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La ciencia del cotilleo

  • Un estudio demuestra que los cotilleos tienen un impacto visual en el cerebro
  • Nos fijamos más en aquellos de quienes sabemos cosas negativas

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En el experimento se asociaban rostros a comportamientos positivos, negativos o neutros, y luego se estudiaba qué imagen prevalecía más.
En el experimento se asociaban rostros a comportamientos positivos, negativos o neutros, y luego se estudiaba qué imagen prevalecía más.

El cotilleo tiene su ciencia. Un estudio publicado por la revista Science muestra cómo nuestros cerebros hacen uso de la información sobre las personas que nos proporciona un cotillleo.

Eric Anderson, del Departamento de Psicología de la Universidad de Boston, y sus colegas llevaron a cabo la investigación por la que han demostrado que de forma incosciente ponemos más atención en las caras de una persona sobre la que hemos oído cosas negativas.

Para ello utuilizaron el fenómeno conocido como rivalidad binocular. Cuando dos imágenes diferentes se presentan simultáneamente ante los ojos, una persona primero ve una de ellas, la dominante durante unos segundos hasta que es la otra la que se hace visible. Las dos percepciones tienen que competir por el dominio en el cerebro. Aunque no somos conscientes de esta particular 'batalla'.

Las dos percepciones tienen que competir por el dominio en el cerebro

Los investigadores mostraron primero a los voluntarios fotos de personas mientras describían aspectos que la persona de la fotografía había hecho supuestamente. Estos podían ser negativos ("lanzó una silla a un compañero de clase"), neutrales ("corrió las cortinas de la habitación") o positivos ("ayudó a una mujer mayor con la compra").

Luego, fueron sometidos a la prueba de rivalidad binocular, en donde se les mostraba dos imágenes, una de uno de los rostros para un ojo y la imagen de una casa para el otro.

Los sujetos presionaban una tecla cuando veían un rostro y otra cuando lo que veían es la casa. Los resultados mostraban registraban durante más tiempo las caras de aquellos de quienes habían oído cotilleos negativos durante la prueba, en comparación con rostros neutrales o de los que se había recibido información positiva.

Los rasgos de las caras escogidas eran bastante similares, para que los resultados no se vieran condicionados por la respuesta ante ellos.

Estos hallazgos pueden demostrar que los rumores y cotilleo son una forma social de aprendizaje afectivo, sobre quién debe ser amigo y a quién hay que evitar, y pueden influir en la forma que percibimos a la gente visualmente independientemente de las características físicas de su rostro.