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Premios Goya 2016: 'A cambio de nada', nominada a mejor película

Daniel Guzmán: "Desconecto de las películas que carecen de autenticidad"

  • Dirige su ópera prima y película autobiográfica, A cambio de nada, triunfadora en Málaga
  • La protagonizan los noveles Miguel Herrán, Antonio Bachiller y Antonia Guzmán

Por

Daniel Guzmán dirige una historia sobre la adolescencia que el viernes llega a los cines

6 NOMINACIONES A LOS GOYA

Mejor película

Mejor dirección novel: Daniel Guzmán

Mejor guion original: Daniel Guzmán

Mejor actor de reparto: Felipe García Vélez

Mejor actor revelación: Miguel Herrán

Mejor actriz revelación: Antonia Guzmán

FICHA TÉCNICA

Título original: A cambio de nada

Año: 2015

País: España

Director y guion: Daniel Guzmán

Reparto: Miguel Herrán, Antonio Bachiller, Luis Tosar, María Miguel, Antonia Guzmán, Felipe García Vélez, Patricia Santos, Miguel Rellán, Fernando Albizu, Manolo Caro, Luis Zahera, Roberto Álvarez, Ález Barahona, Lara Sajén, Mario Llorente, Carlos Olalla, Sebastián Haro, Beatriz Argüello, Iris Alpáñez, Adelfa Calvo

"Si yo no me lo creo, no me funciona. No me gusta la impostura y me gusta la verdad, la cercanía y la sinceridad y cuando veo trabajos que carecen de esa verdad o de esa autenticidad, pues desconecto". Así habla el actor Daniel Guzmán (Madrid, 1973) con RTVE.es de su primer largometraje como director, A cambio de nada, una cinta en la que ha invertido diez años de trabajo y en la que cuenta su adolescencia de chico de barrio con un realismo y una veracidad que la han convertido en la gran triunfadora del Festival de Cine Español de Málaga.

La Biznaga de Oro a la mejor película y tres Biznagas de Plata a mejor dirección, mejor actor de reparto (Antonio Bachiller) y premio especial del jurado de la crítica son los galardones cosechados por esta historia autobiográfica, que cuenta con la participación de TVE, y que se estrena en los cines este viernes 8 de mayo, apenas dos semanas después de lograr congraciar a jurado, prensa y público en la capital de la Costa del Sol.

En A cambio de nada, Guzmán vuelca sus propias experiencias y su adolescencia, "un material precioso", y una forma de "encontrar respuestas". "No solo es contar una historia que entretenga y emocione al público durante hora y media, a nivel personal primero ha cerrado una etapa de mi vida, he soltado ese lastre y sobre todo me ha dado respuestas que yo no tenía de mi propia vida", confiesa el cineasta de 41 años, que en 2004 se llevó el Goya al mejor cortometraje de ficción con Sueños.

En la película, Darío (Miguel Herrán) es un chico de 16 años que disfruta de la vida junto a Luismi (Antonio Bachiller), su vecino y amigo del alma, hasta que sufre la separación de sus padres (Luis Tosar y María Miguel) y se escapa de casa, huyendo de su infierno familiar. Comienza a trabajar en el taller de Caralimpia (Felipe García Vélez), un viejo delincuente con envoltura de triunfador, que le enseña el oficio y los beneficios de la vida. Darío conoce además a Antonia (Antonia Guzmán), una anciana que recoge muebles abandonados con su motocarrro. Junto a ella descubre otra forma de ver la vida. Luismi, Caralimpia y Antonia se convierten en su nueva familia en un verano que les cambiará la vida.

"No sé contar historias de otra manera"

Para conseguir esa autenticidad que supura A cambio de nada, Guzmán ha fichado como protagonistas a dos jóvenes actores no profesionales (Herrán y Bachiller) y a su propia abuela (Antonia Guzmán, de 93 años recién cumplidos) y un reparto de secundarios veteranos como Luis Tosar, Felipe García Vélez, Miguel Rellán, María Miguel y Fernando Albizu y ha rodado en los escenarios reales en los que pasó su infancia y adolescencia, en el madrileño barrio de Aluche.

"Si la interpretación no tiene verdad y credibilidad, la película no va a conectar con nadie. Veo la película y sé que tiene imperfeciones, pero la autenticidad es lo que sustenta todo", reconoce el director y guionista.

