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Elecciones generales 2019

Votamos con el corazón y los políticos lo saben: cómo las emociones serán claves en esta campaña

  • Sopesamos nuestros criterios con motivaciones emocionales, que los partidos saben cómo avivar a su favor
  • Miedo, indignación, seguridad: las reacciones más primarias operan en la elección de nuestro candidato preferido

Por
Mitin político
La campaña electoral se llenará de apelaciones emotivas para impulsar el voto.

Asumir que los ciudadanos metemos nuestra papeleta en la urna el día de las elecciones tras haber hecho un desapasionado cálculo de qué partido representa mejor nuestros intereses es pura fantasía. Seguramente nos guste vernos como personas racionales, informadas y que toman sus decisiones con madurez. Pero, en el mejor de los casos, en nuestra cabeza se produce una negociación entre razón y emoción, y en no pocos nuestro cerebro ya ha elegido por nosotros antes de darnos cuenta.

Los científicos lo saben, los políticos lo emplean a conciencia y es hora de que los ciudadanos tomemos conciencia de que votamos con las entrañas tanto o más que con la cabeza. Está en nuestra naturaleza.

“Desde la compra de un coche o un piso hasta votar tienen una fuerte carga emocional”, sostiene Pablo Martín, coordinador del Centro Internacional de Gestión y Marketing Político (Cigmap) de la UCJC. Son los postulados de la neurociencia, la ciencia del cerebro, algo que choca de frente con nuestros prejuicios y el concepto que tenemos de nosotros mismos. ¿Es que elijo al presidente del Gobierno como si escogiera entre marcas de refresco en un supermercado? ¿Me manipulan para que sea así?

“No hay un botón de compra, como muchos intentan vender”, rebate Martín a RTVE.es. “Lo que sí se ha descubierto es que nuestro cuerpo crea una serie de reflejos emocionales ante determinados estímulos que despierta una marca -por ejemplo, un refresco-, y que cuando se recuerda ese producto se sentirá esa misma sensación, que nos liga de manera emocional con esa marca. Trasladado a la política, hay determinados políticos que consiguen que nos sintamos bien cuando les escuchamos, y cuando les recordamos o les vemos volvemos a sentir esa sensación y entonces será más fácil que les votemos”.

Qué emociones se moverán en la campaña

“La emoción va a ser la clave de la campaña electoral y el votante en general va a votar con una clave emocional; lo vamos a ver en los discursos políticos”, pronostica Martín.

Está sin duda en la calle. El PSOE se dirige a sus electores apelando directamente a ellos- "haz que pase"- y ofreciendo "la España que quieres"; el PP, entre llamadas a unir el voto para impedir que los independentistas condicionen el Gobierno, se postulan como el “voto seguro” y “garantía” frente a la “incertidumbre” que a su juicio representan los socialistas. Podemos se presenta con un "la historia la escribes tú", mientras que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, aún sin lema oficial, colorea su nombre en los carteles con los tonos de la bandera española.

Contenidos positivos en la imagen, pero los discursos son otra cosa. Miedo, seguridad, indignación… cada vez más las campañas políticas tiran más de estos mensajes y de los sentimientos más primarios como motor para hacernos salir a votar y persuadirnos de que la suya es la mejor opción. Una influencia que se intensifica cuando no estamos lo bastante informados, armados con argumentos o criterios asentados.

"La polarización fomenta la negatividad en las campañas electorales y en los discursos de los partidos", afirma Guillem Rico, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona. "Y la emoción negativa que más moviliza en todos los órdenes es la ira, el enfado. Es la emoción que más lleva a participar, tener un enemigo claro al que se hace responsable de algo negativo que está sucediendo. Más que el miedo, aunque cada partido trata de imponer su relato y puede ajustarlo a otro tipo de emoción”.

El enfado sale a relucir en los discursos más populistas y extremos, apunta este experto. No en vano, Podemos emergió con el viento de cola de los indignados, apelando primero contra la “casta”, hoy en día contra las “tramas” financieras, mediáticas o políticas. También Vox trata de motivar a su favor a una supuesta mayoría acallada por enemigos exteriores, la corrección política o los discursos dominantes.

