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Cumbre del Clima

La moda mata. La moda nos mata

  • La moda es el segundo sector más contaminante para el planeta solo por detrás del petroleo
  • La fabricación, distribución y venta de ropa, así como su desecho, tienen consecuencias nefastas

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La segunda industria más contaminante es la moda.
La segunda industria más contaminante es la moda.

"Las emisiones de dióxido de carbono siguen aumentando y marcarán un nuevo récord en 2019". "La contaminación atmosférica causa más de 10 mil muertes al año en España y unos 7 millones en todo el mundo". Estas son las noticias con las que desayunamos estos días. Noticias que se hacen eco de los que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que lleva tiempo avisando al sector textil. Porque la moda es la segunda industria más contaminante después del petróleo. No nos cansamos de decirlo pero es una vergüenza para un sector tan relevante e influyente. Por suerte, aunque tarde, se están haciendo los deberes y las empresas del textil buscan soluciones para mitigar al menos el terrible impacto medioambiental que provocan desde hace décadas.

Desde finales de los 70 y principios de los 80 el consumo de ropa se acelera, las grandes firmas empiezan a vender por todo el primer mundo y el sistema de fabricación se acelera. También se producen las primeras deslocalizaciones ya que se necesitan fábricas que produzcan enormes cantidades de ropa y es necesario abaratar costes. Primero se fabricó en Asia pero luego, para acortar la cadena de distribución, países como Estados Unidos recurrieron a América Latina y Europa buscó fábricas en Turquía y el norte de África.

Por suerte han ido mejorando las condiciones laborables de las empleadas del téxtil

Pero no es suficiente y se quiere ganar más. Y eso solo se consigue volviendo a los precios que ofrece Asía. Algunos empresarios se ponen pinzas en la nariz, tapones en los oidos y vendas en los ojos para no ver las condiciones que se dan en las fábricas asiáticas: explotación laboral, salarios muy bajos, jornadas interminables de trabajo...

En el siglo XXI se cambia de dirección. La preocupación por esa vulneración de los derechos humanos cuaja entre la gente y se acuñan expresiones como La Moda Mata. Las ONG vigilan de cerca las fábricas y sus métodos de producción, y se dan cuenta de que para conseguir el efecto lavado en un pantalón vaquero se utilizan kilos de arena, material que desprende polvo de sílice que tiene un impacto brutal en la salud de las empleadas. Ellas, siempre las desfavorecidas; mujeres, e incluso niñas. La firma Levi’s es de las primeras en poner freno a estas prácticas dañinas y busca técnicas alternativas. Pero no todos los hacen.

Informe Semanal - Bangladesh, sobrevivir a la catástrofe - ver ahora

Las noticias sobre la explotación que se da en esas fábricas cala además en la prensa y se vuelve noticiable. Cada vez se conocen más casos de enfermedades y muertes. Del 2000 al 2013 la moda va perdiendo glamour entre algunos sectores y es entonces cuando pasa a ser vista con otros ojos.

De forma paralela crecen las ONG que denuncian estos métodos de producción y el 24 de abril de 2103 la tragedia se instala en Bangladesh tras el hundimiento del Rana Plaza, un edificio de ocho plantas que albergaba varias fábricas de ropa. Murieron más de 1200 personas, entre ellas, mujeres y niños. Occidente se dio cuenta de que la ropa que llevaba puesta se hacía allí y se echó las manos a la cabeza. Más todavía cuando, tras una sencilla labor de investigación, los periodistas dan con otro dato: en la década anterior otras mil personas han muerto en fábricas de producción textil por culpas de la explotación o la falta de seguridad.

Los gitantes del textil ya tienen políticas de responsabilidad. AFP

Es entonces cuando las empresas de los países ricos adoptan sus políticas de responsabilidad. Nike, Gap y H&M encabezan el movimiento. También la española Inditex, que aprueba la suya en 2015: "Se entiende por sostenibilidad, una oferta de productos de moda que respete rigurosamente los Derechos Humanos y Sociales en la cadena de suministro y cumpla con los más exigentes estándares medioambientales y de salud y seguridad, todo ello sobre la base de la transparencia y el diálogo continuo con los Grupos de Interés de la Sociedad".

