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El enigma de Luis Masson: el maestro olvidado de la fotografía estereoscópica

  • Fue uno de los fotógrafos más importantes del siglo XIX en España, pero su legado ha estado perdido durante años
  • Una exposición en el Museo Lázaro Galdiano, incluida en la sección oficial de PhotoEspaña, rescata su prolífico trabajo

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Interior de la Plaza de Toros y Catedral en Sevilla, Luis Masson, CFRivero.
Interior de la Plaza de Toros y Catedral en Sevilla, Luis Masson, CFRivero.

Luis Masson fue uno de los fotógrafos más importantes de la España de mediados del siglo XIX, pero su arte ha quedado sepultado en el olvido envuelto en ciertos enigmas en torno a su biografía y por la dispersión de su obra.

Nacido en Tours, Francia, (se sabe que murió en 1881 aunque no hay datos del lugar), Masson recaló en Sevilla no se sabe muy bien por qué en 1858. En la capital andaluza abrió estudio y vendía al público una oferta comercial variada compuesta por retratos pintorescos, vistas monumentales de ciudades como Málaga y Córdoba, fotografías de difuntos o copias de pinturas antiguas y modernas. En este sentido también fue pionero: el francés fue uno de los primeros en realizar reproducciones de Murillo.

Entrada del Cementerio Inglés de Málaga, Luis Masson. Estereoscopia. CFRivero

Innovador, inquieto y polifacético, Luis Masson está reconocido como uno de los maestros de la fotografía estereoscópica, en la que dos imágenes tomadas desde distinto ángulo reproducen la visión binocular en una creación tridimensional.

Su prolífica colección estereoscópica “es la más completa realizada por un fotógrafo residente en España durante las primeras décadas de la fotografía y la segunda tras la de Laurent de todo el siglo XIX español”, en palabras de Juan Antonio Rivero y María Teresa García, comisarios de la muestra Descubriendo a Luis Masson en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Una ardua investigación

La exposición, incluida en la sección oficial de PhotoEspaña 2018, exhibe 88 fotografías originales del autor que sobresalen por su belleza, equilibrio y potencia plástica, y que proceden de la colección Fernández Rivero (Hasta el 26 de agosto en la sala Pardo Bazán).

Tras las bambalinas de esta selección existe una ardua investigación que ha contribuido a despejar interrogantes sobre la vida y obra del autor, del que se tenían escasísimos datos y al que se compara con famosos coetáneos como el fotógrafo Clifford.

Los comisarios dieron con las primeras imágenes, que habían permanecido ocultas hasta hace pocos años, a través de un álbum perteneciente a Antonio de Orleans, duque de Montpensier, un enamorado del nuevo arte fotográfico con el que Masson mantuvo una estrecha relación.

En este punto emerge otro de los misterios vinculado, al parecer, a intrigas palaciegas. Montpensier, que pertenecía a la rama francesa de los Orleans, siempre estuvo enemistado con la Corona.

El noble intrigó incansablemente para derrocar a Isabel II con la que en un principio aspiró a casarse, aunque finalmente desposó a su hermana la infanta Luisa Fernanda. Sin cejar en su empeño, Montpensier acabó retornando a Sevilla donde promovió una suerte de Corte paralela.

Este hervidero de traiciones y rumores salpicó a Luis Masson. Su amistad con el ilustrado y conspirador duque podría explicar que no haya rastro de las fotografías del francés, a pesar de su probada calidad, en el archivo del Palacio Real.

El artista trabajó discretamente unos años en Madrid siguiendo al noble y su papel no está muy claro en esta intrigante maraña histórica. Los investigadores españoles pronto se dieron cuenta del valor de estas fotografías silenciadas cuya pista se ha extendido a instituciones como la British Library o la Bibliothèque Nationale de France. En la época, el artista también obtuvo importantes menciones honoríficas en exposiciones internacionales de Londres y París.

Entre las imágenes expuestas en el Lázaro Galdiano destacan los paisajes de Andalucía, escenario principal de la intuición de Masson, que también se enfocó en otras ciudades españolas como Salamanca y Burgos. Una visión inédita de los paisajes de la España del XIX que el autor recorrió con su cámara siguiendo el incipiente itinerario del ferrocarril.

“Es un conjunto de piezas producidas en nuestro país pero vendida al público extranjero que venía a conocer España. Hemos conseguido que su obra pueda volver a ser contemplada y a considerarse parte del patrimonio histórico”, señalaba María Teresa García que también destaca la pericia del francés en la estereoscopia de la que “conocía todos sus secretos” y que fue un estilo muy popular, por su carácter rompedor, hace más de un siglo.