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Daniel Guzmán deja su vida hecha jirones en 'A cambio de nada'

  • El actor presenta su primer largometraje como director en el Festival de Málaga
  • Confiesa que ha "canalizado" su vida en la cinta, en la que actúa su abuela
  • Natalia de Molina pone cara a la crisis en Techo y comida

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"A CAMBIO DE NADA" PRIMERA DE DANIEL GUZMÁN EN EL FESTIVAL DE MÁLAGA
El actor Daniel Guzmán besa a su abuela y actriz también, Antonia Guzmán, durante la presentación de su primer largometraje como director "A cambio de nada".

A duras penas, el actor Daniel Guzmán podía contener este jueves su emoción al ver realizado el sueño en el que ha empeñado sus últimos diez años, su primer largometraje como director, una historia de una adolescencia conflictiva con un alto componente autobiográfico, que ha titulado A cambio de nada.

"Esta fue la vida que me tocó vivir y no tengo ningún problema, lo he asumido y ha sido una catarsis. Lo he canalizado en la película y, a través de ella, me he quedado en paz con muchas cosas mías personales, porque es como una manera de soltar lastre", ha afirmado Guzmán, que ha presentado su "ópera prima" en la sección oficial a concurso del Festival de Cine Español de Málaga.

En la película, Darío vive en un barrio obrero de Madrid, donde mantiene una amistad incondicional con su vecino Luismi, y ambos venden piezas de moto robadas a Caralimpia, el dueño de un taller. Darío se escapa de casa, comienza a trabajar en ese taller y pronto conoce a Antonia, una anciana que vende en el Rastro los muebles que recoge en las calles por la noche.

Cuando se le pregunta cuánto de autobiográfica hay en la película, Guzmán elude dar una respuesta concreta y sólo apunta que "la realidad supera a la ficción". "Es una parte de mi vida, para lo bueno y para lo malo, y, gracias a esa parte que he vivido, ahora soy la persona que soy y tengo inquietud por contar estas historias, porque las he vivido. Lo que es autobiográfico, el espectador puede averiguarlo o intuirlo".

Considera la adolescencia "una etapa fundamental" y explica que quería contar "una historia intergeneracional", con "mucho de autobiográfico" pero no para hacerse un "homenaje" a sí mismo.

La "auténtica" abuela de Guzmán

Para interpretar a esa abuela en la pantalla ha recurrido a su propia abuela, Antonia Guzmán, porque tenía claro que iba a ser "muy auténtica".

"Tengo una relación con mi abuela muy especial, y siempre me ha atraído cómo abuelos y nietos aprenden mutuamente y la relación que tienen", ha explicado el director, satisfecho de haber conseguido una película "que tiene de todo: sexo (entre los perros), persecuciones, comedia...".

Para Guzmán, cuando se producen disputas entre los padres, "afectan a la felicidad del niño" y "una separación siempre es traumática, pero, si se gestiona bien, es simplemente algo que puede pasar en la vida".

"Lo que vives en la adolescencia tiene mucho que ver con lo que eres en la edad adulta. Para lo bueno y para lo malo, le debo todo a mis padres; si no fuera por ellos, no estaría ahora mismo aquí y no habría hecho esta película", ha insistido.

Al director le daba "vergüenza" llamar a Luis Tosar para que fuera el padre del protagonista en la pantalla, "un personaje pequeño pero muy importante en la película", aunque le envió el guión una tarde y el actor lo aceptó esa misma noche. El propio Luis Tosar recordaba cómo Daniel Guzmán le llamó sólo una semana antes de empezar el rodaje para ofrecerle este papel y ha resaltado el hecho de que el director sea también actor, por lo que sabe "dónde están los límites".

Al actor protagonista, Miguel Herrán, lo descubrió Guzmán una noche por la calle cuando salía del teatro, y desde el primer momento supo "que tenía que ser él, con su mirada, porque tiene que aguantar toda la película". "Me leí el guión en una noche y no pude parar, porque me enganchó y acabé emocionado al ser algo tan real, que le puede pasar a un chaval, con una verdad que te llega", ha dicho Herrán.

'Techo y comida', Natalia de Molina pone cara a la crisis

También emotiva ha sido la otra película del día en la sección oficial, Techo y comida, en la que la actriz Natalia de Molina pone rostro a las miles de personas que han sufrido la crisis económica, a través de una joven madre soltera sin trabajo que no recibe ningún tipo de subsidio.

La protagonista lleva varios meses sin poder pagar el alquiler de su piso, lo que lleva a su propietario, también acuciado por las deudas, a denunciarla, con lo que planea sobre ella la amenaza del desahucio.

El objetivo al hacer esta película era "dejar un reflejo de la que está cayendo con la crisis económica y hacerlo del lado de los más desfavorecidos", ha afirmado el director, Juan Miguel del Castillo, que cree que la historia contiene "una denuncia social muy fuerte".

"Es una película del pueblo y para el pueblo, para hacer reaccionar al pueblo y a todas las mentes que están dormidas en este país. Pone el foco donde otros no quieren mirar para hacerlo visible y dar voz a las personas que peor lo están pasando".

Natalia de Molina ha calificado este trabajo como un "ejercicio" en el que se ha "dejado la piel", al ser un tema "bastante alejado" de su vida.

"No soy madre, y el día que lo sea veré cosas y entenderé de otra manera a la protagonista", ha afirmado la actriz, que ha admitido que sintió "cierto miedo" al recibir el guión.

"Sabía que quería estar en la película, pero sentía respeto por estar a la altura, no quedarme a medias ni al 90 por ciento. No me he metido en el personaje, se ha metido ella en mí", ha añadido.