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Obama, a prueba en las elecciones de la decepción

  • Las legislativas se han convertido en un primer asalto para las presidenciales
  • Los republicanos quieren aprovechar el descontento popular ante la crisis
  • Frente al poco interés de comicios anteriores, éstos se presentan apasionantes

Ver también: Elecciones legislativas en EE.UU.

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Los padres de la constitución de EE.UU. diseñaron las elecciones de mitad de mandato o de ecuador de legislatura (mid-term elections) para que jamás se perdiera de vista el sentido último de un Parlamento: negociar, encontrar puntos de acuerdo y debatir aquellos de conflicto. Unas elecciones que reequilibraran el reparto de poder si así lo deseaban los ciudadanos.

A lo largo de los años esa ha sido la tendencia. Aquellos presidentes que llegaron a la Casa Blanca con grandes mayorías, veían su capacidad de maniobra reducida en las siguientes elecciones legislativas. Eso parece que pasará este próximo 2 de noviembre pero, muy al contrario que en legislativas anteriores, con escasa participación y poco interés electoral, esta convocatoria está superando las expectativas.

Los candidatos hablan de las elecciones legislativas más importantes de los últimos 20 años, o de las más reñidas de la historia, o de las más caras, con un gasto atronador en publicidad electoral que ronda los 3 billones de dólares. ¿Es así? ¿Pueden cambiar las cosas tras estas legislativas? ¿Realmente es una cita con las urnas tan importante?

El contexto, desde luego, sí lo es. Una economía en muy lenta recuperación, tras una larga recesión y millones de empleos perdidos, que han dejado una clase media agotada, decepcionada y enfadada.

La frustración acumulada

El cambio que se prometió aún no ha llegado. Aquel político esperanzador, casi mesiánico, que llegó a la Presidencia hace dos años aún no ha cumplido con las inmensas expectativas.

Recogiendo esa frustración, la oposición republicana ha convertido estas elecciones en un referéndum sobre Barack Obama, convirtiendo la carrera electoral en casi presidencial.

Demócratas y republicanos hablan en clave nacional en esta campaña. ¿Quiere usted que las cosas sigan así o que vuelvan a ser cómo antes? Pues vote, cada uno con su interpretación, claro.

Perfecto ejemplo de movilización de voto emocional es el 'Tea Party'.  No es un partido político, pero sí un movimiento que avanza rápido y pone en grandes aprietos a demócratas, según últimas encuestas, en enclaves peligrosos, y a republicanos, pensando en el liderazgo conservador.

Unas elecciones apasionantes

La conjugación de este escenario está convirtiendo estas legislativas en apasionantes. De momento la movilización ya supera cualquier otra cita de ecuador de mandato.

Lo que literalmente está en juego son las mayorías parlamentarias. Importantes, sí, porque de ellas dependerán la aprobación de muchas leyes gubernamentales o incluso, la vuelta atrás de algunas ya sobre la mesa, que podrían verse revisadas a partir del 2 de noviembre.

Pero simbólicamente estas elecciones van más allá. Los ciudadanos reclaman atención. Gritan no sentirse escuchados. Quien antes logre la conexión con esa demanda, que en su día consiguió Obama pero que ahora confiesa haber perdido, quien demuestre que su mensaje no está lejos de las necesidades de la calle, no sólo ganará estas elecciones, también se situará en la línea de salida hacia las presidenciales de 2012.

Ahí está el juego. Ahí está la importancia de estas elecciones. Hacia dónde caminará un Partido Republicano con una tendencia creciente como es el Tea Party y si Barack Obama después de haber llegado a la Casa Blanca casi como un mesias mundial, logrará siquiera ser reelegido para un segundo mandato.

La clave, una vez más, la tienen los jóvenes, las mujeres y los latinos, que apoyaron masivamente al presidente. De todos ellos, vamos a estar pendientes.