la salida de la crisis del 2008. Un perfecto ejemplo de falta de solidaridad.

La propuesta debe ser aprobada por unanimidad en la Unión Europea

Otro frente de rechazo, además del de los 'ricos' del Norte está formado por los países del Este europeo, liderados por Polonia y Hungría, quienes no quieren perder un euro en esos fondos estructurales que reciben desde su adhesión. Para ellos las preocupaciones de españoles o italianos son mucho menos justificadas que las suyas propias, aunque ellos no deberían olvidar que han sido mucho menos castigados por el COVID.

Y aquí viene un segundo problema para el plan 'Mercron': la propuesta tiene que ser aprobada por unanimidad por el resto de los 25 países de la UE. Y, además, debería buscar su acomodo dentro del diseño de los presupuestos comunitarios para los próximos siete años y que debería estar cerrado antes de fin de año.

¿Aplicará la presidenta de la Comisión Europea la máxima draghiana del “Whatever it takes” para financiar el relanzamiento de Europa tras la crisis del COVID? ¿Se llegarán a entender el Norte, el Este y el Sur de Europa en la cumbre europea de la semana próxima? ¿Serán suficientes los 3 billones con B de euros que sumarían el plan de Bruselas más el del Eje franco alemán para mantener a flote la economía europea?

¿Cuántos más tabúes habrá que romper? Nos encontramos en la víspera de la gran batalla en esta Europa que sólo tiene una Unión Monetaria, pero no una unidad política y mucho menos una unión fiscal, y en la que las diferencias entre países parecen aún más insuperables en tiempos del COVID. Si el precio para salir de ésta es que Angela Merkel, ya a punto de cerrar su vida política, se convierta en miembro de honor de la Internacional Socialista…pues adelante.