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Los vencedores y vencidos con la salida de la presidencia de Hosni Mubarak

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El final de los 30 años de gobierno de Mubarak no ha supuesto solo acabar con una dictadura, también ha permitido que salieran a la luz grupos hasta ahora marginados, ha puesto voz a los jóvenes y ha obligado a Occidente a reconsiderar su postura respecto al que es uno de los países más influyentes en el Magreb y Cercano Oriente.

Sin duda, entre los que han hecho posible esto, los grandes vencedores, están los jóvenes quienes, de la mano de las nuevas redes de comunicación, han hecho suya una lucha con un final que muy pocos pudieron imaginar.

Los jóvenes y las redes sociales

Pocos pensaron o creyeron que fueran ellos los que lideraban los primeros días de protestas. Un tímido Egipto se echaba a la calle, inspirado por el final de Ben Alí en Túnez, y muchos miraron como origen de las manifestaciones al grupo opositor de los Hermanos Musulmanes.

Sin embargo, no eran ellos los que comenzaron esta revolución. Fueron una serie de jóvenes anónimos que, pese a los intentos del gobierno por impedirlo, supieron valerse de Internet y transmitieron al mundo su lucha.

Todos dieron lugar al llamado grupo 'Los jóvenes de la Revolución', una coalición en la que tienen cabida el Movimiento 6 de Abril, Jóvenes por la Justicia y la Libertad, las juventudes de los Hermanos Musulmanes, los partidarios del Nobel de la Paz Mohamed El Baradei, el Movimiento Popular Democrático para el Cambio (HASHD), el Frente Democrático y los promotores del grupo en Facebook 'Todos somos Jaled Saed', el joven muerto tras ser golpeado presuntamente por la Policía en Alejandría el pasado mes de junio.

Y ha sido precisamente el creador de dicho perfil de Facebook, el trabajador de Google,  Wael Ghoneim, el que se ha perfilado como héroe de Egipto.

Ghoneim fue detenido por la policía al comienzo de las movilizaciones por su activismo en Internet y tras su liberación, muchos han visto en su persona al líder que parece que falta en la oposición egipcia. Con todo, él ha tratado de restarle importancia e insiste en que los héroes son otros: los que han salido a la calle en esta revolución.

El Baradei y la oposición

Para algunos volvió tarde, para otros en el momento preciso. Pero volvió a Egipto pese a vivir en el exilio en Viena. Tiene a sus espaldas el haber sido presidente del Organismo Internacional de la Energía Atómica, haber ganado el Premio Nobel de la Paz y ahora, haber formado parte de la revolución que ha liberado a su país.

“Es el día más feliz de mi vida”. Estas fueron sus primeras palabras con las que dejaba claro cómo se sentía tras ver la caída de Mubarak.

Entre sus opciones está en esta nueva etapa la de ser lo que él mismo ha denominado como “el agente de cambio" que ayude a Egipto en su transición y quizá, un futuro candidato a las próximas elecciones.

Los Hermanos Musulmanes

La reunión de los Hermanos Musulmanes con el vicepresidente Omar Suleimán puso de manifiesto que algo estaba cambiando.

Inicialmente eran un grupo fundamentalista y en la actualidad son una organización que han sabido ganarse a buena parte de la población gracias a lo cual cuentan con una amplia base social.

El objetivo tradicional de los Hermanos Musulmanes es el de implantar un estado islámico en Egipto basado en la ley sharia y han tenido que hacer frente continuamente a la represión. Ahora, con la salida de Mubarak, se abre la gran oportunidad para ellos y han querido dejar claro su oposición a lo que el ayatolá iraní Jumeini ha llamado “despertar islámico”.

El ejército y el pueblo

La revolución egipcia también ha dejado entre los ganadores unas imágenes para el recuerdo: la de un pueblo y su Ejército unido. Así lo reflejaban sus abrazos cuando conocieron el abandono del cargo de su presidente.

Poco a poco han ido mostrando su apoyo a los egipcios en los 18 días que han durado las manifestaciones. De hecho, una vez salieron a la calle con sus tanques, no impusieron su fuerza y dejaron a los manifestantes que siguieran con su lucha.

El momento en el que pusieron en evidencia de qué lado estaban fue cuando anunciaron que dejarían a los ciudadanos que siguieran con sus “legítimas” demandas. Mubarak ya no contaba con su aliado incondicional.

Al Jazeera y la censura

Internet y, sobre todo la labor de Al Jazeera también han cobrado su protagonismo en esta revolución. Si en su momento surgía como la gran amenaza para la CNN, ahora, en esta crisis no ha hecho sino consolidarse como uno de los gigantes de la comunicación.

La cadena ha emitido imágenes en directo desde El Cairo y mantenía conexiones constantes con sus periodistas en la capital y en Suez.

Su labor fue interpretada como una amenaza por las autoridades egipcias hasta el punto de que decidieron cerrar todas sus oficinas en Egipto. Pero no consiguieron apagar su voz.

Europa y Estados Unidos

Entre los perdedores están, en cierto modo, grandes potencias europeas y Estados Unidos. El motivo es claro: durante estos 30 años han visto en Hosni Mubarak una figura capaz de disipar el fundamentalismo.

Pero ha sido el papel de los estadounidenses el que más se ha cuestionado. Egipto ha sido un aliado histórico para Estados Unidos y su tono ha ido evolucionando a medida que avanzaba la crisis.

En su discurso siempre han querido dejar claro que les correspondía a los egipcios decidir su futuro, un futuro que ellos no iban a diseñar. Más tarde han pasado a pedir una transición, democracia y han instado a las autoridades a “escuchar” al pueblo. Y finalmente, Obama rompía con 30 años de alianza con Mubarak y le forzaba a no presentarse a la reelección.

Ahora, tanto la UE como Estados Unidos coinciden en que se ha abierto una nueva etapa para Egipto e instan a que se celebren elecciones “libres y democráticas”. Es más, disipan riesgos y miedos que apuntan hacia una revolución islámica fundamentalista (algo que Israel ha asegurado temer).

Así lo manifestaba el exresponsable de Política Exterior de la Unión Europea, Javier Solana, quien asegura que ahora se producirá en Egipto una transición que "permitirá que se formalicen partidos políticos diversos".

"Estamos ante una situación extraordinariamente importante, un viento nuevo ha llegado a los países del Mediterráneo y determinará lo que ocurra en la región de ahora en adelante", apuntaba.

Mubarak y sus apoyos

Por último, el gran perdedor ha sido Hosni Mubarak. Tras treinta años en el poder la enfermedad que padece le había obligado a delegar, o ir a delegar, la presidencia en su hijo. Pero su pueblo no le ha dejado.

Y no le ha dejado tampoco que siguiera con ninguna de las opciones que ha planteado a lo largo de estos 18 días. En un princio anunció que ni él ni ningún miembro de su familia se presentarían a las elecciones del próximo mes de septiembre. Pero al pueblo no le ha bastado.

También anunció reformas constitucionales, remodeló su gabinete político e intentó, de la mano de Suleimán, abrir un "diálogo nacional". Pero al pueblo tampoco le bastó.

Más tarde, anunció un discurso a la nación ante el que todo Egipto y el mundo se estremeció al pensar que anunciaría que dejaba el cargo. Pero tampoco fue así y la decepción fue tal, que los egipcios salieron más unidos que nunca a la calle.

Finalmente, por sopresa, al día siguiente Suleimán anunciaba que Mubarak dejaba de ser el presidente de Egipto.  Esta vez al pueblo sí le bastó.