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Cine

'Un hombre y una mujer' se reencuentran 50 años después

  • El director Claude Lelouch continúa el mítico drama romántico de los 60, Un hombre y una mujer
  • En Los años más bellos de una vida Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée se reencuentran medio siglo después

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'Un hombre y una mujer' se reencuentran 50 años después

Claude Lelouch se guía por su instinto. Y por el riesgo. Una pulsión que mantiene intacta a sus vitalísimos 81 años y que ha desembocado en una consecuencia natural: Los años más bellos de una vida que se estrena este viernes en España.

Una continuación independiente del mítico drama romántico de los 60 Un hombre y una mujer, protagonizado por las estrellas francesas Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée y que marcó a toda una generación.

“Cuando empecé a hablar de la secuela todo el mundo se quedó asustadísimo, el productor, los distribuidores e incluso los actores. Un hombre y una mujer no se puede tocar, es sagrada, me decían. Yo opinaba lo contrario. En su momento filmé una historia de amor con principio y fin pero las grandes historias de amor son inmortales. Y quise demostrar que el amor no es algo reservado a la juventud y puedes hacer el amor de mil y una maneras”, señala el director con emoción en una entrevista para RTVE.es.

Una osadía que ya emergió cuando un joven cineasta de tan solo 28 años y a punto de tirar la toalla se empecinó en rodar Un hombre y una mujer en 1966. El romance entre dos viudos, Jean, un piloto de carreras, y Anne, una script, encarnados por la magnética pareja de actores tiene algo de brumoso pero compuso un retrato vívido-e inédito-del misterio del flechazo.

El éxito fue súbito, inesperado y arrasador. La película ganó dos Oscar y la Palma de Oro en Cannes y trascendió la cascada de premios: se convirtió en cumbre del cine amoroso con una banda sonora de imaginario colectivo (el melódico "dabadabada") del recientemente fallido compositor Francis Lai.

Fotograma de la pareja protagonista de 'Un hombre y una mujer' (1966)

Claude Lelouch- que se define como un romántico empedernido y apostol del carpe diem- explica que la película, rodada como experimento en color, blanco y negro y sepia, ejerció de pasaporte hacia la libertad creativa.

Medio siglo después, el director francés convenció a Trintignant, de 88 años, retirado de la pantalla por un cáncer, y a Aimée, de 87, para participar en Los años más bellos de una vida. El reencuentro de los antiguos amantes se rodó en un largo plano secuencia de 19 minutos pegado a la realidad más absoluta.

“Cuando uno llega a una determinada edad, vuelve a la niñez y les rodé cómo se rodaría a los niños. Se filmó en directo. No quería que nadie hiciera trampas. No tenían los textos. Durante todo el rodaje les soplé los textos así no tenían tiempo de interpretarlos. Estaban totalmente viviendo algo espontáneo. El verdadero protagonista de la película es la espontaneidad algo que está a medio camino entre la mentira y la verdad. También quería demostrar que los años más bellos de una vida son los que no hemos vivido aún”, detalla el realizador que ya abordó una precuela sobre el romance con tibia acogida en los 80.

Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée retoman su romance más de 50 años después

Ahora, Jean está gravemente enfermo y solo recuerda a Anne, el amor de su vida, que acudirá al rescate de la memoria de una relación que siguió caminos separados por las infidelidades de él.

Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée son tiernos, divertidos, lúcidos. Se expresan con gestos sutiles. La pareja se ha reconciliado con su pasado al que remiten con flasbacks de Un hombre y una mujer.

No destilan amargura y asumen que quererse a veces no es suficiente y que “las historias de amor solo acaban bien en el cine”, como afirma el personaje de Jean en el que se adivina un trasunto de la filosofía sobre el arte y la vida de Claude Lelouch."Uno solo vive el paraíso cuando está enamorado", apunta con una sonrisa.

Un romance a fuego lento que el director y guionista reivindica con una emoción contagiosa. Con 47 películas en cartera, Lelouch se anticipó a la identidad de la Nouvelle Vague y también aporta su receta ante el vértigo del cine actual. Y retorna su lado irracional.

“Mi cine es mi laboratorio en el que intento conseguir todo lo que se puede hacer con una cámara y siempre he arriesgado mi propio dinero. Son los productores los que ya no arriesgan solo parten de guiones y casting que les tranquilicen. Pero una verdadera película debería partir con actores desconocidos para poder creer en los personajes pero tienes que coger actores conocidos para entrar en el mercado porque si no no lo producen”.