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El Gobierno británico convoca dividido para mayo de 2011 la consulta sobre la reforma electoral

  • El viceprimer ministro, Nick Clegg, anuncia la convocatoria
  • Su partido impulsa el cambio y los conservadores harán campaña en contra
  • Se reducirá el número de diputados y se regula la convocatoria electoral

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El viceprimer ministro británico, Nick Clegg, ha anunciado en la Cámara de los Comunes que su Gobierno convocará un referéndum sobre un posible cambio del sistema electoral del Reino Unido para el 5 de mayo del 2011, coincidiendo con las elecciones locales y las regionales en Gales y Escocia.

En su comparecencia, Clegg indicó que en los próximos meses se presentará en el Parlamento una ley para autorizar la consulta.

La reforma electoral era una de las peticiones clave de los liberal-demócratas a la hora de formar una coalición de Gobierno y la convocatoria de esta consulta era un punto básico del acuerdo entre conservadores y liberales, pese a que los primeros han anunciado que harán campaña en contra de la reforma.

En el sistema electoral actual -conocido como 'el primero se lo lleva'- cada uno de los diputados de las 650 circunscripciones que forman la Cámara de los Comunes logra su escaño si consigue un escaño más que su adversario.

Esto supone que aquellos partidos que tienen el voto muy concentrado en determinadas áreas tienen una sobrerrepresentación mientras que otros, como los liberales, que tienen sus votos repartidos ven cómo éstos tienen mucho menos valor electoral.

Por eso, los liberales consiguieron cuatro veces menos escaños que los laboristas a pesar de tener una escasa diferencia de votos con ellos en los últimos comicios.

El sistema electoral que ahora se vota es el conocido como Voto Alternativo, un sistema mixto entre el actual y el proporcional que defienden los liberales. Este sistema estaba incluido en el programa electoral de los laboristas, pero los liberales lo rechazaron por insuficiente.

En este sentido, el diputado laborista Jack Straw -ex ministro con Blair y Brown- le ha recordado a Clegg que dijo en campaña que el sistema de voto alternativo era "una pequeña reforma miserable".

La posición de los laboristas es muy importante, dado que el rechazo conservador puede hacer que la reforma sea rechazada y frustre las esperanzas electorales de los liberales, que quieren que el nuevo sistema se aplique en los próximos comicios, a celebrar en 2015.

"¿Es el Partido Laborista un partido de progreso o de estancamiento? ¿Es un partido que cree en algo o que solo está contra todo? ¿Es el Partido Laborista un partido favorable al cambio o solo a favor de sí mismo?", le ha respondido Clegg.

El sistema de voto alternativo supone que el votante tiene que colocar en orden de preferencia a los candidatos, de forma que si no hay ninguno que obtenga más del 50% de los votos, el candidato que haya quedado en último lugar es eliminado y sus votos pasan a aquellos que hayan sido colocados en segundo lugar en las listas de sus votantes.

Este sistema se repite una y otra vez hasta que uno de los candidatos tiene más del 50%.

Dado que los dos partidos que forman el Gobierno defienden posiciones opuestas para la consulta, los analistas consideran que la cita puede ser incómoda para los socios, aunque no tiene por qué suponer que su alianza llegue a su fin.

"No va a ser muy fácil para los conservadores y los liberal-demócratas estar en un gobierno donde luchan en bandos opuestos en la cuestión de si debe haber o no un cambio en el sistema electroal", considera Tony Travers, de la London School of Economics.

"Pero ellos entraron en coalición sabiendo que esto ocurriría y aunque será un lastre no tiene por qué ser el fin del mundo", añade.

Quizá por esto, la reforma electoral incluye también otras peticiones específicas de los conservadores, como la reducción del número de diputados de 600 a 650, que supondrá un ahorro de doce millones de libras (unos quince millones de euros) al año.

Además, todas las circunscripciones tendrán el mismo tamaño, algo de lo que se han quejado amargamente los tories, al considerar que supone un beneficio para los laboristas, que suelen ser los más votados en las más pequeñas.

La legislación presentada por Clegg también regulará la convocatoria de elecciones generales, que pasará a ser delegada por el primer ministro en favor del parlamento.

Además, se establecerá que un 55% de los votos de los diputados será suficiente para tumbar a un gobierno en una moción de confianza, no los dos tercios que había hasta ahora.

Si no se forma un Gobierno en los 14 días restantes, habrá que convocar nuevas elecciones.