El miedo o la sensación de inseguridad, por su parte, nos impulsan a posiciones más conservadoras, añade Pablo Martín, en el sentido de mantener lo que se tiene. “Cuanta más sensación de incertidumbre o peligro, provocamos una reacción en la mente y es más fácil que nos volvamos conservadores”.

Así, explica, “el PP juega al voto útil para conservar su poder y no perder la mayoría conservadora, del mismo modo que Vox juega a que no se pierda la unidad de España, lo que roba parte del discurso a Ciudadanos”. Y el PSOE, ahora en el Gobierno, también "juega el partido en el terreno del miedo" al enarbolar el peligro de las "derechas" para que la gente confíe en sus siglas y no tenga la tentación de votar a otro partido de izquierda.

Los sentimientos toman el control en los temas conflictivos

Este auge de los sentimientos no germina en un campo sin abonar, sino en un escenario de pérdida de credibilidad de los partidos, menor fidelidad ideológica, mayor volatilidad y donde el votante tiene poca capacidad para filtrar la abundancia de información. Las emociones, que normalmente serían un factor más para decantar nuestras elecciones, tienen más campo para tomar el control. Hasta el punto de que podemos acabar votando a un partido contrario a algunas de nuestras convicciones, y lo haríamos justificándolo ante nosotros mismos con argumentos racionales.

“Las emociones interfieren sobre el procesamiento cognitivo; cuando hay una emoción muy fuerte el procesamiento cognitivo se para”, señala el neurocientífico Diego Redolar, profesor e investigador en la Universitat Oberta de Catalunya, a la luz de diversos experimentos psicológicos.

Instalar esos marcos mentales es lo que buscan los partidos cuando tratan de imponer determinados temas en campaña, apunta Rico. “La izquierda trata de imponer un eje de temas sociales y económicos, y la derecha insiste en el eje del independentismo, porque intuye que ellos ganan en el electorado en esta posición”.

La apelación a nuestra identidad que supone el conflicto del independentismo catalán es un poderosísimo resorte, coinciden los expertos consultados por RTVE.es. "Es un tema en el que afloran muy fácilmente las emociones, y es muy fácil inducir que una persona vote emocionalmente por una opción u otra por encima de consideraciones de contenido ideológico”, dice Redolar.

Voto por herencia y por contagio

La influencia de los sentimientos sobre nuestras orientaciones políticas no ocurre de forma individual. Es conocido por la neurociencia, la psicología experimental y la economía del comportamiento que las familias, los amigos, los grupos sociales y hasta los vecinos votan de forma similar. ¿Significa que votamos como tribu?

"En buena medida, las orientaciones políticas se transmiten de padres a hijos, y hay una cierta tendencia a que la gente se empareje con otros que son parecidos ideológicamente y que sus experiencias se transmitan, de forma más clara las que tienen una base social o identitaria”, señala Guillem Rico, lo que suele explicar que en una familia los hijos tienden a heredar las simpatías ideológicas de su padres.

Sobre todo, el contagio político ocurre porque el ser humano es social por naturaleza. Y cuando dudamos de nuestra elección o incluso de nuestra capacidad para no equivocarnos, miramos alrededor y como salida de emergencia acabamos por hacer lo que hacen los demás. "Nos deja muy tranquilos votar como hace la mayoría", sentencia Diego Redolar.

“Es la idea detrás del líder de opinión, del influencer”, remata Pablo Martín. “Si hay una persona de ese tipo en nuestro entorno, puede provocar que votemos en un sentido o en otro. Funciona en las campañas de movilización en Latinoamérica, el '10x1', que una persona lleve a otros diez a votar”, cita como ejemplo.

De aquí a que depositemos nuestras papeletas en las urnas veremos más ejemplos de cómo las emociones conquistan el discurso político en unas elecciones generales en las que es probable que haya más de una sorpresa -otra emoción- que no nos dejará indiferentes.