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Una nueva ronda de negociaciones de paz entre el Gobierno y la oposición siria ha terminado sin avances, con posiciones enfrentadas y ante la preocupación de la ONU por la falta de acuerdo político mientras prosigue la crisis humanitaria causada por la guerra civil. "Estoy gravemente preocupado por la situación sobre el terreno en todas sus dimensiones: política, de seguridad, humanitaria y de derechos humanos", ha advertido ante los medios el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura. El desacuerdo entre el régimen de Bachar al Asad y oposición en Siria se ha visto agravado ante el anuncio de la Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN), el principal grupo opositor, que no participará en la conferencia de paz organizada por Rusia en Sochi el próximo lunes y martes.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, ha urgido al Gobierno turco a moderar su ofensiva militar en territorio sirio tras el ataque a las milicias kurdas hasta ahora sus aliadas en Afrín, localidad kurdo-siria fronteriza con Turquía. Según Mattis la acometida de Ankara, iniciada hace cuatro días, interrumpe el regreso pacífico de los refugiados sirios y podría desencadenar en una nueva crisis humanitaria. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, insistió este martes en que su país continuará "hasta la victoria" su operación militar contra milicias kurdas, en una campaña en la que han muerto al menos dos soldados turcos.

El protagonismo y el mérito de las milicias kurdas del YPG contra el Estado Islámico en la guerra de Siria es incontestable. Pero un conflicto bélico es ante todo una enorme tierra de nadie, en la que los logros militares del presente pueden travestir, o condonar el pasado dudoso de un actor. Es la situación a la que se enfrenta la comunidad kurda, particuarmente las milicias del YPG, respecto a Turquía, su enemigo natural y secular, y EE.UU., potencia de la que se ha convertido en extansión material en el país árabe, a través de la financiación y el apoyo institucional. La guerra prosigue en Siria, y, con vistas al futuro inmediato, Ankara se posiciona para impedir que tras el fin del conflicto se encuentre frente a una comunidad kurda avalada, reconocida y premiada internacionalmente por sus logros oficiales contra el yihadismo del E.I. en la región. Mientras tanto, los combates prosiguen y las tropas turcas, en el contexto de la guerra, insisten en atacar Afrín.

Seguimos en el Mediterráneo a pocas millas de esa costa libia desde la que se lanzan a una muerte casi segura. Nuestra compañera Sara Alonso nos trae las historias de aquellos que se han salvado en las últimas horas gracias al buque Open Arms de la Fundación Proactiva. También nos ocupamos de Siria, una de esas guerras que han forzado al éxodo masivo de un pueblo que no quieren morir, y de la década que ha pasado desde que la ex primera ministra pakistaní, Benazir Bhutto fue asesinada. Y celebramos junto a Aurea Moltó, subdirectora de la revista Política Exterior, sus 30 años en los kioscos.

La sangre y el horror, la muerte gratuita, son espectáculos poderosos a corta distancia, pero en la lejanía, bajo la forma de un titular de prensa que se repite una y otra vez, su efecto en las conciencias se diluye. La desgracia en serie, convertida en rutina, se vuelve invisible. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la guerra de Siria, que desde 2011 inunda las portadas con cifras escalofriantes que, a fuerza de repetirse, han dejado de helar el alma del acomodado primer mundo.

¿Cómo recuperar la atención del público ante estos problemas? La respuesta a esta pregunta son más preguntas, las que pueden formularse directamente a SIRIA, una aplicación móvil lanzada por la ONG Médicos del Mundo.

SIRIA utiliza la Inteligencia emocional para trasladar la vida de personas de carne y hueso ante ojos y oídos del que pregunta; la dura realidad, directamente, relatada por sus protagonistas. La primera respuesta una evidencia: cualquiera puede convertirse en un desheredado y ser condenado a la peor sentencia, la del olvido y el anonimato. A través de esta aplicación llegan las voces de personas como Baker, un joven sirio de 24 años que desertó del ejército y tuvo que escapar de su país, dejando allí a su familia. Llegó a Grecia en una balsa. Ahora vive en Barcelona, mientras continúa sus estudios. Magdalena, de 61 años, llegó a España desde Rumanía con un supuesto contrato de trabajo, pero fue víctima de un engaño y se encontró sin dinero y sin ningún sitio adonde ir. Actualmente vive en una residencia de Sevilla. También responde a tus preguntas.