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Esteve, un pintor a la sombra de Goya

  • Esteve fue el mejor retratista de la nobleza del siglo XVIII, después de Goya
  • El Prado presenta una exposición sobre este artista que ha caído en el olvido

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Francisco de Borja Téllez-Girón, futuro X duque de Osuna, Agustín Esteve. Colección Masaveu.
Francisco de Borja Téllez-Girón, futuro X duque de Osuna, Agustín Esteve. Colección Masaveu.

La maestría de Goya ha eclipsado el trabajo de numerosos artistas que compartieron época con el genio aragonés. Es el caso de Agustín Esteve, uno de los mejores retratistas de la nobleza española en la segunda mitad del siglo XVIII.

Amigo y colaborador de Goya, y fuertemente influido por su estilo, ambos autores se alternaron como pintores oficiales de los miembros de la Casa de Osuna durante varias décadas.

El valenciano Esteve inmortalizó a los IX duques de Osuna y a sus cinco hijos, cuyas pinturas recupera ahora el Museo del Prado en la muestra “El desafío del blanco. Goya y Esteve, retratistas de la Casa de Osuna” (Del 20 de junio al 1 de octubre de 2017), en la que presenta el Retrato de Manuela Isidra Téllez-Girón, futura duquesa de Abrantes (1797), adquirido con fondos de la donación del filántropo Óscar Alzaga Villaamil, realizada a la pinacoteca madrileña.

'Retrato de Manuela Isidra Téllez-Girón, futura duquesa de Abrantes', Agustín Esteve.

El retrato de Manuela Isidra, “Manolita”, hija pequeña de los duques y predilecta de su madre, es una obra que recoge influencias de Velázquez y destaca por su frescura y por el candor impreso en la expresión vivaz de la pequeña, que recuerda a los pastores de Murillo, un autor al que Agustín Esteve admiraba profundamente.

La habilidad del pintor sobresale en el manejo de los matices del blanco, un color que estaba de moda entre la vestimenta de las mujeres que habían incorporado a sus atuendos vaporosas muselinas en camisas de corte neoclásico.

“Es el mejor retrato de Esteve y el retrato infantil más singular del siglo XVIII español por su modernidad, desde el punto de vista conceptual, iconográfico, que no supera ni siquiera Goya en sus retratos más extraordinarios; técnicamente también domina el uso del blanco por la extraordinaria transparencia que tiene la túnica de la niña. Vemos perfectamente las piernas y se nos sugiere el resto del cuerpo y lo hizo con una pincelada ligerísima sin apenas materia pictórica”, señala la comisaria de la exposición, Virginia Albarrán.

'Los duques de Osuna y sus hijos', Francisco de Goya. Madrid, Museo Nacional del Prado

Esta ejecución en la pincelada es herencia directa de la técnica de Goya, que reclamó a Agustín Esteve como ayudante ante el volumen de trabajo que tuvo que acometer cuando fue nombrado pintor oficial de Cámara en 1789.

Francisco de Goya apreciaba la rapidez y la habilidad como copista del valenciano, que durante años ejerció sin descanso como retratista cortesano. Sin embargo, su nombre ha caído en el olvido a través del tiempo, “no se le ha dado el valor que merece”, apunta Albarrán, que añade que espera que la exposición, que cuenta con quince obras, contribuya a darle a conocer. “El hecho de que hoy en día se sigan confundiendo pinturas de Esteve y de Goya ya merece una reflexión”.

La especialista explica que Esteve está presente en casi todas las colecciones de las familias nobles del siglo XVIII y ha lamentado que su obra ha despertado "más interés" entre coleccionistas en su mayoría americanos que entre "los historiadores españoles", lo que hace "difícil" encontrar sus pinturas.

Una educación privilegiada

La muestra del Prado reúne por primera vez el conjunto de retratos que pintó Agustín Esteve de los hijos de los IX duques de Osuna, a los que se suman otros excelentes retratos de la familia realizados por Goya, en una interesante muestra conjunta.

Las obras son fruto de la querencia de la madre, María Josefa de la Soledad Alonso-Pimentel,

'Joaquina Téllez-Girón, futura marquesa de Santa Cruz', Agustín Esteve. Madrid, Museo Nacional del Prado

La futura duquesa de Osuna ejerció de matriarca del clan y tomó las riendas de la crianza de su prole. María Josefa era una mujer culta y avanzada que aplicó las modernas pautas de educación que bebían de Rousseau. De esta forma, educó por igual a sus hijos e hijas en el amor por las artes y las ciencias.

“En estos retratos de los hijos encontramos guiños a esa educación privilegiada. No descuidaron su formación intelectual y les encontramos delante de un telescopio o en el caso de las mujeres, la futura Marquesa de Santa Cruz aparece de adolescente acodada en un globo terráqueo en alusión, quizás, al interés por conocer otras tierras”, detalla la comisaria.