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Todas las preguntas que los aliados se hacen sobre Libia (y nadie se atreve a contestar)

  • La resolución de la ONU limita los bombardeos a proteger civiles
  • La división en el seno de la OTAN siembra dudas de cara a su mando militar
  • Armar a los rebeldes podría violar el mandato de la ONU sobre el embargo
  • El exilio forzado de Gadafi violaría la investigación de la La Hata

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Los rebeldes piden ayuda a los aliados

Mientras los ministros de Exteriores del llamado 'Grupo de Contacto' sobre Libia desfilaban por las sucesivas ruedas de prensa en Londres para explicar lo inexplicable (por qué se reúnen para planear una Libia pos Gadafi si la ONU no les da un mandato para echar al líder libio) a muchos de ellos les pasaría por la cabeza el famoso refrán de 'las guerras son fáciles de empezar, difíciles de acabar, imposibles de olvidar'.

Apenas unos días después del inicio de la intervención militar en Libia, la mayoría de los países de la coalición, especialmente Estados Unidos, están centrados ya en la estrategia de salida una vez que el mando militar completo sea transferido a la OTAN y los dos principales elementos de la resolución 1973 de la ONU, la zona de exclusión aérea y el embargo marítimo, están plenamente implantados.

El problema es que estos elementos solo han conseguido que las tropas de Gadafi se retiren del este controlado por los rebeldes, pero éstos parecen demasiado desorganizados para por sí solo marchar sobre Trípoli y echar a un Gadafi que cuenta con fuerzas suficientes sobre tierra para repeler sus ataques.

Así las cosas, a la comunidad internacional en general y a los países implicados en la intervención en particular les quedan por delante una serie de preguntas dolorosas e inevitables por contestar.

De su respuesta -que no aparece por ningún lado en el comunicado final de la cumbre de Londres- dependerá que la guerra en Libia se convierta en un éxito del nuevo orden mundial multilateral o un fracaso rotundo en un intento de intervenir en los asuntos internos de un pueblo soberano.

¿Qué permite ahora hacer la resolución de la ONU?

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, insistía la pasada madrugada en que gracias a la intervención de las fuerzas de la coalición "se ha parado el mortal avance de Gadafi".

Antes, sus compañeros al frente de la intervención, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, y el primer ministro británico, David Cameron, habían asegurado que con sus ataques marítimos y aéreos habían evitado una "matanza" en Bengasi.

Más aún, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, había anunciado en la cumbre de Londres que se ha evitado ya una crisis humanitaria.

En tal caso, la propia resolución de Naciones Unidas estaría cumplida: proteger a los civiles y las zonas pobladas por civiles de los ataques.

Así, si se comprueba que los civiles están protegidos aunque no haya avance militar rebelde ni político para echar a Gadafi, ¿se puede considerar que sigue habiendo una amenaza?

Para el abogado británico experto británico en derecho internacional Philippe Sands, no. "La resolución permite la protección de civiles de la amenaza de ataques. Si la amenaza de ataques ha cesado, no hay justificación ya para el uso de la fuerza".

Pero, en última instancia, la respuesta a la pregunta depende de lo que cada uno considera una "amenaza". Sobre el papel, sería proteger a civiles como los de Bengasi, que Gadafi amenazó con perseguir puerta por puerta. Esa amenaza primaria parece haberse parado, salvo el caso de Misrata o el pequeño enclave rebelde occidental de Zintan.

Para otros, como Obama, la amenaza se extiende a civiles que corren peligro en lugares donde hay operaciones militares. Eso extendería la justificación de los bombardeos a los sitios en los que hay choques entre los rebeldes y los pro-Gadafi (ayer Sirte, hoy Ras Lanuf, quizá Trípoli mañana).

Por último, están los que consideran que la amenaza en sí es la presencia de Gadafi y el "miedo" que provoca a su pueblo, algo difícilmente medible para el derecho internacional y, por tanto, de dudosa legalidad.

El secretario de Defensa británico, el halcón Liam Fox, se pronunció en este sentido aunque después el jefe de sus tropas le matizó diciendo que el objetivo de la misión no era echar a Gadafi.

