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Igualdad quiere cuadruplicar el uso de pulseras contra el maltrato y llegar a las 1.200 en un año

  • Tras un año de implantación sólo funcionan 356 de las 3.000 previstas
  • Los agresores con este dispositivo han quebrantado el alejamiento 1.987 veces

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Sólo se han utilizado 356 pulseras de control de los maltratadores de las 3000 disponibles

Vigilan sus pasos las 24 horas del día y controlan que no se acerquen a sus víctimas con tecnología GPS. Hasta 356 hombres llevan en la actualidad una de las 3.000 pulseras contra el maltrato que se habilitaron hace ahora un año para garantizar el cumplimiento de las órdenes de alejamiento que imponen los jueces como medida cautelar en casos de violencia de género con riesgo extremo para la mujer. El Gobierno quiere llegar a las 1.200 el segundo año.

Si quebrantan la orden, salta una alarma en el centro de control de Madrid, donde se encargan de llamar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que intervengan. Hasta mayo, esta situación se ha producido en 1.987 ocasiones en las que "se ha evitado agresiones, incluso, algún homicidio", según explica el delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, en declaraciones a RTVE.

A pesar de que apenas se están usando un 12% de los dispositivos previstos por el Gobierno, Lorente califica este primer año de "éxito esperanzador", porque se ha pasado de 0 mujeres protegidas con este sistema a 356, aunque reconoce que es "mejorable". Se fijó el número inicial en 3.000, para cubrir el 3% de las denuncias.

El delegado del Gobierno para la Violencia de Género justifica el bajo uso de este dispositivo por dos factores: por las dudas que han generado en los jueces (los únicos que pueden imponer su implantación) sobre "su verdadera eficacia y proporcionalidad" y la falta de la información que necesitan para valorar si la mujer está o no en un caso de riesgo extremo.

Lorente se muestra optimista y cree que serán capaces de cuadruplicar el número de pulseras en uso de aquí a un año y llegar a las 1.200. Para ello trabajan con la comisión de seguimiento, en la que están representados el CGPJ, la Fiscalía y el Gobierno, para reforzar la formación de los jueces sobre este dispositivo y facilitar las valoraciones periciales que hagan más fácil tomar una decisión.

La situación de "riesgo extremo" es una valoración prejudicial que elabora la policía y que luego tiene que ratificar el juez. Según cálculos del delegado de Violencia de Género, en España hay alrededor de 500 mujeres que serían "susceptibles" de llevar este dispositivo, según las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Lorente explica que la pulsera viene a cubrir "un espacio intermedio" entre la prisión y la libertad con orden de alejamiento sin seguimiento.

Implantación desigual de las pulseras

La implantación de las pulseras no está siendo igual en todas las comunidades autónomas. Donde más se está usando este dispositivo es en Madrid, con 181 activos a 30 de junio, según los datos facilitados por el Ministerio de Igualdad, seguida de Andalucía (42) y Valencia (30). Otras son más reticentes, como Murcia, donde sólo funciona una.

Pero, ¿cómo funcionan las pulseras contra el maltrato? En realidad, son tres dispositivos. Al presunto agresor se le coloca la pulsera, generalmente en el tobillo para evitar que se vea, y se le entrega un terminal similar a un teléfono móvil con tecnología GPS que siempre tiene que llevar consigo.

Si intenta manipular la pulsera para quitársela o se aleja del terminal, salta una alarma e inmediatamente recibe una llamada desde el centro de control para saber qué está ocurriendo.

La mujer tiene otro terminal parecido al de su presunto agresor que le avisa si su pareja o ex pareja ha quebrantado la orden de alejamiento. Este aparato tiene además un botón de pánico que puede pulsar si necesita ayuda. Inmediatamente le atiende uno de los operadores del centro de control.

En este primer año, ha sido pulsado en unas 2.300 ocasiones pero ninguna por contacto visual con el agresor (esta alarma de acercamiento ya salta automáticamente sin que la mujer haga nada) sino para buscar asesoramiento o simplemente como desahogo.

"Si sigues en esa dirección, vas a quebrantar la orden..."

Antes de que el agresor llegue a quebrantar la orden de facto entrando  en la zona de exclusión (la fijada por el juez y que suele ser de 500 metros), el centro de control de Madrid recibe alertas que le indican si el agresor se está aproximando a una zona previa de protección.

Desde la empresa que gestiona este servicio explican que, en ese caso, llaman al agresor para decirle que, si sigue en esa dirección, va a quebrantar la orden.

Si esto último se produce, avisan a los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Disponen de fichas de cada caso, donde está reflejado que unidad de la Policía, la Guardia Civil...se encarga de la protección de cada víctima en concreto.

El sistema está también preparado para emitir alertas si la batería del dispositivo está baja, si el hombre intenta quitarse la pulsera o simplemente si ésta se separa de la piel. En todos estos casos, se llama al agresor para ver qué pasa o avisarle de que recargue el teléfono. En total, se han recibido más de 22.000 avisos de este tipo.

Control de los agresores las 24 horas del día

Durante las 24 horas del día hay siempre cuatro operadores que gestionan las alertas en el centro de control. Son personas con formación social que han estudiado trabajo social, psicología, sociología... y que tenían experencia previa en violencia de género.

Además hay un jurista que se encarga de recibir las resoluciones judiciales, y dos administrativos que elaboran los informes jurídicos en caso de quebrantamiento de la orden de alejamiento para remitirlos a los juzgados.

Tras 12 meses en funcionamiento, las pulseras se han demostrado eficaces, según el delegado del Gobierno para la Violencia de Género como elemento disuasorio. "Se acerca menos a la víctima, la mujer se siente más segura y si se quebranta la orden se puede demostrar objetivamente que se ha producido un delito que puede acabar en prisión", concluye Lorente.