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Donald Trump, la paradoja de la política espectáculo

  • El empresario, una celebridad en EE.UU., es el principal aspirante republicano
  • Su estilo agresivo y populista atrae a un buen puñado de votantes conservadores
  • También genera un gran rechazo en otros sectores y descoloca a su propio partido
  • Las primarias medirán la magnitud del fenómeno, que está marcando la campaña

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Donald Trump bromea con el presentador Joe Scarborough después de una entrevista en la MSNBC
Donald Trump bromea con el presentador Joe Scarborough después de una entrevista en la MSNBC

En los últimos tiempos, es evidente la inclinación de la política hacia el espectáculo en las democracias occidentales, aunque hasta ahora nadie había elevado tanto la apuesta con tan buenos resultados como Donald Trump, millonario y celebridad de la televisión, que se ha convertido en el principal aspirante a la candidatura republicana para asaltar la presidencia de Estados Unidos en las elecciones que se celebran en noviembre de 2016.

Trump había amagado varias veces con presentarse a presidente y, en otra ocasión, se insinuó como candidato a gobernador del estado de Nueva York. Pocos le habían tomado en serio, pero el empresario dio el paso definitivo el pasado verano, cuando anunció que optaría a la candidatura del Partido Republicano a la Casa Blanca.

Desde entonces, ha conseguido destrozar cualquier pronóstico y se ha aupado hasta liderar con holgura las encuestas de las primarias republicanas. Al principio se le veía como un arribista extemporáneo, pero ahora es un rival incómodo, irritante y fortalecido por el respaldo de un buen puñado de estadounidenses, ante los que exhibe una excelente carta de presentación: la marca Donald Trump.

Donald Trump, el 'intruso' de la política tradicional que lidera las encuestas republicanas

Empresario de éxito

Donald Trump nació en Nueva York el 14 de junio de 1946, en el distrito de Queens, el cuarto de los cinco hijos de Frederick C. and Mary MacLeod Trump. Conviene conocer algunos aspectos de su biografía, porque deslizan sutiles pistas sobre el personaje: por ejemplo, sus padres le ingresaron en una academia militar tras ser expulsado del instituto y dejó inacabada su carrera en la Universidad de Fordham, pero en 1968 se graduó en una de las mejores escuelas de negocios de Estados Unidos, la Wharton de la Universidad de Pennsylvania.

Después, el joven Trump empezó a trabajar en la inmobiliaria de su padre y cuando heredó la empresa le imprimió su sello, empezó a pensar a lo grande. Si al principio la firma estaba orientada a viviendas clase media, desde que se convirtió en la Trump Organization buscó las grandes promociones, ya fueran hoteles de lujo o enormes edificios de oficinas. Su época dorada fueron los años ochenta, cuando erigió la conocida Trump Tower, en la Quinta Avenida. La compañía posee ahora múltiples propiedades, desde casinos hasta, atención, la pista de hielo de Central Park.

La Torre Trump de Chicago, otro de los edificios del conglomerado empresarial

La Torre Trump de Chicago, otro de los edificios del conglomerado empresarial. REUTERS

En los años noventa, sin embargo, rozó la quiebra y se vio obligado a vender, entre otras cosas, su aerolínea, Trump Shuttle. Cuatro de sus empresas se han declarado en alguna ocasión en bancarrota; él, de forma personal, nunca. Forbes calcula su fortuna actual en más de 4.000 millones de dólares, aunque él defiende que roza los 9.000 millones; la principal discrepancia estriba en el valor de Donald Trump como marca, que él estima en unos 3.300 millones. Forbes considera que exagera mucho: solo le da 125 millones.

Una celebridad de la televisión

Su egolatría -cuantificada- casa perfectamente con su manera de encarar los negocios, que ha dejado plasmada en varios libros (El arte de vender o Cómo hacerse rico, entre otros títulos). Los estadounidenses han podido seguirla en directo durante 14 temporadas en The Apprentice (El aprendiz), el reality show en el que ejercía de presentador y jurado, evaluando las propuestas empresariales de dos equipos de concursantes que compiten para conseguir dirigir una de las empresas del conglomerado Trump.