¿Cambiará el mando de la OTAN el curso de la operación?

La OTAN tomará formalmente este jueves el mando de las operaciones en Libia bajo el título casi irónico de "Protector unificado", algo que hasta ahora no ha sido debido a las reticencias de Francia para que se hiciese con ese mando y la negativa de miembros como Alemania o Turquía a participar.

La ministra de Defensa española, Carme Chacon, ha asegurado el paso al mando de la OTAN "facilitará" la misión pero lo cierto es que ahora será el Consejo Atlántico el que decida los objetivos de los bombardeos y no la alianza de países que decidieron bombardear libia.

Según un mando militar de la OTAN, esto no supondría que Turquía o Alemania tendrían el poder de vetar ciertos bombardeos, aunque el primer ministro turco, Racep Tayyip Erdogan, ha garantizado que su país no disparará contra musulmanes.

Para el analista del Guardian Jonathan Freeland, el paso del mando de la coalición a la OTAN ha supuesto que los tres principales aliados, Estados Unidos, Francia y Reino Unido, saben que ya no pueden hacer las cosas a su manera e incluso teme que en las horas anteriores a esa cesión de mando se intensifiquen los bombardeos para acelerar un desenlace "sean una amenaza o no".

Lo cierto es que con el mando de la OTAN el país que previsiblemente más incómodo se va a sentir es Francia, que se ha resistido hasta el final a cederlo y que mantiene un sordo enfrentamiento con su secretario general, Anders Fogh Rasmussen, al que no invitó a la cumbre de París, donde se iniciaron los bombardeos.

¿Cuánto tiempo están dispuestos los aliados a aguantar?

La OTAN aseguró que la zona de exclusión aérea tiene una planificación de al menos tres meses, aunque ésta podría extenderse o recortarse en función de los intereses de los aliados.

Apenas once días después del inicio de los ataques, las señales que se dan por parte de los aliados es que este plazo sería todo menos sostenible.

Francia ha venido insistiendo a través de su ministro de Exteriores y sus mandos militares que la intención es acabar la misión lo antes posible y habla de un plazo de semanas, no meses.

Mientras, Estados Unidos ha presionado hasta conseguir que la OTAN se hiciese con el mando y dar así un paso atrás en la operación, haciéndose eco de las encuestas que apuntan a un escaso entusiasmo de sus ciudadanos con la intervención en Libia.

Un sondeo del Instituto Quinnipac ha desvelado que el 47% de los estadounidenses está en contra de la intervención mientras que solo el 41% de los británicos le dan su completo apoyo.

Además, a medida que la perspectiva de una matanza de civiles se aleja, aumenta la consciencia sobre el coste de la operación en un trasfondo de crisis económica.

Así, Estados Unidos ha reconocido que ya se ha gastado 550 millones de dólares en Libia, aunque una vez que se estabilice la situación espera que el coste se reduzca a solo unos 40 millones.

En todo caso, el almirante James Stavridis, que es el máximo jefe militar de la OTAN en Europa, ha asegurado que el coste total de la guerra superará los cientos de millones de dólares.

Si se arma a los rebeldes libios, ¿sería legal?

Ante esta situación, los nervios empiezan a aflorar en las cancillerías occidentales, temerosas de que la guerra se alargue sine die dado que los rebeldes no parecen capaces de acabar la guerra pronto.

La opción de armarlos, suscitada antes de la resolución de la ONU, ha vuelto de nuevo a la palestra, debido a que la legalidad internacional somete a los bombardeos a un corsé del que es difícil salirse si no hay una nueva resolución.

La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ha abierto casi sin quererlo un debate jurídico de profundidad al asegurar que, aunque su país ahora no se plantea armar a los rebeldes, esto no sería ilegal a la luz de la resolución 1973 de Naciones Unidas.

En realidad, la mayoría de los expertos consultados creen que se violaría de facto el embargo de armas.

"El embargo parece que cubre a todos los que están en conflicto, por lo que no se puede dar armas a los rebeldes", considera Philippe Sands en declaraciones a The Guardian.

