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Rusia se pregunta por la pasividad de Stalin en el 70 aniversario de la invasión nazi

  • Medvédev preside la conmemoración en una fecha trágica para los rusos
  • Más de 26 millones de rusos fallecieron en la guerra entre 1941 y 1945
  • Stalin recibió 47 avisos de la fecha de la invasión en los días anteriores
  • No les dió crédito y la 'Operación Barbarrosa' aplastó al ejército rojo

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El primer ministro ruso, Vladimir Putin, y el presidente, Dimitri Medvédev, ante la tumba al soldado desconocido.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, y el presidente, Dimitri Medvédev, ante la tumba al soldado desconocido.

"A las cuatro de esta mañana, las fuerzas alemanas atacaron a nuestro país sin una declaración de guerra". Este anuncio del ministro de Exteriores soviético, Vietcheslav Molotov, el 22 de junio de 1941 ha quedado grabado en la memoria de millones de rusos como uno de los capítulos más oscuros de su historia.

Con ese frío mensaje radiofónico, el urdidor del acuerdo que dos años antes había asegurado sobre el papel que el régimen nazi no invadiría Rusia -el pacto Molotov-Ribbentrop- marcaba el inicio de una guerra sangrienta de cuatro años en la que 26 millones de ciudadanos soviéticos fallecerían en la mayor batalla terrestre de la II Guerra Mundial.

Sin embargo, Molotov también abría un interrogante histórico: ¿Por qué Stalin no intervino para dirigirse a su pueblo?¿Por qué el líder soviético se encerró en su Dacha y no preparó debidamente a su ejército para una invasión inminente?¿Qué papel tiene este error de cálculo en su posterior glorificación por la URSS como el hombre que llevó al pueblo ruso a la victoria en la II Guerra Mundial?

"El discurso radiofónico de Molotov es uno de los grandes enigmas de los primeros días de Guerra. ¿Por qué Stalin, el líder, el jefe del Gobierno y del país no lo hizo por él mismo?, se preguntaba en la víspera del aniversario el periódico Moskovski Komsomolets.

"El 'Führer' habría osado atacar a Francia en 1940 si hubiese temido un ataque del ejército rojo?", se pregunta por su parte el diario opositor Novaya Gazeta.

Según los historiadores occidentales, Stalin cayó víctima de dos circunstancias: por un lado, la confianza en que el acuerdo forjado con Hitler se cumpliría. Por otro, las purgas sistemáticas a las que sometió a los oficiales del ejército rojo en los años 30 debilitaron a su propio ejército.

Multitud de indicios

Sin embargo, en una entrevista con el periódico Komsomolskaya Pravda recogida por la BBC, el historiador militar ruso Arsen Martirosyan ha revelado algo más para aumentar el enigma: que la inteligencia soviética adelantó de forma exacta o casi exacta la fecha de la invasión hasta 47 veces en los 10 días anteriores a la operación alemana.

Los indicios eran incluso previos. En 1935 Moscú conoció los primeros planes de invasión nazi, según este historiador, y era consciente de que formaba parte de los objetivos de un plan de ataque forjado en 1936 que se denominaba Campaña del Este.

Más aún, en una carta a Stalin dirigida en mayo de 1941, Hitler le da las fechas de su invasión sin darse cuenta: "Desplegaré mis tropas de la fronrtera germano-soviética hacia el oeste entre el 15 y el 20 de junio", decía el líder nazi, sabiendo que la información era exacta... solo que había cambiar oeste por este.

Pero los que sin duda más sabían sobre la invasión que llegaba eran los guardias fronterizos soviéticos. Entre el 1 y el 10 de junio de 1941, según Martirosyan, estos guardias capturaron a 108 espías nazis, una cifra que llega a 200 en los 12 días anteriores a la invasión.

El 14 de junio un guardia de la frontera bielorrusa comunicó a Moscú la fecha exacta de la invasión, que le habían confesado dos espías. La misma fecha sería repetida por otros espías capturados el 18 de junio.

Pero quizá el testimonio más esclarecedor es el de una mujer polaca que al otro lado de la frontera, desde la otra orilla de un río, le gritó en ruso a los guardias soviéticos que estaban frente a ella: "¡Soviéticos, soviéticos, llega la guerra! ¡Soviéticos, la guerra empezará en una semana!".

La mayor operación terrestre

Nadie les hizo caso y el 22 de junio empezaría la mayor invasión terrestre jamás vista: tres millones de tropas alemanas junto a otro millón de aliados del eje en 3.350 tanques y más de 2.000 aviones para cubrir una franja fronteriza desde el Círculo Polar ártico hasta el Mar Negro, más de 2.000 kilómetros.

"El mundo contendrá el aliento", le dijo Hitler a sus generales cuando detalló sus planes de invasión en la llamada Operación Barbarossa.

Las tropas soviéticas fueron cogidas por sorpresa y para cuando Stalin empezó a creerse los informes de su inteligencia había poco o nada que hacer, tal y como recuerda Vasily Pronin, por aquel entonces jefe del Consejo Social de Trabajadores de Moscú (el equivalente a alcalde en la actualidad).

"Sobre las nueve de la noche fui convocado al Kremlin con mi secretario. Cuando entré en la oficina de Stalin, varios miembros del comité central del Partido Comunista ya estaban allí. No me dio tiempo para sentarme cuando Stalin dijo: "De acuerdo con las informaciones de desertores, el plan de las fuerzas alemaas es atacar nuestra fronteras esta noche. ¿Están preparadas ya nuestras defensas"". Tras una pausa, él mismo contestó: "Hoy es sábado, los oficiales están camino de su 'dacha'. Detened a quiénes podáis en la ciudad", relata.

Conmemoración

Tras el 22 de junio, Stalin 'desapareció' hasta que volvió a dar señales de vida el 3 de julio. En los primeros meses de guerra, hasta diciembre, el avance alemán llegó a cercar Leningrado y Stalingrado, provocó la muerte de más de 800.000 personas mientras otros tres millones resultaron heridos y otros tres fueron capturados. Poco después el invierno 'helaría' las aspiraciones de Hitler.

En el recuerdo de esta fecha, el presidente ruso, Dimitro Medvédev, que ha colocado una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido en Moscú, ha querido precisamente recordar esa victoría y dejar a un lado el papel de Stalin.

"Ganamos gracias a un valor único de nuestro pueblo y nuestra tarea común es la de preservar esta memoria para las generaciones futuras", declaraba Medvédev durante una ceremonia en el Kremlin.

Antes, un grupo de ancianos guardaba un minuto de silencio ante de la llama eterna en la tumba del soldado desconocido a las cuatro de la mañana, coincidiendo con la hora exacta en la que el primer tanque alemán cruzó la frontera soviética.