Todas estas empresas lo hacen porque tienen que hacerlo. Pero además, y eso es lo importante, porque se lo pide el cliente. Un consumidor cada vez más informado por las redes sociales. Un consumidor que empieza a darse cuenta de que la culpa no es solo de los titanes del textil. Un consumidor que se da cuenta de que tiene el poder, sí, pero también el deber de convertirse en actor del cambio. Se recicla, se usa la bici en las ciudades, se apuesta por el coche eléctrico y ahora, además, se compra con una conciencia ecológica.

La moda es la segunda industria más contaminante.

Cada vez más surgen movimientos que apelan a un consumo responsable y se invita a reducir la demanda excesiva. 2018 fue un año importante. La prensa puso aquí el foco de atención y la cobertura mediática hizo que las empresas movieran ficha. Más de 40 empresas de moda, entre ellas algunas tan potentes como Adidas, Burberry, Gap, Hugo Boss, H&M, Inditex y Levi´s, suscribieron en en el mes de noviembre La Carta del Clima de la Moda con la que respaldan las políticas climáticas impulsadas por la Naciones Unidas.

Una acción importante que provocó una oleada de estrategias y proyectos para intentar reducir la huella medioambiental y apoyar de forma activa la lucha contra el cambio climático. El efecto dominó siguió su curso y surtió efecto. Meses después, en París, se firmó el Pacto de la Moda.

El Pacto de la Moda se firmó en París en 2019. AFP

Lo hace especial que lo subscriben 32 grandes grandes empresas y entre ellas están las del grupo impulsor de este proyecto, Kering ( que gestiona marcas como Gucci, Balenciaga, Bottega Veneta, Saint Laurent, Brioni), y además otras tan influyentes como Adidas, Burberry, Chanel, Prada, Hermès, Giorgio Armani, Stella McCartney e Inditex. "El pacto de la moda centra sus objetivos en tres campos de acción: detener el calentamiento global, restaurar la biodiversidad y proteger los océanos".

Este manifiesto de compromiso con el Medio Ambiente quiere mitigar la contaminación, limitar el calentamiento global, invertir la curva de la pérdida de la biodiversidad y combatir el desastre que la moda hace en los océanos: reduciendo las microfibras de materiales sintéticos y las acciones que lanzan químicos a los ríos y mares. Porque la moda utiliza el 20% del agua del planeta y es culpable del 10% de las emisiones de CO2.

El Mar Rojo cerca de Naama Bay (Egipto) EFE

Hablamos de un negocio global que mueve cerca de 1500 billones de euros. Pero, ¿cuánto invierte en cambiar los métodos de producción, transporte y distribución para que el impacto que provoca sea cada vez menor? La sostenibilidad es un valor en alza, un plus para las empresas. Pero hay algunas que se tiñen de verde por postureo o porque es tendencia y se limitan a eliminar las bolsas de papel y el plástico de un solo uso o reciclar los residuos…Otras se marcan además objetivos claros. Es el caso del grupo Inditex que se ha propuesto que en 2025 todo el algodón y lino que emplee sea orgánico y que el poliéster sea completamente sostenible y reciclado.

Moda sostenible: el cuero de pescado

La bandera de tejidos que la moda utiliza va cambiando poco a poco. Las empresas refuerzan sus equipos de I+ D para buscar materiales alternativos que además de cuidar el planeta son beneficiosas para la salud: algodón orgánico, bambú, algas, tencel (fibras celulósicas), ortigas, piel y cuero de pescado. La 2 Noticias, de TVE, es un informativo abierto siempre a temas relacionados con el medioambiente y la ecología. Así hemos conocido a empresarios verdes que están revolucionando el sector textil utilizando algas o piel de peces. Es el caso del keniano James Ambani, director de la firma de moda Victorian Foods. Para sus zapatos, bolsos y ropa utiliza solo piel de la perca del Niño, una forma interesante de favorecer el comercio sostenible y apoyar la economía azul.

Prendas hechas con lentejuelas de la casa Dolce&Gabbana. AFP

¿Sabías que algo tan pequeño como una lentejuela es altamente contaminante? Es cierto y por eso ya se trabaja para hacerlas con un material celulósico que sean biodegradables. Y tan nociva, o más, es la purpurina que se emplea en tejidos y en cosmética, fabricada con láminas de plástico que, por lo general, terminan en el mar.

Y del mar a la mesa. Nos estamos envenenando y no nos damos cuenta de que pagamos por ello. La moda ha demostrado a lo largo de los años que tiene un poder transformador. Ahora tiene además un deber: cambiar las cosas para minimizar el daño que hace al planeta. Un daño irreversible en la mayoría de los casos.