La clave está no solo en la lectura de la resolución 1973 sino de la 1970, la primera que prohibía "la venta directa o indirecta o la transferencia de armas y materiales relacionados de cualquier tipo".

La resolución posterior parece ir más allá al hablar de que el embargo de armas se debe "aplicar estrictamente", aunque considera que se deben tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles.

"El intento de unir las dos resoluciones para justificar armar a los rebeldes parece una interpretación imaginativa de Estados Unidos. No creo que el Consejo de Seguridad tuviese a los rebeldes en mente cuando aprobó la resolución", ha asegurado a The Guardian un experto en derecho de Naciones Unidas.

Así, aunque Estados Unidos, Francia y Reino Unido no descartan armar a los rebeldes, otros compañeros de la coalición como Bélgica o la propia España consideran que ahora no es el momento y que, de hecho, sería necesaria una nueva resolución de la ONU que aprobase ese armamento.

Y, he aquí, que esa resolución parece poco menos que imposible: Rusia, con derecho de veto, ya se ha negado a apoyar el armamento a los rebeldes y el presidente chino, Hu Jintao, ha expresado sus dudas de que los bombardeos en sí cumplan la resolución 1973.

¿El exilio de Gadafi sería una salida adecuada a la crisis libia?

Así las cosas, del encuentro de Londres salió otro consenso distinto: que lo esencial para que la misión no sea vista como un fracaso es lograr la salida de Gadafi, sea del modo que sea.

Esto supone, de hecho, llegar a un acuerdo con el líder libio para que abandone el país y se dirija hacia algún país que no sea firmante del Estatuto de Roma, es decir, que no se someta a los dictados de la Corte Penal Internacional.

Italia se ha convertido en la principal defensora de esta opción y se ha mostrado dispuesta a mediar para conseguirlo, aunque considera imprescindible para ello incorporar a la Unión Africana (UA), que no estuvo presente en la cumbre de Londres.

La idea sería que Gadafi accediese a marcharse a uno de estos países africanos, donde ya hay varios políticos con orden de busca y captura del tribunal de La Haya.

Sin embargo, al igual que la resolución 1970 establecía un embargo de armas que puede ser perjudicial para los rebeldes, también daba órdenes al fiscal de la CPI, Luis Moreno-Ocampo, para que abriese una investigación sobre crímenes de guerra.

Para la ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez, ambos elementos no serían contradictorios, algo a lo que también apuntaba el juefe de la diplomacia británica, William Hague, que si bien aseguraba que su país no buscaba destino a Gadafi, no veía con malos ojos que otros países lo hicieran.

Uno de esos países podría ser Uganda, que ya se ha mostrado dispuesta a acoger al líder libio.

"Occidente debe empezar a planear la salida de Gadafi, aunque esto es moralmente problemático", detallaba en su 'Manual de la misión' el experto del European Council of Foreign Relations (ECFR).

"Si el coronel Gadafi no tiene razón para parar de lucgar, no lo hará y el resultado será un clonflicto estancado, por lo que lo mejor sería encontrar una vía de salida", añadía.

"Hay al menos una oportunidad de cerrar un pacto con Gadafi y su familia, uno que implicaría el exlio y, dolorosamente, sacrificar la justicia por el bien de la paz", remataba Freeland.

¿Qué clase de precedente abre la intervención?

La respuesta a esta pregunta se resume en una cifra, 700.000. Ésta es la población de Bengasi, la capital rebelde asediada por Gadafi.

También es la población de Charolotte, en el estado de Carolina del Norte, el ejemplo evocado por Obama en su intervención ante sus ciudadanos para ilustrar como habría sido la matanza en esa ciudad.

Y, por último, es el número de desplazados reconocidos por la ONU en Abidjan, la capital de Costa de Marfil, para escapar a los disparos diarios de los partidarios del presidente saliente, Laurent Gbagbo, que se niega a abandonar el poder desde noviembre pese a haber perdido las elecciones frente a su rival Ouattara.

Hasta ahora ninguna potencia occidental se ha planteado ni el embargo de armas -hay acusaciones de violaciones de derechos humanos por parte de mercenarios liberianos- ni zona de exclusión aérea ni bombardeos selectivos.