Enlaces accesibilidad

Los puntos flacos de Palin, su principal baza en el cara a cara con Biden

  • Sigue el debate en directo en rtve.es desde las 3 de la madrugada, hora española
  • Las bajas expectativas sobre Palin favorecen a la candidata republicana
  • Palin carece de experiencia en los temas estrella, la política exterior y la crisis financiera
  • Biden tiene experiencia sobrada pero le pierde su locuacidad
  • El candidato demócrata tiende a pontificar como si estuviera en posesión de la verdad
  • Los republicanos han pactado intervenciones más breves para suplir las debilidades de Palin
  • La corresponsal de TVE Anna Bosch te invita a participar en el debate

Por
Debate entre Sarah Palin y Joe Biden

Las expectativas juegan en contra de Biden y a favor de Palin. El candidato demócrata a la vicepresidencia lleva casi cuatro décadas en Washington y preside el comité de Relaciones Exteriores del Senado. Todo el mundo cuenta con que arrincone a Palin en las cuestiones clave: la crisis financiera y la guerra de Irak. Pero si no está a la altura, su valoración puede caer en picado.

En el caso de la candidata republicana es justo al contrario. Las entrevistas que ha concedido en septiembre han puesto en evidencia su desconocimiento de la economía y de la política exterior. Paradójicamente, estas dudas pueden auparla en el resultado final. Las expectativas sobre ella son mediocres, tan bajas como las que tenía en 1988 Dan Quayle, el candidato a la vicepresidencia con Bush padre. Como Palin parte con un listón tan bajo, a poco que haga en el debate puede salir bien parada e imponerse a Biden.

Biden cuenta con una gran experiencia pero su incontinencia verbal puede perderle

Con estos mimbres, no es extraña la expectación que ha levantado el cara a cara vicepresidencial. Y como en cualquier combate televisivo, las formas importan tanto como los contenidos. Biden se define a sí mismo como un hombre franco. Y tanto: le cuesta morderse la lengua. En todos los sentidos. Es capaz de asestar un golpe dialéctico a su oponente de los que arrancan aplausos en el público, pero en vez de dejar que madure el efecto, se lanza a pontificar sin freno, se muestra condescendiente con el adversario y a veces se pierde en comentarios hirientes y gratuitos.

El riesgo de ir tan lejos es aún mayor cuando el contrincante es una mujer. Esta suficiencia puede aparecer sexista a la audiencia y un buen ejemplo es el cara a cara de 1984 entre Bush padre y Geraldine Ferraro, el único precedente femenino en este tipo de debates. Bush quiso dar una lección de política exterior a Ferraro y salió escaldado. La candidata demócrata le reprochó su actitud paternalista.

Palin carece de solidez en los contenidos, como cualquier ciudadano medio

La falta de experiencia de Palin tiene otro flanco: es su estreno en un cara a cara nacional. Biden la aventaja en este terreno por catorce a cero. Palin sólo ha participado en 23 debates locales, cuando competía por el cargo de gobernador de Alaska. Rehuye la confrontación directa y se muestra segura de sí misma. El problema es que salvo en cuestiones petroleras, un tema que controla al detalle, su táctica hace aguas. Se brega a base de generalidades, le gusta dar teóricas sin ir al grano. Abusa de lugares comunes y le cuesta hilvanar varias ideas seguidas. De hecho, los republicanos han negociado tiempos de intervención más breves que en el debate Obama-McCain.

Pero su desconocimiento es su gran baza si consigue identificarse con el americano medio, que tampoco entiende las grandes cuestiones de política internacional o finanzas. Y en esta trinchera, Palin es letal. Defiende con naturalidad los valores conservadores: familia, espíritu emprendedor, sacrificio y esfuerzo personal. Y son estas facetas las que le lanzaron al estrellato en la convención republicana. La elección es suya. Lleva enclaustrada desde el fin de semana en el rancho de McCain, preparando el debate. Y una pista: el senador por Arizona está descontento y sus principales asesores, Steve Schmidt y Rick Davis, se han incorporado al equipo.

Los republicanos cuestionan la imparcialidad de la moderadora

La guinda a todo el debate la ponen el lugar y la moderadora. El cara a cara se celebra en la universidad de Washington en San Luis de Misuri, una institución de siglo y medio de prestigio, de dónde han salido dos docenas de premios Nobel y que ha acogido tres debates presidenciales. La moderadora, la afroamerciana Gnew Ifill, es otra vez una periodista de la cadena pública PBS. Es también autora de un ensayo sobre el cambio que ha introducido Obama en el sistema político estadounidense. Todavía no se ha publicado pero sí que ha habido filtraciones y los republicanos han puesto el grito en el cielo, cuestionando la imparcialidad de la moderadora.