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Hasta ahora Islandia era un lugar donde no había mosquitos en aguas estancadas gracias a su geografía y sus temperaturas gélidas, pero eso está cambiando debido a las consecuencias del calentamiento global, que llega a todos los rincones del planeta. En las últimas semanas se han identificado tres ejemplares, dos hembras y un macho de la especie Culiseta Annulata, los primeros de esta familia descubiertos en Islandia.

Según el doctor en biología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Óscar Soriano, "de los que viven en todos los sitios y de los que viven en ríos siempre han estado presentes en Islandia", pero "ahora los que se han descubierto éstos que viven en aguas estancadas exclusivamente." El aumento de la temperatura global ha hecho que esas aguas tarden más en helarse. Condiciones perfectas para este tipo de mosquitos.

Soriano añade que estos mosquitos "ahora pueden sobrevivir porque no llegan a congelarse o emergen antes de que se congelen y pueden pasar el invierno en determinados sitios invernando"

Los insectos han sido encontrados por un particular a 50 kilómetros de la capital, Reikiavik. Estos especímenes han podido llegar hasta allí en algún barco, según explica un biólogo de la Universidad de Islandia. Los científicos afirman que estos no pican a humanos ni transmiten enfermedades, pero muestran lo fácil que es para especies desconocidas establecerse en cualquier punto en un mundo cada vez más conectado y cálido.

Imagen: GETTY

En la Cumbre del Clima de París en 2015, los Estados participantes llegaron a un potente acuerdo para reducir las emisiones en un plazo máximo de 10 años. Esa década se cumple dentro de dos días y solo el 17% de los países firmantes de aquel acuerdo han llegado a este objetivo.

De hecho, un informe que se ha presentado este lunes en la Semana del Clima de Nueva York asegura que la quema de combustibles fósiles prevista en los próximos años sigue creciendo.

La fecha máxima para que los países tuvieran listos sus nuevos planes sobre cuánto y cómo reducir sus emisiones hasta 2035 era febrero de 2025. Casi nadie hizo los deberes y Naciones Unidas aplazó la fecha de entrega a esta semana en Nueva York, pero solo 40 de los 200 países firmantes del Acuerdo de París han presentado sus planes. Ni siquiera Europa, que va en bloque, ha llegado a tiempo.

Por su parte, Estados Unidos, uno de los mayores emisores, ya se desmarcó de cualquier avance climático, así que no tiene plan. China sí presentará el suyo estos días, con políticas, por ejemplo, sobre el coche eléctrico o las renovables.

Imagen: GETTY

Cuando hablamos de personas refugiadas, normalmente nos referimos a personas que han tenido que huir de su país por estar en situación de peligro por motivos políticos o por un conflicto bélico. Pero, a día de hoy, hay gente que está yéndose de su hogar porque la naturaleza los está expulsando y no hay leyes internacionales que los amparen. No se considera que el cambio climático sea un motivo para protegerlos.

En este capítulo de 'Esto Merece Una Explicación' hablamos con Czarina Musni, una abogada filipina especializada en derechos humanos que es una “víctima colateral” de esta problemática. No puede volver a su país porque es considerada una terrorista por desarrollar su trabajo con personas que se ven obligadas a migrar por el cambio climático. También hablamos con Beatriz Felipe, ambientóloga y doctora en derecho, con Andrés Góngora, de COAG, con Bruno García, alcalde de Cádiz, y con María Teresa Pedrosa, geóloga marina.

Un trabajo de Marta Plazuelo, con edición de Marta Vicedo.

El éxodo climático ha comenzado en Tuvalu. 280 habitantes de este pequeño Estado insular del Pacífico acaban de recibir los primeros visados del mundo para refugiados climáticos. Un salvavidas que les permitirá mudarse a Australia ante la inminente desaparición de su país bajo las aguas.

El cambio climático es ya una terrible realidad en Tuvalu. Dos de los nueve atolones que lo componen ya han desaparecido por la crecida del nivel del mar. Según los científicos, el país entero quedará sumergido en cuestión de décadas.

Foto: Dmitry Malov/Getty Images — Vista aérea de Funafuti, Tuvalu

La mitad del carbono del planeta permanece guardado en los suelos helados del Ártico y Subártico, que cubren regiones como Groenlandia, Canadá, Alaska, Escandinavia o Islandia. Hasta ahora se sabía que, con el aumento de temperatura se libera más CO2 ya que los microorganismos que viven en este ecosistema están más activos, consumen más carbono y lo emiten a la atmósfera. Pero hasta ahora se creía que al menos parte de estas emisiones se compensaba con el crecimiento de las plantas. Sin embargo, ahora un estudio liderado por Sara Marañón, investigadora del CREAF y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), demuestra lo contrario: el nitrógeno se pierde, y sin suficiente nitrógeno, la vegetación crece menos de lo esperado y no es capaz de absorber tanto CO2 ni compensar las emisiones microbianas que se generan desde el suelo. Por lo que el calor está vaciando la despensa de nitrógeno del suelo Ártico y disparando las emisiones de CO2 de manera irreversible.