Donald Trump ya era famoso antes de salir en televisión. Su multimillonario divorcio de Ivana, su primera mujer (solo la pensión alimenticia superaba los cinco millones de dólares anuales), fue uno de los culebrones preferidos de la prensa neoyorquina a principios de los noventa. Después, se casó y se divorció, también con gran revuelo, de la actriz Marla Maples. Ahora mismo, desde 2005, está casado con la modelo eslovena Melania Knauss-Trump. Tiene cinco hijos, entre ellos la también famosa Ivanka, y siete nietos.

Figuras de juguete de Trump como presentador de 'El aprendiz'

Figuras de juguete de Trump como presentador de 'El aprendiz'. REUTERS

Todas las mujeres de El aprendiz han flirteado conmigo, consciente o inconscientemente

En cualquier caso, ha sido a través de El aprendiz como Trump se ha elevado a la categoría de celebridad indiscutible. El programa se ha exportado a diversos países, incluido España, aunque fuera de Estados Unidos carece del magnetismo de su creador, de su actitud como líder carismático. Valga como muestra una frase del propio Trump: "Todas las mujeres de El aprendiz han flirteado conmigo, consciente o inconscientemente".

Devolver la grandeza a Estados Unidos

Ese estilo agresivo y populista, esa seguridad en sí mismo, es la marca que ahora pretende trasladar a la política. Su eslogan de campaña, "Make America great again" ("Devolver la grandeza a América"), alude a esa ambición de la que ha hecho gala como empresario. Por lo demás, sus propuestas se resumen en el ensimismamiento, en la idea de alejar lo que, a su juicio, perjudica a Estados Unidos.

Su medida estrella es el control de la inmigración irregular: "Lo primero que haré en mi primer día como presidente es cerrar las fronteras de forma que los inmigrantes ilegales no puedan entrar en nuestro país". Para conseguir cerrar el paso a los inmigrantes, ha propuesto construir un muro en la frontera con México (y obligar a México a pagarlo).

Donald Trump, durante un mitin en la localidad de Farmington, en New Hampshire

Donald Trump, durante un mitin en la localidad de Farmington, en New Hampshire. REUTERS

En materia de economía, presenta varias medidas encaminadas a reducir las exportaciones de China para favorecer a la industria estadounidense, desde obligar a Pekín a apreciar el yuan hasta exigir a sus empresas el cumplimiento de normas medioambientales. En la misma línea, propone una reforma fiscal que reduzca los impuestos y , en concreto, que establezca que ninguna empresa pague más del 15% de sus beneficios.

Un agitador sin cortapisas

Sus propuestas incluyen también la defensa de la segunda enmienda, que asegura el derecho a poseer armas, y una reforma de las ayudas a los veteranos de guerra. Sin embargo, Trump no ofrece tanto una ideología como una actitud, que está conectando con muchos estadounidenses: lo atractivo no son sus propuestas (hay candidatos republicanos con posiciones igual de duras hacia la inmigración, por ejemplo), sino la forma de presentarlas.

Porque Trump se ha convertido en el agitador de la campaña, un provocador capaz de decir que "cuando México envía a su gente, no envían a los mejores […]. Traen drogas. Traen crímenes. Traen violadores. Y algunos, supongo, que son buena gente" para justificar su política contra la inmigración. Capaz de soltar un exabrupto machista para descalificar a un rival demócrata: "Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su marido, ¿qué le hace pensar que puede satisfacer a América?". Ha atacado a mujeres, inválidos y musulmanes, a los que quiere impedir la entrada en el país. Y se vanagloria de decir lo que piensa: "Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos".

El magnate en un en un acto de campaña en Iowa, estado que dará comienzo el día 1 de febrero al proceso de primarias.

Sus propuestas son deliberadamente populistas, es decir, soluciones aparentemente sencillas para problemas complejos. Pero Trump va más allá, su objetivo es lanzar opiniones exageradas o extremistas para alimentar un espectáculo que le mantenga en el centro de la escena. Si los rivales le reprochan sus exabruptos, si la prensa le critica, es porque defienden al sistema. Pero hablan de él, su marca está siempre presente, sin necesidad de que tenga que justificar demasiado las posibles incoherencias: la última polémica queda enseguida arrollada por la siguiente, puesto que el espectáculo debe continuar.

