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Teatro Real

Camarena y Yoncheva demuestran por qué 'Il Pirata' de Bellini es solo para valientes

  • Es la primera vez que se programa en el Real y los cantantes han logrado con precisión y maestría superar 192 años de distancia
  • El papel que interpreta Camarena, Gualtiero, es uno de los más intensos del belcantismo, con mucha exigencia en los agudos

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El tenor mexicano Javier Camarena (d), junto a la soprano Sonya Yoncheva durante el ensayo de 'El Pirata' de Bellini en el Teatro Real de Madrid.
El tenor mexicano Javier Camarena (d), junto a la soprano Sonya Yoncheva durante el ensayo de 'El Pirata' de Bellini en el Teatro Real de Madrid.

La exigencia vocal de la ópera Il Pirata, de Bellini, no se programa "porque no hay quien la cante".  Este sábado, sin embargo, el mexicano Javier Camarena y la búlgara Sonya Yoncheva la han bordado en el Teatro Real, que se ha volcado con ellos en su titánica demostración de que es un título solo para valientes.

Con su endiablada pirotecnia de sobreagudos, Il Pirata, con la que Bellini pone los cimientos del futuro melodrama romántico, es una ópera muy difícil del belcantismo, con melodías de frases larguísimas que requieren que la voz esté las casi tres horas que dura en la zona de paso, algo muy incómodo para el cantante.

Se estrenó en 1827 y entre 1830 y 1843 estuvo ininterrumpidamente en el repertorio madrileño pero entonces desapareció y el Real, fundado en 1850, no la ha programado hasta este sábado por la noche, que ha sido también la del debut de todo el elenco, excepto de Yoncheva y el director escénico, Emilio Sagi.

Yoncheva (i) como Imogene y María Miró como Adele.

Retirada del repertorio mundial solo la recuperó en 1958 María Callas y seis años después Montserrat Caballé, a la que se dedican las 14 funciones de esta obra, un "festival de agudos y sobreagudos", una "brutalidad" para los cantantes de aire nostálgico y gótico.

La emoción y el color de la voz de Camarena ha encandilado al Real

Camarena ha vuelto a brillar con claridad y su emoción y el color de su voz ha encandilado al teatro, que ha aplaudido cada uno de sus esfuerzos, especialmente el de la "imposible" cabaletta final -"Oh Sole! Ti vela"-, aunque Yoncheva no le ha ido a la zaga y ha sido vitoreada al terminar, envuelta aún en la emoción de su aria de la locura.

El tenor salía "escoltado" por un currículum de infarto en ese teatro ya que es el único que puede presumir de haber hecho allí cuatro bises en funciones distintas: dos en La fille du regiment, una en el sexteto de I Puritani y otra más, la última, a principios de noviembre, en su única aparición en L'elisir d'amore.

Javier Camarena como Gualtiero.

Junto con Arturo, de I Puritani, el de Gualtiero es el papel más intenso del belcantismo, con mucha exigencia en los agudos, casi todos en "falsettone", porque Bellini, entonces de 26 años y con poca experiencia aún, lo había escrito casi "experimentalmente" para Giovanni Battista Rubini, nada menos que el "creador" del Do sobreagudo de pecho.

Es un papel "complicado, exigente y demandante", sostiene Camarena, que se alterna con el español Celso Albelo y el ruso Dmitry Korchak en el papel de Gualtiero, un fugitivo atormentado porque su amor está casada con su archienemigo, un argumento en el que el sufrimiento se lleva al paroxismo y que por momentos se vuelve muy confuso.

Una puesta en escena espectacular

Para el director de la orquesta, Maurizio Benini, que ha sido también muy aplaudido, esta es una obra "maravillosa" que depende absolutamente de la capacidad de los cantantes, moderna, innovadora y revolucionaria ya que se escapa de las coloraturas rossinianas, entonces imperantes, para presentar una línea de canto y unas melodías románticas que miran ya a Beethoven y Schubert.

El de Gualtiero es uno de los papeles más intenso del belcantismo.

La puesta en escena de Sagi, especialista en el repertorio belcantista, es espectacular porque ha construido una caja con planchas reflectantes que no solo ayuda a los cantantes proyectando su voz sino que facilita los movimientos escénicos construyendo distintas capas de significado para acentuar los apasionados dúos o las muy aplaudidas intervenciones del coro.

El estreno de este sábado por la noche de esta obra, coproducción con el Teatro de la Scala, ha sido memorable no solo porque haya sido la primera vez que se programa en el Real sino porque los cantantes han logrado con precisión y maestría superar 192 años de distancia y entusiasmar al público.