Más de cinco años para escribir el guion, tres de preproducción, seis semanas de rodaje y un año de postproducción. Guzmán, que ha estado nueve años sin trabajar como actor volcado en este proyecto, se ha dejado literalmente la piel: "Tiene una implicación tan fuerte que a veces dudo y me pregunto: ¿merece la pena dejarlo todo e invertir tanto personal y profesional para una película? Lo que sí te puedo asegurar es que no sé hacerlo de otra manera, que cuando tengo la necesidad de contar una historia dedico todo el tiempo que me lleve hasta que lo consiga".

Y, aunque el esfuerzo ha tenido su recompensa con el reconocimiento en el Festival de Málaga y reconoce que está viviendo "un sueño con final feliz", dice no poder evitar preguntarse que habría pasado en caso contrario. "La vida no es ni justa ni injusta, es la vida. Y mi película no es mejor ni peor si tiene premios que si no los tiene, pero todo el rato tengo en la cabeza qué sería de la película si no hubiésemos tenido este respaldo. No es para aguarme la fiesta, sino para darle la importancia que tiene", dice el cineasta, que añade: "Lo tengo que digerir poco a poco y no es fácil. Me ha costado mucho disfrutar de este momento porque tenía una gran carga emocional detrás".

La ilusión y la alegría de la juventud

Quienes lo están disfrutando plenamente son sus jóvenes protagonistas, Miguel Herrán (19 años recién cumplidos) y Antonio Bachiller (18 años): "Familiares, amigos y todos vivimos en una pompa supermaravillosa", reconoce Miguel, Darío, el alter ego de Daniel Guzmán en la cinta. "Pero nuestros padres están más contentos que nosotros", afirma Antonio, Luismi, el amigo inseparable.

Ya con los "nervios" dejados en Málaga, los dos jóvenes actores, ya más relajados ante la prensa -preguntan en las oficinas de Warner Bros si pueden 'jugar a la Play' entre entrevista y entrevista- llegaron por caminos distintos a su película: Antonio, que había empezado Arte Dramático y lo dejó, se presentó a un casting "sin ninguna expectativa" y a Miguel lo abordó Daniel Guzmán en plena calle y, tras preguntarle si tenía "calle hecha" y si sabía conducir motos, le ofreció hacer la película. "Luego me llamaron e hice la prueba más desastrosa de la historia del cine, y otras dos más también fatal. Me cogió no sé porqué. Algo debió ver", revela el joven actor, que reconoce que le sucedió en un momento en que "estaba un poco perdido y no sabía muy bien lo que quería en la vida".

Respecto al parecido de su adolescencia con la de sus personajes, Bachiller asegura que es "totalmente distinta". "Cuando Dani nos preguntó ¿habéis robado alguna vez?, dije que unas galletas Oreo, pero es que ni siquiera las cogí... ya estaba el chino diciendo no lo robes…", cuenta. Mientras, su compañero Miguel confiesa: "Bueno, la mía sí se parece un poquito a como era antes... Ahora no, ahora no tiene nada que ver - ríe con cara de pícaro-, pero bueno tampoco mucho, que a ver qué dicen luego, que no me quiero ver como el Vaquilla o algo así".

Pese a que les hacía repetir las tomas hasta la "saciedad", ambos alaban el trabajo de Daniel Guzmán como director, del que dicen que es "cercano y divertido y sabe cómo tratar con chavales de nuestra edad", además de ser capaz de "aplaudirte cuando tenía que aplaudir y echarte la bronca cuando te la tenía que echar".

La "imprescindible" figura del abuelo

Tanto Herrán como Bachiller desean seguir en el mundo de la actuación, igual que la otra coprotagonista, la abuela del director, Antonia Guzmán, a la que ambos halagan: "Es la auténtica abuela española. Ni la de la fabada ni nada, Antonia".

Guzmán reflexiona también en A cambio de nada en las relaciones intergeneracionales entre abuelos y nietos, pues cree que la figura del abuelo es "imprescindible" en la sociedad actual. Y para ese papel, tenía "claro desde el principio" que no iba a conseguir "a nadie tan auténtica" como su propia abuela, a la que a la vez la película "le ha dado la vida".

"Con todo lo que ha vivido en Málaga y lo que están hablando de ella todo el mundo, se ha venido arriba, y ahora quiere hacer otra. Y me ha dicho que tarde otros diez años en la siguiente y que me dé prisa porque en la siguiente quiere estar", confiesa Guzmán.

El nieto, obediente, ya trabaja en otra historia, una comedia canalla de corte social. Porque reconoce que le ha cogido el gusto a la dirección: "Lo he disfrutado mucho y me encantaría poder dedicarme a ello porque disfruto mucho contando historias". Que no nos haga esperar demasiado.