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Decálogo de las buenas costumbres tecnológicas

  • El impacto de las redes sociales produce problemas de atención
  • Algunas normas son de educación básica; otras un tanto más sutiles
  • Ciertas situaciones 'modernas' crean incluso conflictos de pareja

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En ocasiones los 'gadgets' son motivo de conflicto por la falta de atención que se genera hacia nuestros acompañantes.
En ocasiones los 'gadgets' son motivo de conflicto por la falta de atención que se genera hacia nuestros acompañantes.

Las costumbres evolucionan y se adaptan a los tiempos y el entorno en que vivimos. Lo que antes era socialmente aceptable a veces deja de serlo, y los nuevos inventos han de integrarse en todo ello. Si desde siempre ha sido considerado de mala educación rellenar un crucigrama que estuviera resuelto a medias en el periódico, hace años esa costumbre se extendió a los Sudokus; hoy en día nadie osaría completar un nivel de un videojuego que otro haya dejado a medias en el iPad que anda por casa.    

En el mundillo de la tecnología, cada nuevo invento trae emparejados esos cambios de costumbres,  algunos de las cuales figuran a veces por escrito, mientras que otros simplemente surgen como evolución de otros similares o, simplemente, de lo que la gente comienza a considerar más o menos aceptable. He aquí algunos:

1. Móviles en silencio

En muchos sitios se pide silencio para no molestar con los teléfonos móviles (hospitales, iglesias) y es una norma que cada vez más gente parece respetar.

En países como Japón está mal visto que suenen en el transporte público

Pero se puede ir más allá: en países más tecnológicos, como Japón, está terriblemente mal visto que suenen los gadgets en los transportes públicos, o ir hablando por ellos rodeado de gente.

Por esta razón, la norma es usar el modo 'silencio' o 'vibración' y apagar incluso los pitidos del teclado. También los mensajes de tipo SMS son muy populares cuando no se puede hablar en alto..

2. Auriculares

Llevar los auriculares puestos por todas partes puede ser una cuestión de gustos personales, que puede llegar a ser incluso peligrosa porque disminuye nuestra capacidad de atención (por ejemplo al cruzar una calle).

Hay quien aboga por la norma de educación de quitárselos siempre que se hable con otra persona, aunque en casos en los que la interactuación es puntual, como al ir a pagar en el autobús o el supermercado se admite descolgar únicamente uno de los auriculares.

3. ¿Dónde cargar el portátil?

¿Dónde me enchufo? Ir con el portátil o el tablet a todas partes nos hace dependientes de la electricidad al cabo de unas horas. Aquí las normas son más o menos de sentido común: en lugares públicos donde sean habitual este tipo de dispositivos, como aeropuertos, salas de reuniones, congresos, etcétera, todo vale y es correcto enchufarse a la primera oportunidad.

En restaurantes, cafeterías o la consulta el médico es más elegante pedir permiso antes con un escueto "¿Le importaría si enchufo aquí un rato el equipo para cargar la batería?" y así evitar situaciones incómodas.

Las cafeterías y sitios con wifi público donde la gente suele ir a estudiar y trabajar un rato mientras toma algo son una excepción y cualquiera puede enchufarse donde buenamente pueda, siempre que los cables no molesten.

4. 'Tuitear' delante de otros

La presencia en las redes sociales a través de los teléfonos inteligentes es hoy en día vital para muchos, por lo que surge un conflicto entre dos escuelas de pensamiento: quienes creen que es de mala educación estar 'tuiteando' o leyendo qué pasa en Facebook mientras se está físicamente con otra persona y los que creen que, a la inversa, lo poco educado es no informar a los amigos de lo que está sucediendo.

Tuitear sobre algo que no tiene naa que ver puede llegar a ser descortés

A este respecto, hay quien ideó una fórmula interesante: se considera aceptable «tuitear» un poco para hacer partícipes a quienes no pueden estar físicamente en un evento o situación (por ejemplo, una fiesta, reunión o viaje) pero es descortés con los presentes hacerlo si la temática no tiene nada que ver, igual que lo sería ponerse a hablar por teléfono largo rato sin pedir disculpas y levantarse siquiera de la mesa.

