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Colombia, ¿una elección por la paz?

  • Zuluega y Santos se enfrentan en la segunda vuelta de las presidenciales
  • Santos es partidario de no inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela
  • Zuluaga es mucho más crítico con Maduro, al que acusa de antidemócrata
  • En las encuestas, el conflicto es el quinto asunto que más les preocupa

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Jornada de reflexión en Colombia

La freidora de Ángela Sarmiento lleva tiempo calentando empanadas. Su puesto está en la carrera 11 con la calle 72, junto a la Universidad Pedagógica de Bogotá. Ángela es una desplazada del conflicto que llegó a la capital hace once años, cuando la guerrilla la sacó a punta de pistola de su pequeña parcela en Antioquia. Lleva el conflicto grabado en el alma, pero cuando le preguntamos cuál es su prioridad en estas elecciones, afirma sin titubeos que la precariedad laboral.

La guerra ha desangrado a Colombia durante el último medio siglo, con más de doscientos mil muertos y casi seis millones de desplazados. Pero en las encuestas, el conflicto aparece como el quinto asunto que más preocupa a los colombianos, por debajo de la inseguridad ciudadana, el desempleo, la salud o la educación.

Entonces, ¿por qué el proceso de paz con las FARC ha marcado la campaña electoral? Básicamente porque ese asunto, qué hacer con la guerrilla, es la gran diferencia entre los programas de los dos candidatos. Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga mantienen programas económicos similares, benévolos con el libre mercado y abiertos a la inversión extranjera.

Las relaciones con Venezuela

Su otra gran diferencia está en las relaciones con Venezuela: Santos, partidario de no inmiscuirse en los asuntos internos del país vecino y de privilegiar las relaciones económicas; Zuluaga, mucho más crítico con Nicolás Maduro, al que acusa sin tapujos de antidemócrata y de esconder a guerrilleros de las FARC en su territorio. Venezuela, según Zuluaga, no es una democracia.

Santos se lo ha jugado todo al proceso de paz con las FARC. Y según varios analistas, eso le ha restado frescura en otros asuntos. “Ha puesto tanta atención en la negociación con la guerrilla que se ha olvidado de explicar bien otros logros de su Gobierno en los últimos cuatro años, como la inversión social o las infraestructuras”, admite Andrés Molano, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario de Bogotá.

Molano sostiene igualmente que este domingo no se elige simplemente un presidente, sino que, “de alguna manera, el país podría estar definiendo la trayectoria de su desarrollo en varios aspectos, durante las próximas décadas. No sólo por el tema de la paz y la posibilidad cierta de que se pueda alcanzar un final negociado del conflicto armado interno, sino también por la situación económica, porque hay unas previsiones económicas muy favorables y el conflicto podría determinar si crecen o se estancan”.

Para Zuluaga, la paz también ha sido la punta de lanza de su campaña. Aunque esta vez, para denunciar el peligro de dialogar con las FARC. Lo ha hecho por convicción ideológica y porque es en ese asunto donde más podía castigar al actual Presidente. La derecha colombiana, muy crítica con el diálogo con las FARC, exige una paz sin impunidad. Se niegan a ver a los jefes de la guerrilla sentados en el Congreso sin que al menos hayan cumplido una pena mínima de seis años de cárcel.

"Zuluaga representa el contrapunto a Santos"

Para el analista político Vicente Torrijos , “Zuluaga representa el contrapunto a Santos en esta campaña. Representa los valores del uribismo que Santos, según ellos, traicionó cuando llegó a la Presidencia: la recuperación de la seguridad, la estabilización de la economía en términos de seguridad y por supuesto, ninguna complacencia con el terrorismo”.

Santos ha querido difundir la idea de que en estos comicios se vota entre la guerra o la paz, entre el pasado y el futuro, entre 40 años más de guerra o un horizonte sin conflicto. La gran pregunta es si la paz definirá el voto de los colombianos, o si la población priorizará sus problemas cotidianos: la falta de seguro médico, la falta de cupos en colegios públicos de calidad, los atracos y los robos cada vez más frecuentes en las grandes ciudades, los cientos de miles de trabajos informales que no cotizan a la seguridad social.

Arlene Tickner, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, aporta una clave: “Más o menos lo que hay en Colombia es una especie de modus vivendi con el conflicto, que ha tendido a marginar la cuestión de la paz, en el imaginario del electorado. Hay temas mucho más preocupantes en este momento, sobre todo cuestiones de seguridad ciudadana, temas de educación, salud, empleo, que pesan más, y yo creo que esto es de esperar”.

En la esquina de la calle 72, Ángela sigue sirviendo empanadas. Insiste en que este domingo priorizará la precariedad laboral sobre los diálogos de la Habana cuando acuda a votar. Porque, para ella, desde hace tiempo, la guerra es un asunto que se libra en zonas remotas del campo, demasiado lejos de la gran ciudad.