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China y Estados Unidos no solo son las dos mayores economías del mundo: juntos representan la mayor relación económica que existe a nivel global. China exporta a Estados Unidos unas 3 veces más de lo que le compra. Pese a lo que pudiera parecer, con estos datos de 2024, la mayoría de analistas cree que Pekín aguantará mucho mejor la guerra comercial que el país norteamericano.

Pekín lleva preparando este escenario desde el primer mandato de Trump. Ha ido reduciendo su dependencia exportadora con EEUU, al que vende principalmente productos electrónicos, baterías y juguetes. Y ha ido apoyándose sobre todo en países de su entorno y en la India. Estados Unidos lo tiene más complicado, porque tiene una dependencia muy alta de componentes industriales, tecnológicos o de minerales estratégicos que importa de China, y que son imprescindibles en su economía. Además Washington se está aislando a nivel comercial, todo lo contrario que China.

El nuevo giro de guion en la política comercial del presidente estadounidense, Donald Trump, ha agitado los mercados internacionales. El mandatario ha anunciado una pausa de 90 días de su plan de aranceles recíprocos, salvo para China, a la que aumentará la tasa arancelaria al 125% con efecto inmediato. Para el resto de países, incluida la Unión Europea, mantiene el gravamen del 10%. Tras el comunicado, Wall Street ha reaccionado con subidas espectaculares de entre el 6 y el 8%

En cambio, no ha dudado en añadir más presión sobre China al elevar "con efecto inmediato" sus aranceles. Trump considera que Pekín cometió una "falta de respeto" al imponer gravámenes en represalia.

"Es la decisión del presidente, tenía claro que iba a elevar los aranceles chinos", ha declarado el secretario de Comercio de EE.UU., Scott Bessent, en una rueda de prensa. "Trump tiene un concepto muy claro del comercio y de la negociación; el mercado valora la certidumbre y con esta decisión acabamos de añadirla a un momento inestable", ha subrayado.

Los nuevos aranceles "recíprocos" anunciados por Donald Trump han entrado en vigor este miércoles en todo el mundo, aunque el presidente estadounidense ha anunciado esta tarde una pausa de 90 días para su aplicación. La excepción es China, a quien le ha subido las tarifas arancelarias hasta el 125% —hasta ahora estaban activos aranceles del 104% para el gigante asiático—, por lo que el mandatario considera "una falta de respeto" de Pekín hacia los mercados mundiales.

No es la primera vez que Donald Trump provoca que se especule con los mercados. María Navarro, de VerificaRTVE, explica en Malas lenguas que un bulo "tuvo consecuencias reales en la bolsa de Nueva York". "Todo esto surgió a raíz de una interpretación errónea de una entrevista que dio el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca a la cadena Fox News", indica. Los periodistas preguntaron si el presidente estadounidense tenía previsto valorar la paralización de los aranceles durante 90 días, y el director del Consejo Económico Nacional no expresó realmente qué iba a suponer.

En una entrevista en el canal 24h, el investigador del Real Instituto Elcano Federico Steinberg ha analizado el aumento de los aranceles entre Estados Unidos y China, una política que no solo amenaza con encarecer productos para los consumidores, también acelerar la desglobalización y exponer las vulnerabilidades de una economía mundial fracturada.

Aunque China y EE.UU. son economías interconectadas, Steinberg subraya que solo el 2.1% del PIB chino depende de exportaciones a EE.UU., mientras que el impacto para los estadounidenses es menor al 1%. "Son niveles bajos para dos gigantes con mercados internos fuertes", señala. Países como México o Canadá, en cambio, son mucho más vulnerables a los vaivenes comerciales con China.

Pese a ello, la llamada 'Chimérica' —en relación con la profunda interdependencia entre EE.UU. y China— dista mucho de la rivalidad bipolar de la Guerra Fría. China, por ejemplo, ha diversificado su presencia en África y otros mercados emergentes, lo que podría actuar como "salvaguarda" ante un conflicto abierto con Washington. "Estamos en una lógica que nadie habría creído hace meses", advierte Steinberg. A su vez, critica la falta de estrategia quirúrgica por parte de Trump: "La Administración Biden usó controles específicos como los semiconductores, pero ahora se apuesta por una dinámica autodestructiva".

El cantante Damiano David, conocido por ser la voz de la banda de rock italiana Måneskin, estrena su primer disco en solitario. Funny little years es un álbum de pop donde David muestra su faceta más amable y sofisticada, un estilo muy diferente al de la intensidad de la banda: "No me asusta eso de empezar una carrera en solitario pero sí muchas de las cosas que implica. Ya no estoy rodeado de mi equipo y he tenido que trabajar mucho eso de abrirme a gente nueva", confiesa.

Los aranceles impuestos por Estados Unidos a Europa no afectan solo a los productos finales, sino que cada uno de los componentes de un bien podrán pagar esas tasas adicionales en varios momentos. Rosa Guardado nos pone el ejemplo de un coche: para su fabricación son necesarios ciertos productos intermedios que no siempre se fabrican en España. Por eso, los aranceles de Trump van a ir mucho más lejos de ese 20%. "Una pequeña pieza que va dentro de una carcasa que se produce en EE.UU. y luego vuelve otra vez a Europa donde se ensambla en una pieza aún mayor", explica Marisa Poncela, ex secretaria de Estado de Comercio.

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, califica la guerra arancelaria de Trump como "un terremoto" que rompe todos los esquemas e insiste en la necesidad de tener unidad en Europa: "Es un momento de mucha incertidumbre y estamos expectantes. Las medidas las tiene que tomar Europa, no solo España, los 27 tienen que reaccionar", asegura en 'Las Mañanas de RNE'. Garamendi apunta que hay que abrirse a buscar otros mercados, como Mercosur, y cree que el viaje de Pedro Sánchez a China y Vietnam sigue esta línea: "Lo que se está haciendo es lo adecuado".

El presidente de la CEOE exige que haya acuerdos en España sin interferencias políticas y "que se deje trabajar". Sobre las condiciones de la ministra de Trabajo, que condiciona las ayudas a las empresas a que no despidan ni deslocalicen, Garamendi advierte que "si esto es un tema estructural, la realidad es que muchas empresas tendrán que ver cómo ajustan y gestionan una caída de pedidos".