5. Momento Blackberry

En el fondo, todo se reduce al problema de prestar atención a los demás. Una diseñadora creó la campaña   My Phone is Off for  You   (Mi teléfono está  apagado por ti) que incluía vistosos carteles para dejar claro que se  ha apagado o dejado el móvil en casa para prestar total atención a la otra  persona durante una cena, cita o incluso el fin de semana completo. Y si acaso  una indirecta tan directa no sirve, al menos ya habrá surgido un tema del  que hablar.

Un empresario español contaba hace años que para evitar los conflictos entre su pareja y los gadgets –a los que ambos eran adictos– habían ideado una fórmula para declarar una especie de tiempo muerto llamado "momento BlackBerry" en la que durante la noche o los fines de semana, y por espacio de 15 minutos, podían revisar el correo o atender a asuntos urgentes.

Terminado el cuarto de hora cronometrado había que continuar haciendo otras cosas sin gadgets.

6. ¿Qué fotografías?

Mucho cuidado: los móviles y las fotografías. Hasta hace poco era raro llevar una cámara de fotos encima, pero ahora que cada teléfono incluye una cualquier situación puede ser inmortalizada, para bien o para mal.

Una de las normas generales de la era digital es respetar la privacidad de los demás: no tomar fotos sin permiso y menos hacerlas públicas en las redes sociales. Además de descortés puede acabar creando problemas serios.

7. ¿Y qué haces con esas fotos?

Si hay algo peor que tomar una foto sin que lo sepa el sujeto es publicarla en una red social sin permiso. La mejor forma de evitar problemas es dejar caer mientras se toman las fotos que es probable que luego se vayan a subir a Internet; si alguien tiene algún problema bastará con que lo avise.

Hay gente especialmente recelosa de salir con su nombre en la web, o de que sus niños sean fotografiados.

Mejor es que cada uno se etiquete que identificar a gente sin que lo sepan

Lo mismo se puede decir del marcado con nombre y apellidos en las redes sociales: mejor dejar que lo haga cada cual a título individual que dedicarse a identificar gente sin que lo sepan.

¿Y aquellas viejas fotos del colegio o de las juergas de adolescente? Las más infantiles pueden no suponer ningún problema –pues son casi 'documentos históricos'– pero quien prefiera no ver alguna de las otras grapada a su curriculum durante una entrevista de trabajo, mejor haría en guardarlas en la intimidad.

8. Los peligros de la geolocalización

A quienes les gusta el software de geolocalización suele encantarles ir avisando de por dónde andan, generalmente con todo lujo de detalles,   a veces como parte de juegos  .

Revelar la posición de otras personas puede ser delicado

Cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero revelar la posición de otras personas y dónde están en cada momento puede ser delicado y comprometer su privacidad: tal vez prefieran que nadie sepa que están allí.

Así que mejor preguntar antes o simplemente dejar para otras ocasiones esos avisos simpáticos del tipo "Tomando unas cañas con   X en …" que conllevan la precisión de un misil balístico intercontinental.

9. Mi pareja es un 'gadget'

Uno de los motivos que se mencionan como fuente de discusiones es "mi pareja se mete en la cama acompañado de los gadgets".

Aparte del problema que generan de falta de atención hacia la media naranja hay una incomodidad añadida que a veces no se tiene en cuenta: aunque el volumen esté silenciado y se usen auriculares, los portátiles hacen ruido y su disco tiene vibraciones.

Además, se sabe que como remedio para el insomnio los netbookstablets y teléfonos inteligentes con conexión a Internet son nefastos: un motivo más para ir a la cama... a lo que hay que ir.

10. La 'copia oculta' es tu amiga

Las quejas sobre correos electrónicos 'tontitos'. Estamos en el siglo XXI y todavía hay gente que reenvía correos encadenados, alertas sin sentido y mensajes tontitos (muchas veces incluyendo algún virus informático), normalmente con copia a decenas de desconocidos.

Las normas de etiqueta de Internet dicen que nunca hay que reenviar ese tipo de mensajes, y por suerte alguien creó   CopiaOculta.com  .

Es una web cuya dirección se puede enviar a quien reenvíe mensajes absurdos de ese estilo para dejarle entrever que hacerlo no es la mejor idea y que además está comprometiendo la privacidad y seguridad de los destinatarios del mensaje.