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Real Madrid y Barcelona llegan al clásico con los papeles cambiados

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El Real madrid y el FC Barcelona afrontan el primer clásico en Liga de esta temporada.

El Real Madrid afronta su nuevo enfrentamiento ante el FC Barcelona en condiciones de ganar al eterno rival en el primero de los clásicos ligueros de esta temporada. Por sensaciones, momento de juego y efectividad, los blancos suman sus mejores números de la historia en los 14 primeros partidos; por el contrario, el Barça mantiene su gran nivel, pero flaquea como visitante.

Real Madrid, de récord

Ya avisó Mourinho de que sus equipos siempre eran más fuertes a partir de la segunda temporada bajo su dirección. Los hechos parecen dar la razón al portugués poco más de un año después de que el Barça le endosara aquel rotundo 5-0 en el Camp Nou.

El cambio principal experimentado por el Real Madrid en este año es el de haber adelantado sus líneas por lo menos 10 metros. Los blancos juegan ahora de forma más directa y acumulando más posesión de balón. Cierran mejor los espacios, hacen marcajes más escalonados. Juegan con presión, intensidad y mucho ritmo.

Los de Mourinho se muestran menos preocupados por guardar su espalda, gracias a la solidez de su zaga. Realizan un juego más agresivo, con unos comienzos de partido eléctricos en los que noquean a su rival.

Ello les permite depender en menor medida del contragolpe, que este año efectúan, por lo general, cuando ya tienen el marcador a su favor. Si todos despliegan sus alas con soltura, Di María está en racha.

El índice de eficacia goleadora presenta tintes históricos. Con 14 partidos de Liga jugados, el Real Madrid lleva 49 goles, tres más que los logrados hace 51 años y 14 más que los de la pasada temporada.

Marcha invicto en casa, con seis triunfos y 12 en el total de partidos, una victoria menos de las que obtuvo en la temporada 1960- 1961. Y su figura, Cristiano Ronaldo, firma la cifra récord de 17 goles para estas alturas de la Liga.

Este Madrid, pletórico, con un Ronaldo más solidario y que hace del  Bernabéu un suplicio para el rival, recibe a un Barcelona que llega como  perseguidor en la tabla por primera vez en la era Guardiola, pero  decidido a sacar tajada en el feudo blanco por cuarto año consecutivo.

Barcelona, al acecho

Llega el Barça a este clásico menos fuerte que en temporadas anteriores, pero no por ello menos temible para su oponente. La dependencia de Messi es cada vez mayor, con Xavi e Iniesta como maestros de ceremonias en el fútbol que interpreta el equipo azulgrana.

Han mejorado incluso sus porcentajes de posesión, pero da la impresión de que, este año, a esa posesión y al toque de balón habituales les falta la verticalidad de otras campañas. Muchas más rotaciones que las temporadas previas y la ya habitual alternancia entre la defensa con tres o con cuatro hombres son algunos de los cambios azulgrana.

Donde el Barcelona varía de manera más ostensible es en su papel de flojo equipo visitante. Dos victorias, tres empates y una derrota lejos del Camp Nou, frente a los siete triunfos a domicilio del año anterior. Los números actuales se parecen más a los de la primera temporada de la era Guardiola.

Especialmente preocupante es la faceta ofensiva fuera de casa, solo siete goles, por los 24 del año pasado o los 18 de la campaña 2008- 2009. Y ahí también destaca Messi, ya que solo ha marcado un gol fuera de casa, del total de 17 que lleva anotados el astro argentino.

La mayor presencia en el equipo de Cesc y Alexis puede desatascar el juego del Barça. Los azulgrana llegan al Bernabéu con una desventaja que no se producía desde la jornada 22 de la temporada 2007- 2008Un nuevo reto para Guardiola, ya que el Barça no anula una diferencia igual desde 1992 y Mourinho nunca ha desperdiciado con sus equipos una renta semejante.

Desde el 29 de noviembre de 2010, Real Madrid y Barcelona han jugado un auténtico rosario de clásicos en Liga, Supercopa y Liga de Campeones. Son los dos grandes del fútbol español y da igual que lleguen separados por tres o seis puntos en la tabla; no importa quien tenga la condición de favorito, porque la emoción en un clásico está asegurada.