Enlaces accesibilidad

Hace 60 años que la perra Laika abrió las puertas del espacio a la humanidad

  • El 3 de noviembre de 1957, el ser humano envió al primer ser vivo al espacio
  • Laika se llamaba en realidad Kudryavka, y era una perra callejera de Moscú
  • Iba a ser sacrificada tras unos días en órbita, pero murió al poco del lanzamiento

Por
Una efigie de la perra Laika en una réplica del Sputnik se expone en Moscú
Una efigie de la perra Laika en una réplica del Sputnik se expone en Moscú.

Este 3 de noviembre se cumplen 60 años del lanzamiento del primer ser vivo al espacio, la famosa perra Laika, que el programa espacial soviético recluyó en la nave Suptnik 2. Estaba destinada a morir a los pocos días en este insólito viaje, pero ni siquiera sobrevivió ese tiempo. A las pocas horas, murió por el sobrecalentamiento y el estrés. Sin embargo, la misión suministró a los científicos los primeros datos del comportamiento de un organismo vivo en el medio espacial.

Laika fue encontrada como una perra callejera vagando por las calles de Moscú. Los científicos soviéticos optaron por utilizar perros callejeros de Moscú ya que se asumía que estos animales ya habían aprendido a soportar las condiciones extremas de frío y de hambre.

Había transcurrido apenas un mes desde el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial de la Tierra, y los científicos soviéticos ansiaban conocer cómo se comportaría un ser vivo en condiciones de ingravidez, con vistas a enviar a un hombre al espacio.

Elegida entre tres candidatas

Con anterioridad se habían realizado experimentos con animales, con monos en Estados Unidos y perros en la Unión Soviética, pero solo en vuelos suborbitales.

Laika, en una fotografía de 1957 publicada en el diario soviético 'Pravda'

Laika, en una fotografía de 1957 publicada en el diario soviético 'Pravda'.

Debido al diseño del Sputnik 2, el perro debía pesar entre 6 y 7 kilos, tener no más de 35 centímetros de alzada a la cruz y de piel clara, ya que los expertos consideraban que se le vería mejor en las imágenes de los monitores. Por razones de espacio e higiene se daba preferencia a las hembras, ya que, a diferencia de los machos, no levantan la pata para orinar, y ello facilitaba la colocación de un sistema sanitario.

Tres perritas eran las candidatas principales para ocupar el habitáculo del Sputnik 2: Albina, con dos vuelos suborbitales ya en el lomo, y Muja (Mosca), una novata al igual que Laika.

Albina fue indultada en virtud de los servicios prestados a la ciencia, y Muja, que tenía las patas delanteras ligeramente arqueadas, por lo que no salía favorecía en las fotografías, fue empleada para probar los equipos. Laika fue la elegida.

En una cabina sellada y separada del resto viajaba la perra Laika, cuyo nombre original era "Kudryavka". La cabina presurizada del Sputnik 2 le permitía estar acostada o en pie y estaba acolchada. Un sistema regenerador de aire le proveía de oxígeno; la comida y el agua se encontraba en forma de gelatina.

Viaje sin retorno

Laika estaba sujeta con un arnés, una bolsa recogía los excrementos, y unos electrodos monitorizaban las señales vitales. Un primer informe telemétrico temprano indicó que Laika estaba agitada en el espacio pero comía.

Pero era un vuelo sin retorno: el diseño del aparato, que contaba con un dispensador de comida y un sistema de regeneración de aire calculado para siete días, no permitía su regreso a la Tierra.

"Lo importante era hacer todo para el futuro vuelo del hombre al espacio, Había que ensayar, hacer sacrificios. Pero antes del vuelo de Laika incluso yo lloré. Todos sabíamos que moriría y le pedimos perdón", recordó la doctora Adilia Kotovskaya, en una entrevista con el periódico Rossiskaya Gazeta.

A Laika la operaron para colocarle dos sensores: uno en las costillas, para controlar la respiración; y el otro, en una del arterias carótidas, para seguir el pulso.

Su muerte se ocultó al mundo

Durante los primero minutos de vuelo los científicos detectaron una brusca aceleración del pulso y de los movimientos respiratorios de Laika, pero poco a poco sus parámetros fisiológicos se normalizaron.

Sin embargo, pocas horas después, debido a errores de cálculo, la temperatura en el interior de la cápsula subió hasta más de 40 grados centígrados, lo que le produjo la muerte a Laika, después de dar cuatro vueltas a la Tierra.

Las autoridades soviéticas decidieron ocultarlo y durante una semana informaron del estado de salud de Laika, como si si su vuelo transcurriera sin incidencias, hasta que comunicaron que la perra, ya una celebridad, tuvo que ser sacrificada. La verdad se supo muchos años más tarde, en 2002, más de una década después de la desaparición de la Unión Soviética.

El Sputnik 2 continuó orbitando la Tierra durante seis meses hasta que perdió altura y se desintegró en las capas altas de la atmósfera.

No fue la última perra en servir a la ciencia espacial

Laika fue el último perro soviético en ser enviado al espacio en una nave sin sistema de retorno, pero no el último en morir en la carrera por la conquista del espacio.

El 28 de julio de 1960, las perras Chaika y Lisichka murieron al estallar segundos después del lanzamiento el cohete portador del Sputnik 5-1, ya dotado de sistema de retorno.

Pese al fracaso que supuso, el accidente impulsó a los científicos e ingenieros soviéticos a diseñar un sistema de eyección de emergencia durante la fase inicial del vuelo, que más tarde le salvó la vida a vida a cuatro cosmonautas.