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Un Egipto polarizado se prepara para el plebiscito bajo la atenta mirada del Ejército

  • La crisis de Morsi ha devuelto a las Fuerzas Armadas parte de su rol político
  • Morsi afronta su peor crisis desde que es presidente
  • La oposición afirma que no reconocerá los resultados del referéndum

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Tanques palacio presidencial
Tanques del ejécito de Egipto desplegados frente al palacio presidencial.

Permanecía en un discreto segundo plano desde hace meses, pero la profunda crisis política que divide Egipto le ha devuelto al primer plano. El ejército egipcio vigila la explosiva situación del país árabe con atención e incluso ya ha vuelto a la arena política manifestando que cumplirá  su papel “sin tener en cuenta las presiones”.

Una nueva carga para el ya asediado presidente islamista Mohammed Morsi, a quien la oposición laica le juega un órdago en las calles para tirar abajo su proyecto de Constitución.

Este martes, el ejército rescató del baúl de los recuerdos su perfil político para pedir unidad a todas las fuerzas del país y solicitó una reunión de todas ellas para alcanzar “la unidad nacional por el amor a Egipto”.

Pero que Morsi no se fía del ejército quedó evidenciado durante los primeros días de las manifestaciones en El Cairo. De hecho, en  esas primeras jornadas fueron las fuerzas militantes de los Hermanos Musulmanes y no las de seguridad del Estado las encargadas de defender el Palacio presidencial.

El papel político del Ejército en Egipto

Y es que el ejército siempre fue una amenaza para los Hermanos Musulmanes. En agosto, poco después de llegar al poder, el presidente egipcio consiguió poner la situación a su favor al retirar al todopoderoso Marsical Tantaui, hombre fuerte de la era Mubarak.

Lo reemplazó el actual ministro de Defensa, Abdel Fatah Al Sisi, un antiguo coronel de la inteliencia militar que, sin pertenecer a los Hermanos Musulmanes, es conocido por su cercanía a las tesis políticas de los islamistas.

Sin embargo, en las filas militares aún quedan pesos pesados de la vieja guardia. El ejército ha jugado un papel fundamental en la política egipcia en los últimos 50 años. De hecho, Morsi es el primer presidente civil desde el histórico Gamal Abdel Naser.

Además, las Fuerzas Armadas fueron las directoras del periodo de transición que se inició con la caída de Mubarak y duró hasta la elección del presidente islamista. Por eso, muchos analistas observan con atención cuál son los pasos que da el ejército en esta nueva crisis, que ha dejado a Egipto completamente dividido.

Un país polarizado

Morsi se enfrenta ahora al mayor envite desde que asumió la presidencia, y esa tensión política se juega fundamentalmente en las calles. La oposición laica ha apostado por las movilizaciones populares para hacer frente a la ofensiva política de las fuerzas islamista.

Las manifestaciones han conseguido tumbar el primer decreto del presidente, que le otorgaba poderes especiales, pero no el referéndum sobre un proyecto de constitución escrito por una Asamblea dominada abrumadoramente por las fuerzas islamistas y salafistas. Es la lucha por dos visiones de Egipto que está subiendo la tensión en  el país.

A pocas horas del referéndum,  todas las fuerza incrementan su presencia. Los islamistas de los Hermanos Musulmanes, la formación política más popular de Egipto y a la que pertenece el presidente, han defendido la legitimidad de ese referéndum. “Hay intentos de anular la voluntad popular”, comentó este miércoles el guía espiritual de la formación y máximo líder de la Hermandad, Mohamed Badía. “La división es algo que está a favor de los enemigos de las revoluciones”, añadió.

Seguridad en las votaciones

Mientras, la oposición sigue insistiendo  en que la Carta Magna debe salir de un consenso nacional y no dividir a la sociedad. Aserguran que no se dan las condiciones necesarias para celebrar la consulta y se han negado a reunirse con el presidente Morsi para alcanzar un acuerdo.

De hecho, el Frente de Salvación Nacional, la coalición opositora, ha manifestado que no reconocerá los resultados de ese plebiscito. Por en medio, la Comisión Electoral amplió el referéndum de uno a dos días porque no había jueces suficientes para supervisarlo, y una veintena de organizaciones de derechos humanos ha denunciado que existe un alto riesgo de manipulación. El Centro Carter, que supervisó las últimas elecciones, ya ha dicho que no supervisará el plebiscito en esta ocasión.

En medio de este caos y tensión, el presidente egipcio ordenó al ejército que garantize, junto a la policía, la seguridad hasta el anuncio del resultado. Sin embargo, su papel se limita a vigilar los colegios electorales, y ya se han desplegado más de 120.000 militares y 6.000 vehículos para garantizar la votación.

Pocos saben qué ocurrirá cuando se conozcan los resultados. MIentras, el ejército permanece expectante, aunque no ahorra alguna discreta advertencia: “no permitiremos que la situación política termine en desastre”, comentó el pasado sábado.