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Los restos de Filipo II, padre de Alejandro Magno, hallados en una tumba distinta a la pensada

  • En el Gran Túmulo de Vergina se encontraron tres tumbas
  • Los restos de Filipo II están en la primera, y los de Filipo III en la segunda
  • La edad, la altura y una herida en la pierna, claves para identificarlo

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Vista general y detalle de la rodilla herida de los restos de Filipo II y una radiografía de la misma
Vista general y detalle de la rodilla herida de los restos de Filipo II y una radiografía de la misma

Filipo II transformó Macedonia en la potencia hegemónica del mundo griego y cuando murió preparaba un ataque a gran escala al Imperio Persa, que poco después llevó a cabo su hijo Alejandro Magno. Un nuevo trabajo constata que sus restos están en Vergina (Grecia), pero en una tumba distinta a la que se pensaba.

Liderados por Antonis Bartsiokas, de la Universidad Demócrito de Tracia, un equipo de científicos, entre ellos varios españoles, ha publicado un artículo en la revista PNAS que aporta luz sobre la tumba de este rey, asesinado en el 336 a.C. cerca de la actual Vergina.

En 1977 y 1978 se excavaron en el Gran Túmulo de la citada ciudad tres tumbas monumentales que habían sido construidas para el último descanso de miembros de la realeza macedonia y un templo dedicado a un héroe. Desde entonces, distintos equipos de investigadores han estudiado el material óseo.

Científicamente, los restos humanos que más atención han recibido son los de la tumba II, que "es la más rica y la que tradicionalmente ha sido interpretada como la tumba de Filipo II", ha relatado Asier Gómez-Olivencia, investigador de Ikerbasque (Fundación Vasca para la Ciencia) en la Universidad del País Vasco y uno de los autores del trabajo.

Sin embargo, varios investigadores no estaban de acuerdo con esta interpretación, entre ellos Bartsiokas, quien ya en el año 2000 planteaba sus dudas en un artículo publicado en la revista Science.

Según Gómez-Olivencia, el detallado estudio "es el primero que se hace en profundidad a partir de los restos de la tumba I y ha arrojado resultados distintos a los estudios previos". En concreto, los investigadores, entre los que también está Juan Luis Arsuaga, han analizado los restos humanos de tres individuos, los cuales fueron inhumados y no incinerados como los de la tumba II.

El rey cojeaba por una herida de lanza

Uno de los esqueletos pertenece a un hombre de unos 45 años, sorprendentemente alto para su época (unos 180 centímetros), cuyo fémur y tibia muestran una fusión ósea completa a la altura de la articulación de la rodilla, así como un orificio en la misma, provocado por una herida penetrante que la atraviesa. Este individuo padecería una notable cojera.

Además, hay signos en uno de los cóndilos occipitales (la protuberancia redondeada en el extremo de un hueso que encaja con el hueco de otro para formar una articulación) que sugieren tortícolis, un posible efecto compensatorio debido a la marcha irregular del sujeto.

Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca y miembro del Centro de Evolución y Comportamientos Humanos (Universidad Complutense de Madrid e Instituto de Salud Carlos III) ha detallado que la tumba I también contenía los restos de un bebé recién nacido y una mujer de unos 18 años que sería Cleopatra, la última esposa de Filipo II.

Ante esto, los autores apuntan que la tumba I contiene los restos mortales de Filipo II de Macedonia, de quien se sabe por las fuentes históricas que recibió un lanzazo en una pierna durante una batalla tres años antes de su muerte y que quedó cojo, y los de su esposa y su hijo. Los científicos sugieren entonces que los restos de la tumba II pertenecen al rey Filipo III Arrideo y a su esposa Eurídice. Filipo III también fue hijo de Filipo II, pero de una madre distinta a la de Alejandro Magno (la de éste se llamó Olimpia).

Filipo III era mayor que Alejandro Magno, pero, según la teoría más aceptada, Olimpia le dio una dosis de veneno que, aunque no resultó ser letal, le dejó mentalmente incapacitado y por eso el heredero de Filipo II fue Alejandro Magno (del que se desconoce dónde están sus restos).

En cuanto los restos de la tumba III, Arsuaga ha explicado que para este trabajo no se han analizado, así que "no hay nada en contra para atribuirlos a Alejandro IV, segundo hijo de Alejandro Magno".