Esto se ha descubierto gracias a un experimento que el equipo ha llevado a cabo durante una década en praderas subárticas de Islandia, un laboratorio natural donde gracias a la actividad geotermal se consiguen aumentos de temperatura del suelo entre los 0,5°C a los 40°C por encima de la temperatura ambiente y puede observarse en directo qué pasa cuando el suelo de altas latitudes se calienta.

Las altas temperaturas de los últimos años tienen consecuencias en el mar, sobre todo en el Mediterráneo, que es el que más se calienta. Este verano podría llegar a los 30 grados.

El calor se concentra en la cuenca del Mediterráneo y provoca más noches tórridas. También acumula energía y es el caldo de cultivo para lluvias torrenciales. La elevada temperatura del agua pone en riesgo, además, al ecosistema marino y diversas especies hasta el punto de llegar a desaparecer. Es el caso de la merluza, la cigala o la sardina.

Las praderas de posidonia, fundamentales para la biodiversidad del Mediterráneo, ya sufren las consecuencias del calentamiento.

Foto: Morell/EFE — Playa de Alicante

El profesor Ed Hawkins diseñó una representación visual del calentamiento global con franjas de colores, que señala los periodos en los que la temperatura media ha estado por encima o por debajo del calor de referencia. La evolución de tonos fríos a cálidos refleja cómo los termómetros han alcanzado cifras mucho más altas en los últimos años, con el riesgo que supone para la salud pública.

Fotografía: Universidad de Reading

Francisco Tapiador, catedrático de Física de la Universidad de Castilla-La Mancha, ha estado en Las Mañanas de RNE con Josep Cuní hablando del avance del cambio climático y de las tormentas de verano. El entrevistado apunta a que estos cambios de tiempo son algo inusual: "El clima siempre ha estado cambiando, pero el patrón que estamos viendo ahora de alteraciones bruscas en los tipos de tiempo no es algo que hayamos tenido en otras épocas de la historia. Esto es algo completamente nuevo y está ligado al cambio climático", explica. Además, afirma que fenómenos como el de la dana es algo que se puede volver a repetir: "Esto irá a más y cada vez veremos más fenómenos extremos y más intensos", dice.

Tapiador pone el foco en que estos cambios bruscos en el clima no son algo a lo que nos podamos acostumbrar: "Es algo que va a ser progresivo, pero va a llegar un momento en que va a ser muy difícil vivir en ciertas partes del planeta". Y, sobre las lluvias, apunta a que la media anual será la misma, pero el reparto será muy desigual: "Lo que va a suceder es que, de repente, va a llover en un par de días lo que antes llovía en dos o tres meses y eso es terrible para los cultivos y para nuestra forma de vida", comenta. Este daño, dice el catedrático de Física, es irreparable: "Hemos superado ya varios umbrales de puntos de no retorno, entonces ya no hay solución", concluye.

Europa experimentó el año pasado las inundaciones más extensas desde 2013, con casi un tercio de su red fluvial por encima del umbral de inundación, según el informe conjunto del Servicio de Cambio Climático de Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial sobre 2024. El documento estima que 413.000 personas se vieron afectadas por inundaciones en el continente, con al menos 335 muertos, en eventos catastróficos como la dana ocurrida a finales de octubre en Valencia, o la tormenta Boris de septiembre en Europa central.

El Informe del Estado del Clima en Europa 2024 pone de manifiesto un año más que este continente es el que está sufriendo un calentamiento más rápido, lo que le hace especialmente sensible a los efectos del cambio climático. El año pasado volvió a ser el más cálido registrado en Europa, con temperaturas récord en las regiones central, oriental y sudoriental. Las tormentas fueron frecuentemente severas y las inundaciones generalizadas. Además, se observó un marcado contraste climático entre el este y el oeste: extremadamente seco y cálido en el este, y cálido pero húmedo en el oeste. En este sentido, Europa occidental tuvo uno de los diez años más húmedos desde 1950.

El calentamiento del mar está comportando que sus habitantes se desplacen a otros territorios con aguas más frías para hallar condiciones de vida más favorables. Es lo que ha comprobado un equipo del Institut de Ciències del Mar-CSIC, en colaboración con el Centro de Investigación Marina y Alimentaria Azti, con un estudio que confirma que el cambio climático lleva 20 años transformando las capturas y los ingresos pesqueros.

La investigación, centrada en la costa catalana, muestra una tropicalización, es decir un aumento de especies de aguas cálidas, y una disminución de especies de aguas frías lo que se conoce como deborealización. En el litoral catalán la temperatura del mar ha subido cerca de 2 grados en casi 50 años si se toma como referencia la temperatura de las Medes con datos que ha ido recogiendo desde 1974 el meteorólogo aficionado Josep Pascual, conocido como el notario del mar de l’Estartit, unas mediciones que le han valido el reconocimiento de la NASA.

El aumento de la temperatura ha provocado que las gambitas de Huelva, que se solían pescar en el Estrecho de Gibraltar, ahora se capturen en la costa catalana con un incremento del 10 por ciento anual. De pescarse pocos gramos o ninguna hace unas décadas ahora se pueden coger hasta un centenar de kilos en una jornada. En cambio, la caballa se ha ido en busca de aguas más frías al igual que el pulpo y el salmonete de roca mientras que el atún, antes estacionario, ahora está todo el año en el litoral catalán.