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Gbagbo y Ouattara, dos hombres para un cargo en Costa de Marfil

  • Las elecciones de noviembre han dado la victoria a Alassane Ouattara
  • Pese a ello, el presidente Laurent Gbagbo se niega a retirarse del cargo

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El presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo (dcha), no reconoce la victoria de su rival, Alassane Ouattara (izq),  en las últimas elecciones.
El presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo (dcha), no reconoce la victoria de su rival, Alassane Ouattara (izq), en las últimas elecciones.

“Soy el hombre más feliz de Costa de Marfil”. Eran las palabras que, en julio de 2003 y tras casi un año de guerra civil, el presidente Laurent Gbagbo pronunció al alcanzarse un principio de acuerdo de paz con el que poner fin, o al menos lo intentarlo, al conflicto.

Atrás dejaba dificultades como las que le impidieron ejercer el cargo presidencial que los marfileños habían elegido para él en el año 2000. Ahora, paradójicamente, siete años después de ese acuerdo de paz, ya desterrado, los protagonistas del conflicto son los mismos y es él el que impide ser presidente al ganador de las elecciones del 28 de noviembreAlanssane Ouattara.

De la riqueza a la guerra

Pero la situación actual no es algo nuevo. Costa de Marfil era uno de los países más ricos de África y un ejemplo de convivencia a pesar de sus diferencias étnicas y religiosas. Sin embargo, su democracia no ha podido consolidarse fruto de la profunda crisis económica en la que se sumió en la década de los 90 y que degeneró en una intensa guerra civil de la que aún colean las consecuencias.

El país puso sus esperanzas en las elecciones de este diciembre con dos nombres propios: Laurent Gbagbo y Alanssane Ouattara. Pero los resultados de los comicios no han supuesto una nueva etapa en la historia del país. Al contrario. Han abierto aún más la brecha que existía entre un norte rebelde y musulmán y un sur controlado por el gobierno y cristiano.

Gbagbo representaba el pasado del país y Ouattara el futuro con el que se habría terminado con viejos fantasmas.

Gbagbo, el cambio con el paso del tiempo

Laurent Gbagbo representaba el pasado ya que ha sido clave en un momento determinado de la historia marfileña. Este historiador y político, interviene en la carrera política en los 80, cuando adopta su postura nacionalista que le ha valido el apoyo de la población del sur.

Tras verse obligado a vivir en el exilio, gana sus primeras elecciones presidenciales en el año 2000. Pero no puede ejercer su cargo debido a que Robert Guei, jefe de la Junta Gobernante, rechaza los resultados y se autoproclama presidente.

Finalmente logra ocupar el cargo y da un paso histórico: la creación de un Comité de Mediación para la Reconciliación Nacional. En él estaban representados partidos políticos y religiosos tanto cristianos como musulmanes.

Pero, pese a la importancia de este comité, la situación no es fácil. Las tensiones y diferencias étnicas se palpan en una ley que prohíbe presentarse a los comicios a aquellos que no sean marfileños. Y aquí entra en escena Ouattara. Se le acusa de ser de Burkina Faso por lo que no se puede presentar y sus seguidores piden elecciones. La situación se agrava hasta el punto de degenerar en la guerra civil de  2002.

Las esperanzas llegaron de la mano de la tregua firmada en el 2003 y se desvanecieron tras el ataque aéreo del gobierno contra las zonas en manos de los rebeldes. La intervención internacional se hizo fundamental y, en especial la francesa, ya que el país había sido colonia suya.

Con toda esta situación, la clave venía de la mano de las elecciones con las que se esperaba hacer “justicia” y en la que todos los candidatos pudieran presentarse. Por ello, Ouattara anunció que llegaba a la convocatoria con ganas de “revancha”.

Ouattara y el peso de la nacionalidad

Y esa “revancha” venía con motivo de los años de lucha por la presidencia en los que poco o nada importaba en qué consistían sus opciones para el país. Lo único que destacaba de él era la discusión sobre si era marfileño o voltense.

No destacaba de su persona sus estudios en economía, ni sus cargos en diversos organismos ni su papel en la estabilización y recuperación económica de Costa de Marfil. Solo eso, dónde había nacido.

Pese a ello, supo hacerse su sitio en el ámbito político. De hecho fue elegido primer ministro por el presidente Félix Houphouet hasta su muerte, en 1993, cuando se le acusa de querer ocupar la Presidencia. Es entonces cuando opta por no entrar en ningún conflicto y se convierte, en julio de 1994, en director general adjunto del Fondo Monetario Internacional.

Finalmente el "problema" de Ouattara acaba gracias a las negociaciones que se celebran en el año 2005. Entonces Thabo Mbeki ejerce la presindencia y logra que ambas partes acepten que todos, sin influir la nacionalidad, puedan ser candidatos.

A partir de este momento se convierte en una esperanza para la población musulmana que, hasta ahora, había reiterado su sentimiento de marginación.

El pasado diciembre los resultados convirtieron en realidad la esperanza de este sector de la población pero no han sido suficientes como para que Gbagbo lo acepte pese a que la Comunidad Internacional ha dado su respaldo a Ouattara.

Parece que, una vez más, Costa de Marfil tardará en poder ejercer su derecho de convertir en presidente al que ha elegido el pueblo.