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EE.UU. aleja de momento el 'precipicio fiscal', al que volverá a asomarse dentro de dos meses

  • La Cámara de Representantes ha aprobado un acuerdo de los dos partidos
  • Los republicanos no han planteado ninguna enmienda al texto
  • El riesgo de descalabro fiscal se aplaza dos meses y deben seguir negociando

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El Congreso de EE.UU. aprueba una subida de impuestos por primera vez en 20 años

La Cámara de Representantes de EE.UU. ha aprobado el acuerdo alcanzado entre demócratas y republicanos en la madrugada del lunes, con el que se trata de frenar el llamado precipicio fiscal que amenazaba con arrastrar de nuevo a la recesión a la primera economía mundial. La ratificación en el Congreso aleja, por ahora, ese peligro, pero no lo anula, ya que el pacto aplaza dos meses la entrada en vigor de los recortes automáticos en el gasto público. En lo que se refiere a la prevista subida de impuestos, el acuerdo es más resolutivo: se suben de forma permanente los tributos a los más ricos, mientras que se consolidan las exenciones fiscales para la clase media.

Los legisladores de la Cámara Baja del Congreso estadounidense han aprobado de madrugada y sin cambios -por 257 votos a favor y 167 en contra- el proyecto remitido por el Senado.

El presidente, Barack Obama, ha dado la bienvenida a la aprobación del acuerdo, pero ha reconocido que se trata solo de "un paso en un esfuerzo más amplio", ya que ahora las negociaciones deben continuar para reducir el presupuesto federal y controlar así el aumento de la deuda.

Divisiones internas entre los republicanos

Entre los republicanos que votaron finalmente a favor del compromiso figuran el propio presidente de la Cámara, John Boehner, y el excandidato a la vicepresidencia de EE.UU., Paul Ryan, destacado referente del Tea Party, la sección más conservadora del partido y la más hostil al acuerdo. Ellos han sido dos de los 85 republicanos que han votado a favor.

La votación en la Cámara Baja se produjo después de una intensa jornada en la que los republicanos, que ostentan la mayoría, estuvieron a punto de hacer descarrilar el compromiso.

Destacados dirigentes del partido se pronunciaron en contra del pacto fraguado el día anterior entre el vicepresidente del país, el demócrata Joe Biden, y el líder de la minoría republicana del Senado, Mitch McConnell.

Un número significativo de miembros republicanos había exigido introducir en el proyecto de ley una enmienda para recortar el gasto del Gobierno en 300.000 millones de dólares. Pero la introducción de esa enmienda requería una mayoría de 217 votos que el presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, no vio posible reunir.

Para apoyar sus argumentos utilizan el cálculo difundido por la Oficina Presupuestaria del  Congreso (CBO) -un órgano bipartidista que analiza el impacto  financiero de toda la legislación-, según el cual, los términos del acuerdo añadirán casi  4.000 millones de dólares al déficit de Estados Unidos.

El intento de enmendar el compromiso del Senado habría supuesto, de hecho, la muerte del preacuerdo bipartidista, debido a la falta de tiempo para negociar los cambios con la Cámara Alta antes de la instalación de un nuevo Congreso  el día 3.

Subida de impuestos a los más ricos y aplazamiento de los recortes

Este jueves iniciará su andadura una nueva Cámara de Representantes, salida de las elecciones del pasado 6 de noviembre, lo que implica que los proyectos que no hayan sido adoptados, quedarán anulados.

Entre otras medidas, la legislación aprobada -que entrará en vigor en cuanto la firme el presidente Barack Obama el próximo 20 de enero- convierte en permanentes para un 98% de las familias y un 97% de los pequeños negocios las exenciones fiscales que rigen desde hace una década.

Por el contrario, subirá el impuesto para los hogares con ingresos anuales superiores a los 450.000 dólares, que pagarán un 39,6% en lugar del 35% actual. Obama quería que ese alza se aplicara a ingresos superiores a 250.000 dólares al año. Esta es la primera subida de impuestos aprobada en EE.UU. en los últimos 20 años con el acuerdo de los dos partidos.

Además, los tipos aplicados a los rendimientos del capital  para los hogares con rentas más altas (más de 450.000 dólares anuales) vuelven a situarse en el nivel del  20% frente al 15% actual. A ese tipo se añade el 3,8% de recargo  establecido para financiar la reforma sanitaria.

El impuesto sobre la herencia de bienes inmuebles  valorados en más de 5 millones de dólares por persona se eleva del 35% al 40%.

El acuerdo no prorroga, sin embargo, la rebaja temporal del 2% en las retenciones sobre los salarios inferiores a 113.000 dólares anuales que aprobó el presidente Barack Obama dentro de las medidas de estímulo a la economía. Así, el gravámen sobre esas rentas vuelve al 6,2%.

A través de esta combinación de subidas de los tipos y reducción de  ciertas deducciones para los más adinerados, el Gobierno espera recaudar  620.000 millones de dólares en nuevos ingresos en los próximos diez años.

En cuanto a los recortes de gasto público que se incluían en ese abismo fiscal -y que sumarían 1,2 billones de dólares en una década-, el acuerdo los aplaza dos meses, salvo en lo referente al subsidio de emergencia por desempleo que beneficia a 2 millones de estadounidenses, que se prorroga todo el año.

Prorroga hasta finales de año los incentivos fiscales a las empresas que inviertan en energías renovables, así como en investigación y desarrollo.

Anula la reducción del 27% en los reembolsos que perciben los médicos que atienden a pacientes cubiertos por el seguro médico público para jubilados (Medicare).

También se prorroga hasta finales de año la ley agrícola, lo que evita la casi duplicación del precio de la leche y productos  lácteos desde enero.

El precipicio sigue abierto

Pese a la salida adelante del acuerdo, la amenaza de caída en el precipicio no se ha conjurado todavía: el aplazamiento de los recortes de gasto traslada a febrero la entrada en vigor de esas reducciones.

Ese mismo mes, además, concluye también el plazo marcado por el todavía secretario del Tesoro, Timothy Geithner, para que se alcance el tope de endeudamiento permitido a la Administración estadounidense. Ese tope se ha tocado este 31 de diciembre, pero Geithner ha puesto en marcha ajustes automáticos en el gasto corriente que conceden un mínimo margen de dos meses para tratar de lograr un acuerdo presupuestario definitivo que limite el crecimiento de una deuda que ya supera el 100% del PIB del país.

El actual máximo de endeudamiento se fijó en agosto de 2011, también en una negociación in extremis entre los dos partidos, en la que crearon la actual amenaza del precipicio fiscal  como forma de autopresionarse para llegar a ese pacto final. Aquel  truco político no disimuló el fracaso de la negociación, lo que provocó  la rebaja de la nota de EE.UU.  por parte de la agencia de calificación Standard & Poor's.

Así, bajo la amenaza de nuevas revisiones de la calificación, ambas  cuestiones -cerrar el abismo fiscal y controlar la deuda- se convierten  así en renovado campo de batalla entre demócratas y republicanos. Mientras los primeros quieren mantener numerosas partidas de gasto público y aumentar el límite de deuda permitido, los republicanos exigen recortes en el gasto sanitario y los programas de pensiones.