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Falsificadores de arte, a la caza del impostor

  • Son la continua amenaza de galeristas, marchantes y casas de subastas
  • Los estafadores usan un buen número de documentos para dar fiabilidad
  • Los artistas contemporáneos y de pintura antigua, los más falsificados

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'Untitled' (1950), obra falsa atribuida a Jackson Pollock.
'Untitled' (1950), obra falsa atribuida a Jackson Pollock.

Todo artista está expuesto a las influencias de los grandes maestros. De hecho, lo habitual es que la mayoría de aprendices inicien sus estudios en el oficio copiando a los maestros antiguos en los museos.

Sin embargo, esto también puede despertar la tentación en los más avispados para producir obras “a la manera de” y hacerlas pasar como creación de un preciado artista. “Evidentemente, un pintor desconocido podrá ganar mucho más dinero intentando vender una obra falsa de un artista que ya está cotizado que si la vende con su firma, aunque tenga la habilidad de pintar con la misma calidad”, asegura a RTVE.es Aurora Zubillaga, CEO de Sotheby’s en España.

La falsificación de obras de arte es uno de los fraudes más antiguos de la historia y supone una enorme dificultad para el mercado internacional del arte. Los marchantes y expertos de las casas de subastas se enfrentan con frecuencia a las falsificaciones de Picasso, Pollock, Chagall, Braque o Mondrian. Por ello están permanente alerta y, aunque suelan ser fácilmente reconocibles, no implica que en ocasiones incluso los mejores especialistas sean engañados.

El cuidado se extrema ante la organización de grandes pujas como la de este jueves en la sede de Sotheby’s en Nueva York de Arte Moderno y Contemporáneo. Obras que forman parte de la colección de Alfred Taubman, antiguo propietario de la casa de subastas, la colección particular más cara en salir a subasta al estar valorada en más de 500 millones de dólares, una cifra histórica.

Una subasta “preparada con muchísimo entusiasmo por parte de todos los expertos y oficinas de Sotheby's, con un cuidado extremo en todos los sentidos de la catalogación”, según apunta Zubillaga, quien afirma con rotundidad que en una subasta como la de Taubman no hay ninguna duda de la autenticidad de todas las piezas: “Son obras maestras publicadísimas, bien catalogadas, y expuestas con anterioridad, lo que da una garantía de que son lo que hay en el catálogo”.

El arte de introducir piezas falsas

Según algunos expertos, las obras falsas suponen entre un 10% y un 40% del volumen total del mercado del sector artístico. De hecho, Thomas Hoving, historiador del arte y ex director del Museo Metropolitano de Nueva York, se decanta en su obra False Impressions: The Hunt for Big-Time Art Fakes por la cifra más elevada, al igual que la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, unidad que investiga este tipo de estafas en España.

Sin embargo, Zubillaga se muestra más reservada y defiende que “ese porcentaje es mucho más pequeño porque las grandes casas de subastas como Sotheby's o como Christies's nos aseguramos al 100% al ofrecer obras de cierta categoría nos aseguramos de que sean las originales”. Aunque no descarta que en mercados más pequeños y regionales pueda haber más problemas.

A pesar que Zubillaga sea tajante, evitar falsos en ocasiones no es tan sencillo. Para introducirlas los estafadores utilizan un buen número de documentos para dar fiabilidad como certificados de autenticidad falsos, usan peritos que certifican fraudulentamente la autoría o también implican a marchantes extranjeros.

Esto ha dado lugar a más de una historia rocambolesca digna de un guion cinematográfico como el caso del marchante gallego José Carlos Bergantiños, su novia Glafira Rosales y el pintor Pei-Shen Qian o los ya míticos casos de Hans Van Meegeren y Elmyr de Horny, que cuenta con un documental de Orson Welles y un libro de otro reconocido estafador como Clifford Irving.

La importancia del ojo experto

En la identificación de un falso, esta experta en pintura europea de los Siglos XIX y XX estima que es fundamental el ojo del experto que asegure una correcta catalogación y expertización. Zubillaga destaca que “para todos los artistas y piezas que tienen un mercado internacional de importancia existen siempre especialistas”. Además, en Sotheby's a parte de con sus propios expertos, cuentan con especialistas en la materia externos y consultan cada pieza con el comité o fundación encargada de la difusión y protección de la obra de cada artista.

La catalogación o examen de obras de arte, según explica Zubillaga, sigue una serie de pasos y depende de una serie de factores que comprenden estudios estilísticos, históricos, físicos y científicos de la pieza.

Y, aunque la tecnología está jugando un papel importante, para Zubillaga lo primordial es el “ojo del experto” capaz de identificar formas, composiciones, técnicas y colores. La experta considera que los análisis químicos, radiografías, o estudios biológicos en laboratorios tampoco son completamente certeros, “pueden ofrecer información sobre un pigmento, pero no sobre la autoría de una obra”.

La autentificación de obras de arte contemporáneo y de pintura antigua son las que más trabajo exigen. Las primeras porque cualquier persona puede adquirir materiales en comercios especializados similares a las de los cuadros y las segundas porque el mercado de la pintura antigua está basado en obras que no están ni firmadas ni fechadas.

Picasso, líder en falsificaciones

Realidad conocida por los impostores, lo prueba que el autor con más falso sea Picasso o que “genios de la falsificación” como el ya mencionado Hans Van Meegeren fuera especialista en pintura antigua y pudiera introducir un buen volumen en el mercado.

Los errores en las atribuciones son el otro caballo de batalla de museos, galerías y casas de subastas, muestra de ello es la polémica generada en la última semana en torno a la Mesa de los pecados capitales de El Bosco, que un laboratorio holandés atribuye ahora a un discípulo del taller del artista. Teoría que rechaza el Museo del Prado.

En este caso la experta opina que, aunque realmente cambiara la autoría de la pieza, su valor no se vería afectado porque pertenece a una institución, pero si estuviera en el mercado su precio sí caería ya que no es lo mismo catalogar un cuadro como de un autor de reconocido prestigio que atribuirlo a su taller, a una escuela o simplemente a una época.

Falsos legales en el mercado

El criterio para valorar cada obra depende de una serie de factores como el grado de reconocimiento de su autor, la calidad, el estado de conservación, antigüedad, rareza o incluso el tema.

Criterios que en ocasiones pueden resultar asombrosos y contradictorios, ya que el que una obra sea falsa no impide que se venda como tal en el mercado legalmente. “Desafortunadamente existe un mercado para las falsificaciones o las copias –apunta Zubillaga-, van Meegeren y Elmyr de Horny son conocidos como falsificadores y se le da valor a una obra por la parte académica, por su ejecución. Evidentemente no tiene el mismo valor que si fuera la obra final del artista inicial, pero hay mercado para todo tipo de cosas”.

Incluso hay un museo de las falsificaciones en Viena y cada cierto tiempo se organizan exposiciones sobre grandes falsificadores como la comisariada hace dos en Madrid de Elmyr de Horny.

Contradicciones que hace más interesantes el mercado del arte pero que en ocasiones favorecen el malgasto de talento en pos de un negocio lucrativo.