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El Parlamento libio destituye al primer ministro, Ali Zidán

  • Ha sido reemplazado por el hasta ahora ministro de Defensa
  • El Parlamento acuerda celebrar elecciones anticipadas

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El primer ministro, Ali Zidán, destituido por el Parlamento
El primer ministro, Ali Zidán, destituido por el Parlamento

El Parlamento de Libia ha aprobado este martes una moción de censura contra el Gobierno del primer ministro, Ali Zidán, que sucumbe a una profunda crisis política y de seguridad después de meses intentando capear todo tipo de presiones. En su lugar ha sido designado el ministro de Defensa, Abdala Al Zani,  que se encargará de dirigir un gobierno transitorio de crisis, mientras el Parlamento, que ya ha acordado llevar a cabo elecciones anticipadas, fija la fecha de los nuevos comicios.

Según ha confirmado a Efe el diputado Husein Al Ansari, 121 de los 138 legisladores que asistieron al pleno han apoyado la moción de censura contra Zidán, que llegó a la presidencia del Ejecutivo el 31 de octubre de 2012.

La sesión se ha desarrollado en un ambiente de tensión debido a que varias decenas de ciudadanos han intentado interrumpir en el Hotel Al Mahari,  donde se celebran las reuniones desde el pasado febrero después de otro grupo de manifestantes contrarios a la extensión del mandato parlamentario irrumpieran en la sede del Congreso Nacional y realizaran varios destrozos.

Esta no era la primera vez que los diputados intentaban forzar la retirada de Zidán. El pasado enero un grupo de 99 diputados, entre ellos los parlamentarios del islamista Justicia y Construcción, fracasaron en otro intento de llevar a cabo una moción de censura. Así pues, la caída del Ejecutivo parecía más una cuestión de tiempo, debido sobre todo al cada vez mayor número de voces que se habían levantado contra su gestión, en especial de la situación de seguridad.

Inseguridad y atentados en Bengasi

Durante la permanencia de Zidán a la cabeza del Ejecutivo los asesinatos y atentados indiscriminados en la ciudad oriental de Bengasi no se han detenido, las distintas fuerzas políticas han distanciado sus posiciones, el gobierno no ha logrado atraerse a las tres principales minorías étnicas y la proliferación de armas continúa constituyendo un quebradero de cabeza para las autoridades.

Además, el Estado no ha sido capaz de reabsorber a las antiguas milicias rebeldes, muchas de las cuales continúan desafiando las decisiones de la Administración central, ni de construir unos cuerpos de seguridad capaces de garantizar la autoridad del Gobierno. De hecho, varios países han tomado la determinación de cerrar sus consulados en Bengasi tras producirse una serie de atentados y algunas compañías aéreas han detenido sus vuelos en el país. El embajador y otros tres ciudadanos de EE.UU. fueron asesinados en septiembre de 2012 durante un asalto de los islamistas al consulado.

Pero la inseguridad no se circunscribe únicamente a Bengasi. El pasado enero, el viceministro libio de Industria, Hasan al Deroui, fue asesinado len Sirte, en el este del país. A todo esto, se suma la drástica caída de la producción de petróleo, principal y casi única fuente de riqueza del país, de 1.400.000 barriles diarios a menos de 300.000, después de que el pasado verano una milicias profederalistas tomaran los principales puertos petroleros del país, situados en el golfo de Sirte.

El último episodio de esta crisis estalló el pasado fin de semana tras el amarre de un petrolero con bandera norcoreana en el puerto de Sidra, controlado por milicianos defensores de una Libia federal. Según fuentes parlamentarias, el petrolero, cuya capacidad se calcula en 250.000 barriles, ha logrado su objetivo, mientras que según fuentes militares, ha sido cercado, según Efe.

Esta situación, como apuntan numerosos analistas y diplomáticos, no solo compromete los presupuestos del Estado y la reconstrucción del país, sino la viabilidad misma de la transición política.

Inestabilidad política

Esta última crisis que se ha llevado por delante al Gobierno de Zidán, se remonta a los violentos enfrentamiento armados estallados en la ciudad de Sebha, a 750 kilómetros al sur de Trípoli, el pasado 9 de enero, que causaron un centenar de víctimas.

El Congreso Nacional libio puso al Ejército en estado de máxima alerta en todo el país y los ministros del partido islamista Justicia y Construcción dimitieron después de que fracasara una moción de censura contra Zidán propuesta por un centenar de diputados, el pasado 16 de enero.

Los ministros dimisionarios denunciaron entonces que el gobierno era incapaz "de solucionar la situación de seguridad en el sur del país y en otras ciudades". A esta tensa situación se sumó la decisión tomada a principios de febrero por los diputados del Congreso Nacional de prolongar el mandato de la Asamblea Legislativa, que concluía el 7 de febrero, con el objetivo de ganar tiempo para redactar la nueva Constitución.

Su actitud provocó una oleada de protestas e incluso dos conatos de golpe de Estado por parte de miembros del Ejército y de antiguas milicias rebeldes, que fueron frustrados a tiempo por las autoridades.

Elecciones anticipadas

Las cada vez mayores presiones, que desembocaron el pasado 2 de marzo en un asalto del Parlamento por un grupo de manifestantes contrarios a la prolongación del mandato del Congreso Nacional, empujaron a los parlamentarios por aceptar una celebración anticipada de elecciones. Sin embargo, aún no se ha fijado fecha para estos comicios, apunta la misma agencia.

El pasado 1 de marzo, el presidente de la Comisión Electoral, Nuri al Abari, presentó su dimisión tras criticar a las autoridades por su incapacidad de garantizar la seguridad durante la jornada electoral durante las elecciones al Órgano Constituyente, celebradas el 20 de febrero.

Según Al Abari, la situación de inseguridad en Libia impide garantizar la buena marcha de cualquier cita electoral, un reto que deberá afrontar el nuevo ejecutivo de crisis del hasta ahora ministro de Defensa Abdala al Zani.