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El loro más raro del mundo: con 'sobrepeso', nocturno e incapaz de volar

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Es un loro verde, enorme, incapaz de volar y de hábitos nocturnos. Puede vivir hasta 60 años, muchísimo para un ave. Y dicen que huele a flores y a miel. Vive en Nueva Zelanda, se llama kakapo y está considerado el loro más raro del mundo. 

Kakapo significa 'loro nocturno' en lenguaje maorí. Perdió la capacidad de volar hace millones de años, cuando sus antepasados se instalaron en la isla. Sucedió porque no lo necesitaba.

Aumentó de tamaño ya que no tenía que 'mantener la figura' para volar

Allí no tenía depredadores, excepto un enorme águila ya extinguida a la que daba esquinazo escondiéndose en los arbustos. También aumentó de tamaño (ya que no tenía que 'mantener la figura' para volar).

Puede acumular abundante grasa y hasta alcanzar los cuatro kilos de peso. Sus plumas, también cambiaron de aspecto con su llegada a la isla. Ahora son más parecidas al plumón propio de las crías. Les ahora sirven para resguardarse del frío.

La cara del kakapo merece especial atención. Es redondeada y las plumas están dispuestas de tal forma que acentúan el efecto mofletudo. Los colonos europeos de hecho lo llamaban 'loro lechuza' porque su cara les recordaba a este otro ave.

Para rematar su carita fuera de lo común, tiene bigotes. Le sirven para tantear el terreno cuando recorre con su pico el suelo en busca de comida.

Casi extinguidos

La vida tranquila se terminó para el kakapo cuando llegaron los colonos a Nueva Zelanda. Porque con ellos también llegaron los gatos, las ratas, los armiños y los perros que no dudaron en alimentarse de ellos, tan fáciles de cazar. En poco tiempo la población de estos extraños loros quedó esquilmada. Tanto es así que se dio por extinguida hasta que en 1974 se encontraron por casualidad algunos ejemplares.

Hoy tan solo viven 124 kakapos.  En dos islas libres de depredadores, la isla Codfish y la Anchor. También está en marcha un programa de cría, en cautividad y en libertad, financiado por el gobierno neozelandés.

Su reproducción no es nada fácil. Tan solo pone unos ocho huevos, cada dos o cuatro años. Esto unido a que parte de los huevos pueden ser no fértiles y a que las hembras alcanzan la madurez sexual a los 11 años de vida, complica o al menos ralentiza la cosa.

Por eso, los científicos han empezado a usar inseminación artificial, la primera vez que se utiliza en una población de aves salvaje.

Vídeo: Ataque del kakapo (BBC)

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