El adalid de "la mayoría silenciosa"

Porque esas incoherencias existen, claro: un empresario que heredó la empresa de su padre se presenta como un self made man; un magnate inmobiliario que ha cosechado su fortuna entre la élite de Manhattan se revela como un candidato antisistema. Pero su discurso conecta con muchos estadounidenses que se sienten agraviados por el sistema y que quieren auparse como lo hizo él, convertirse en millonarios, tal como promete el sueño americano.

La mayoría de sus partidarios son hombres blancos, conservadores de la América profunda y rural, lo que no deja de ser irónico si se tiene en cuenta que ese segmento de población suele despreciar Nueva York: pocas cosas hay tan neoyorquinas como Donald Trump. Recelan de la globalización que amenaza sus puestos de trabajo y del ascenso de las minorías, como negros e hispanos. Se autodenominan "la mayoría silenciosa".

Simpatizantes de Trump justo antes de su mitines en Tulsa, Oklahoma; en las camisetas se puede leer:

Simpatizantes de Trump justo antes de su mitines en Tulsa, Oklahoma; en las camisetas se puede leer: "Obama, estás despedido". REUTERS

Trump les insufla autoestima cargando contra aquello que consideran la causa de sus problemas, ya sean China, los inmigrantes o los burócratas de Washington. Maneja el escenario y los tiempos, en televisión o en las redes sociales, convirtiendo su campaña en un show: muchos acuden a sus mítines solo para verle. Y es un buen comunicador, espontáneo y empático.

Una cuña en el Partido Republicano

Sin embargo, la estrategia de Trump se enfrenta, al menos, a un par de dificultades: la escalada de sus exabruptos debería tener un límite, incluso para él, y la continua apelación a las emociones genera el mismo rechazo en otros sectores que adhesión entre sus incondicionales. De hecho, una de las primeras consecuencias de su ascenso ha sido la fractura del Partido Republicano.

Jeb Bush, que antes de las primarias aparecía como el gran favorito del partido, lo ha calificado como "el candidato del caos" y ha advertido de que si resulta elegido, los demócratas le arrasarán en las elecciones. Sin embargo, también ha recibido apoyos relevantes, como el de la ex gobernadora de Alaska y candidata a vicepresidenta en 2012, Sarah Palin.

Sarah Palin anuncia su apoyo a Donald Trump para las primarias republicanas

La Fiebre Trump es un fenómeno sin sustancia que no se traducirá en una victoria

En los debates previos a las primarias, Trump ha tenido encontronazos con varios de sus rivales e incluso ha amenazado con presentarse como candidato independiente, lo que colocaría al partido en un aprieto. La esperanza del resto de aspirantes es que se acabe desinflando durante las primarias. "No es serio", ha comentado Eric Cantor, portavoz republicano en la Cámara de Representantes hasta 2014, "está promoviendo su marca personal […]. Pero la Fiebre Trump es un fenómeno sin sustancia que no se traducirá en una victoria".

Si la tentación inicial, allá por el verano de 2015, era tomarse a Donald Trump en broma, ahora sería un error, dado el respaldo que cosecha y la ventaja que le otorgan las encuestas. Sin embargo, serán las primarias las que midan el apoyo real del que disfruta y desvelen la magnitud del fenómeno que está marcando la campaña de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

La campaña de Donald Trump en las redes sociales

Trump también está ganando la batalla del mundo virtual, sobre todo por su manejo del sentido del humor y de la controversia. Así lo constataron los expertos que se reunieron a mediados de enero en el Centro de Prensa Extranjera de Washington para analizar como de desenvuelven los aspirantes a la Casa Blanca en las redes sociales. Con todo, algunos advierten que Trump puede considerarse a veces un trol, distorsionando los debates con mensajes provocadores.

Estas son las principales cuentas y sitios de internet en los que se puede seguir a Donald Trump: