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Egipto se enfrenta a los retos de la polarización política y la crisis económica tras el golpe

  • Los militares intentan repartir el poder transitorio
  • La Hermandad sigue siendo la formación más organizada
  • La economía egipcia está en un estado desastroso

Especial: Revueltas en los países árabes

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Miembros de los Hermanos Musulmanes y partidarios de Morsi en la Universidad de El Cairo, el 3 de julio
Miembros de los Hermanos Musulmanes y partidarios de Morsi en la Universidad de El Cairo, el 3 de julio

¿Qué pasará ahora en Egipto, después del golpe de Estado de este miércoles, otro más en la historia del país, y del mundo árabo-islámico?

Los militares, al mando del jefe del Estado mayor, Abdul Fatah al Sisi, han echado del poder al presidente electo, Mohamed Morsi, pero aseguran que no quieren gobernar y que dejarán paso a un poder civil. Suspenden la democracia para defenderla, afirman.

Según su "hoja de ruta" el nuevo jefe del Gobierno interino será Adli Mansur, un jurista de respetada trayectoria, y presidente de la Corte Constitucional. Una paradoja más, ya que la Constitución ha sido suspendida.

Al Sisi ha anunciado también la formación de un comité de expertos para enmendar la Carta Magna, que ha sido consensuado con líderes religiosos, el opositor Mohamed El Baradei y representantes del movimiento Tamarud (Rebelión).

Al final de un periodo de tiempo indeterminado, volverán a convocarse elecciones. Ya que no hay una fecha fija para esta vuelta a las urnas, es de suponer que sean los propio militares quienes decidan cuándo se dan las condiciones para los comicios.

Pero esta hoja de ruta no cuenta para nada con la previsible oposición islamista, ni con los problemas que aquejarán al gobierno interino, como lo hicieron con el de Morsi.

Polarización y violencia

Las primeras medidas de los militares han sido, como era de esperar, represivas: se ha puesto bajo arresto al gobierno de Morsi, se han cerrado las televisiones islamistas y altos dirigentes de los Hermanos Musulmanes están en búsqueda y captura.

Haizam Amirah Fernández, investigador del Real Instituto Elcano, cree que los Hermanos "han cavado su propia tumba". "Han impuesto una Constitución que ha dividido la sociedad y han aprobado decretos constitucionales que le otorgaban todo el poder", dijo el investigador del RIE en declaraciones al Canal 24 Horas de TVE.

La Hermandad, sin embargo, fue la fuerza más votada en las elecciones de noviembre de 2011seguida de los salafistas (islamistas radicales). La oposición laica está desunida y no tiene un programa común.

"Hoy por hoy los Hermanos Musulmanes son la plataforma más organizada y disciplinada en el país. No hay nadie en la oposición que tenga una estructura política tan sólida, lo que plantea la duda de quién puede ser el relevo”, ha advertido a RTVE Jesús Nuñez. Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflicto y Acción Humanitaria (IECAH).

"Uno de los problemas principales a corto plazo - explica Núñez - es evitar los enfrentamientos entre seguidores y detractores de Morsi, evitar que Egipto caiga en una espiral de violencia".

De hecho durante la madrugada del miércoles al menos 10 personas han muerto en estos choques. La Hermandad y el propio Morsi han llamado a la resistencia pacífica, pero uno de los asesores del presidente, Esam Hadad, advertía en las redes sociales que los islamistas no se irían a casa sin ofrecer resistencia.

"Cientos de miles de personas se han reunido en apoyo de la democracia y del presidente. Y no abandonarán por este ataque. Para moverles, tendrá que haber violencia, ya sea del Ejército, de la Policía o de mercenarios. En cualquier caso, habrá un derramamiento de sangre considerable", dijo Hadad.

¿Qué harán los militares?

Mucho de lo que ocurra a partir de ahora depende de la capacidad de los militares para repartir el poder entre otros actores al poder y presentar un horizonte claro para la vuelta a las elecciones.

“Hablar de golpe militar es lo evidente - dice Amirah Fernández - pero hay que fijarse bien en que en esa imagen [la del anuncio oficial de Al Sisi]: el jefe del Ejército estaba flanqueado por personalidades my diversas. Un golpe militar no suele hacerse de esta manera. Tiene un apoyo social muy grande".

Ignacio Álvarez Osorio, profesor de la Universidad de Alicante y experto en Oriente Medio, también coincide en que "el movimiento de los militares ha tenido un amplio consenso". "En esa foto fija del golpe militar, el Ejército se ha cuidado de que apareciera Mohamed el Baradei, el jeque de [la Universidad Islámica] Al Azhar, máxima autoridad sunita, y el papa copto. Es un primera demostración de intención de que quiere aunar a más fuerzas políticas".

Por su parte, Jesús Núñez cree que "los militares egipcios quieren reinar pero no gobernar a diario el país". "El Ejército es una casta y su primera preocupación son sus intereses. Ojo: nos pueden llevar a estabilidad, pero no a la democracia", concluye.

La economía, la clave

Gran parte del malestar contra Morsi (como en su día contra Hosni Mubarak), proviene de la economía. El programa económico de los Hermanos Musulmanes seguía, en lo esencial, las líneas neoliberales de administraciones egipcias anteriores y de las instituciones económicas internacionales.

El país está pendiente de un crédito de 4.800 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ponía como condición el recorte de ayudas sociales y subvenciones como la de la gasolina o los alimentos. Lo que, de nuevo, era una receta para la protesta. El país necesita acabar con la deuda, que llega ya al 90% del PIB.

"Morsi quería reflotar la economía al tiempo que los islamistas ocupaban todos los puestos de poder, pero no le ha salido bien. La economía es un desastre", dice Núñez.

Para ganarse el apoyo a largo plazo de la población, y sobre todo de los jóvenes (que bramaron contra los militares durante los primeros días de la revolución y ahora parecen apoyarles), el nuevo régimen tendrá que demostrar que puede o al menos tiene intención de crear empleo y acabar con la parálisis económica y la corrupción.

Para ese fin, una suavización de las condiciones del préstamo del FMI sería muy bienvenido por los militares, y podría interpretarse como un salvavidas lanzado desde el exterior.

Todos miran a El Cairo

La reacción de la llamada "comunidad internacional" a lo ocurrido en Egipto ha podido sorprender a algunos. Ningún país ha hablado de "golpe", Obama y la ONU se han cuidado mucho de no condenar lo ocurrido, pese a que hasta hace una semana reconocíaN al gobierno de Morsi como legítimo.

Jésus Núñez anticipa que "la comunidad internacional se va a preocupar solo de que el nuevo gobierno no rompa la paz con Israel y que el tráfico marítimo no se interrumpa en el Canal de Suez". Como recuerda el diario israelí Haaretz,  Morsi y su gobierno siempre cumplieron los tratados de paz con Israel firmados en Camp David en 1979.

Mientras los países de la Unión Europea y Norteamérica medían su lenguaje, Rusia hacía una interpretación más cruda de lo ocurrido. "La primavera árabe no trae la democracia, sino el caos. Lo podemos constatar en Egipto, Libia, Siria e Irán", ha declarado el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Duma, Alexei Pouchkov.

El discurso condenatorio de Estados Unidos y la UE contra regímenes como el de Bachar al Asad, al que se exige la celebración de elecciones, queda muy tocado. No hay que olvidar que entre los opositores armados que se enfrentan a Asad está la versión siria de los Hermanos Musulmanes,  junto a grupos salafistas más radicales.

Según fuentes citadas por el diario Irish Times, fue precisamente la participación de Morsi el pasado 15 de junio en una manifestación contra el gobierno de Siria, en la que se lanzaron proclamas a favor de la "guerra santa", lo que encendió las alarmas en los cuarteles.

"Es un balón de oxígeno para Asad ", dice, en declaraciones a RTVE.es, Eduard Soler, experto en Oriente Medio del CIDOB. "El Egipto gobernado por los Hermanos Musulmanes era partidario de apoyar a la oposición siria", confirma.

Soler sospecha que en las próximas semanas o meses se verán movimientos contra los gobiernos islamistas de la región, aunque sin llegar al mismo resultado que en Egipto. Por ejemplo en Palestina.

"Es posible que algunos en Fatah [el partido del presidente, Mahmud Abás] pudieran intentar una postura de fuerza contra Hamás en Gaza, ahora que ha perdido el eslabón internacional del gobierno de Morsi".

También en Túnez, donde gobierna el partido islamista Al Nahda, se ha creado una alianza de grupos opositores, que podría endurecer sus protestas.

Es difícil prever la influencia que los acontecimientos en Egipto, el país árabe más poblado y uno de los más influyentes política y culturalmente, tendrán en el resto de la región de Oriente Próximo y Norte de África.

Egipto fue el primer país de la primavera árabe en elegir un nuevo gobierno en unas elecciones. Los votantes quisieron que fuera islamista. Ahora, los partidarios de esta corriente pueden pensar que la democracia no vale para ellos, y que sus destinos están, como ha sido a lo largo de su historia, en manos de la calle y de los uniformados, no de las urnas.